A fines de los 50, los mejores pilotos de combate de Estados Unidos se vieron frente a una oportunidad nunca antes vista: ser parte de la primera camada de astronautas de su país y del mundo. La carrera espacial estaba desatada, y mientras los ingenieros estadounidenses y rusos se quebraban la cabeza intentando resolver cómo enviar una nave al espacio, también estaba la misión de escoger a los hombres que irían dentro de esas naves, y prepararlos para lo que nunca antes se había hecho.
La historia de esos pilotos, su preparación y las presiones tanto físicas como sicológicas, es lo que está al centro de Los elegidos de la gloria, la serie que ya está en Disney Plus. Su trama no está basada directamente en los archivos históricos, sino que en la novela sobre este proceso que escribió Tom Wolfe en 1979.
Considerando que no es hasta el final de la serie que efectivamente se ve a un piloto entrar a una nave, esta no es la típica producción sobre astronautas con muchas tomas desde la sala de control, con decenas de personas en silencio antes de estallar en un aplauso generalizado. Y la verdad es que tampoco se trata de los ejercicios de preparación física para llegar hasta ahí. Esos están presentes, pero lo principal está en sus casas y en sus cabezas.
Tal como lo mostró Wolfe en su novela, el inicio del programa espacial estadounidense se convirtió en una locura mediática y los pilotos pasaron de ser personas anónimas a celebridades instantáneas.
Con todo esto, Los elegidos... es sin duda una serie interesante, con momentos de gran intensidad y tensión, sobre todo en los hogares de los hombres que se preparan para ir al espacio y que también deben lidiar con su propio ego y la presión por ser EL primero. Pero, ¿es una serie imperdible, una joya que hay que ver en este momento donde las opciones parecen infinitas? Lo cierto es que no. El drama se queda corto en emoción y en profundidad, y a veces también en ritmo, no logrando que sus historias conecten del todo. Es una serie correcta, bien hecha y bien actuada, y que sirve para pasar el rato, pero que a la hora de los recuentos quedará perdida entre el montón.