Martin Gore: Música para un mundo sin masas
Lejos de las giras y los estadios, en su nuevo disco en solitario, The third chimpanzee, el cerebro de Depeche Mode explora los orígenes de nuestra especie y crea una sombría banda sonora de la pandemia. “Quería borrar el límite entre humanos y monos”, explica a Culto.
Los sucesos del último año no sólo gatillaron cambios radicales en los hábitos de las personas de todo el mundo. También enfrentaron a la humanidad a preguntas elementales que parecían postergadas y ocultas debajo de la alfombra del diario vivir. Y para Martin Gore (59), quien ha dedicado sus cuatro décadas de carrera en la música al mando de Depeche Mode a explorar las fracturas del ser humano moderno y su compleja relación con el sexo, la religión, los gobiernos de turno, el medioambiente y el capitalismo, los últimos 11 meses de encierro lo llevaron aún más lejos en sus reflexiones.
Confinado desde marzo en su casa-estudio de la soleada Santa Bárbara, en Los Ángeles, donde reside hace 20 años, el músico y compositor principal del conjunto británico encontró en el acontecido 2020 el tiempo libre y la excusa para embarcarse en su nuevo disco en solitario. Aislado de sus compañeros de grupo y de las grandes giras a las que está habituado, el músico que en los 80 llevó los sintetizadores a los grandes estadios se encerró a crear nueva música sin un propósito concreto, mientras revisaba constantemente las noticias del día en su teléfono. Estímulos, en ese sentido, no le faltaron.
“Creo que la inspiración tiene que salir de alguna parte cuando no te estás moviendo demasiado”, explica a Culto. “Efectivamente, pareciera que estuviéramos en una película de ciencia ficción, o en una pesadilla de ciencia ficción, así que probablemente estoy dejándome llevar por esa inspiración”.
El resultado de ese proceso es The third chimpanzee, el tercer título de su discografía como solista, disponible en plataformas desde la semana pasada. Un EP de cinco canciones instrumentales, sintéticas y de marcada influencia de los alemanes y pioneros de la música electrónica Kraftwerk -sus grandes referentes-, cada una de ellas con el nombre de un primate, como Mandrill, Howler y Capuchin, entre otras. Así, a punta de máquinas y sin el acompañamiento vocal de su compañero Dave Gahan, la suya ni ninguna voz reconocible, Gore terminó despojando a su nuevo trabajo de cualquier rasgo de aparente humanidad para, de alguna forma, indagar en los orígenes de la especie y levantar una densa y sombría música de fondo para el distópico presente.
“La primera canción que grabé para este EP fue Howler, cuyo demo lo terminé antes de que llegara la pandemia. Después, ya con las cuarentenas y encerrado en mi casa, pensé que sería buena idea seguir haciendo otras canciones instrumentales y la segunda que salió fue Mandrill. Recién una vez que tuve esa canción pensé que podía seguir explorando el mismo tema resintetizando algunas voces y haciéndolas sonar no demasiado humanas”, cuenta.
“Me gustó la idea de borrar este límite entre humanos y monos, me pareció un buen concepto”, agrega el músico, quien mientras trabajaba en los temas recordó el título de un libro que había leído años atrás: El tercer chimpancé (1991), del divulgador científico Jared Diamond, que explora los orígenes animales del Homo sapiens y plantea que el progreso tecnológico de la especie puede causar un deterioro ambiental a gran escala que llevará a la extinción. Para redondear la idea, Gore contactó a los encargados de una reserva animal en Canadá donde vive Pockets Warhol, un célebre mono capuchino que pinta cuadros, entre ellos, el que ahora ilustra la carátula del EP. Para borrar aún más los límites.
“Muchas veces nos vemos a nosotros mismos como algo mucho más evolucionado que los otros primates de nuestra familia, pero pienso que es algo que deberíamos cuestionarnos”, plantea Gore.
-En su anterior disco solista, MG (2015), las canciones surgieron de pistas que estaba creando para Delta machine (2013), de Depeche Mode. ¿Este no fue el caso?
-No, para nada. Solo he estado en mi casa y no he estado haciendo demasiada composición para el grupo, porque la verdad es que todavía no tenemos planes. Cada vez que con Depeche Mode decidimos volver a trabajar en algo hay que echar a andar toda una gran máquina, y es difícil echar a andar esa máquina cuando ni siquiera sabes hacia dónde dirigirla. O si se podrá echar a andar. Así que ni siquiera he estado pensando en Depeche.
-Tal como en MG, en The third chimpanzee no hay voces ni instrumentos análogos, sólo máquinas. ¿No es una contradicción al ser un álbum que habla sobre la humanidad o ese es finalmente el punto?
-Es un punto interesante. No hay guitarras ni baterías ni lo que se podría llamar instrumentos reales. Es todo bastante electrónico, aunque hay algunos sintetizadores análogos involucrados. Alguien me dijo algo sobre esto recientemente, que cuando hago música o proyectos solo tienden a ser bastante electrónicos. Y es muy cierto. No se me había ocurrido pensarlo, porque creo que es algo hacia lo que gravito de manera natural. Con la banda, en especial en vivo, me gusta tocar guitarra, porque me da la sensación de que conecto mucho más con el público. De hecho, cuando estoy en el estudio siempre hay una voz en mi cabeza que me dice que hay que sumar una guitarra en esta u otra parte, porque así puedo tocarla en vivo. Así hay mucha más interacción con la gente, es más entretenido que estar clavado detrás de un teclado.
-Tras todos estos años viviendo en Estados Unidos, ¿qué sensación le dejan los acontecimientos del último año en ese país, la salida de Trump, la llegada de Biden?
-Claro, he estado viviendo aquí hace ya 20 años así que el tiempo en verdad vuela. Yo sólo espero que no haya más violencia ni terrorismo en los próximos años. Los simpatizantes de Trump simplemente no han querido aceptar el hecho de que perdió y no ayudó que el mismo Trump dijera en todos lados que él ganó la elección, que se la robaron. Si insistes en decirles a tus simpatizantes que está en riesgo la democracia, se vuelve algo peligroso. Como lo que pasó en el Capitolio. Al mismo tiempo, espero que Joe Biden traiga de vuelta algo de normalidad a la política. Los últimos cuatro años han sido horribles. Soy muy de leer las noticias en mi teléfono y cada vez que lo revisaba era esta sensación de “oh no, qué ha hecho ahora”. Ha sido terrible, vives en un estado de pánico constante, porque cada media hora te llega una alerta al teléfono de que algo nuevo pasó.
-¿Es optimista respecto al mundo pospandémico, al futuro del “tercer chimpancé”? ¿Saldrá algo mejor de todo esto?
-Eso espero. Siempre he creído que hay algo oscuro presente en la humanidad, algo que siempre termina apareciendo a cada momento. Yo sólo espero que hayamos aprendido alguna lección, que salgamos adelante y evolucionemos a partir de esto. Pero también creo que hay que ver para creer. Por ahora, simplemente rezo porque algo hayamos aprendido de todo lo ocurrido durante el último año.
-¿Y el futuro de la música? ¿Se ve tocando en vivo y de vuelta en las giras a fines de este año o comienzos del próximo?
-De momento todo está demasiado borroso como para incluso tratar de visualizarlo. Pero creo que una vez que todos estemos vacunados, porque creo que todos debemos vacunarnos, recién ahí las cosas parecerán un poco más normales de lo que se ven ahora.
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