Antes de aprender cualquier cosa sobre el cine, Zhao Ting debió arreglárselas para perfeccionar su inglés en su llegada a Londres a fines de los 90. Tenía 14 años y sus padres permitieron que, siendo una entusiasta de la cultura occidental, completara su educación en un internado de la capital inglesa. Una experiencia que alguna vez ha comparado con lo que podría haber sido estudiar en Hogwarts.
Antes de tener cualquier noción real sobre cómo hacer una película, estaba en Los Angeles estudiando ciencias políticas en Massachusetts. Al poco tiempo descubrió que la decisión algo desanimada que había tomado al ingresar a esa carrera no había sido la correcta. Y como tantos grandes nombres relatan sobre sus días anteriores al despegue definitivo, tras finalizar sus estudios trabajó en bares, promocionando fiestas y hasta en bienes raíces.
Incluso completamente fuera del mundo del cine y viviendo para pagar el arriendo de fin de mes, en Chloé Zhao –su nombre luego de occidentalizarse– latía un amor por las películas y el Viejo Oeste, el territorio de uno de los géneros norteamericanos por excelencia, el western. Por eso, de Nueva York (donde asistió a la Escuela de Cine de la NYU y tuvo entre sus profesores a Spike Lee) se movió a Dakota del Sur para hallar la idea de un posible primer filme.
Allí terminaría encontrando dos largometrajes: Songs my brothers taught me (2015) y The rider (2017). El primero, sobre una adolescente que duda sobre si abandonar la reserva india Pine Ridge para mudarse a Los Angeles, fue la puerta de entrada del segundo, un devastador retrato de un entrenador de caballos que sufre un accidente casi fatal.
Austeras, honestas y al filo del documental, las dos cintas se encumbraron entre lo mejor del cine independiente estadounidense y gustaron en Cannes. De hecho, The rider (que se puede ver en Cinépolis Klic y Filmin), ganó el máximo galardón de la Quincena de Realizadores y Barack Obama la eligió entre sus películas favoritas de 2018.
Ambos filmes llegaron a puerto con un ajustado presupuesto, junto a un equipo pequeño en el rodaje (incluyendo su pareja, el director de fotografía Joshua James Richards) y sobre todo gracias al tacto de Zhao. La directora residió temporalmente en la región en que se ambientan sus historias para ganarse la confianza de la comunidad y de quienes se convertirían en sus protagonistas, actores no profesionales pertenecientes al lugar con atributos suficientes para cargar con un relato completo.
Quizás ayudó en algo que el origen de la cineasta no fuera blanco ni estadounidense, pero además de conseguir ingresar a ese entorno que tiende a mirar con desconfianza los retratos exotistas, encontró la autenticidad que busca cualquier realizador que hace ficción y es amante del documental.
Como otros colegas que transitan en la bisagra entre uno y otro, evita encasillarse. “Ya tengo un mundo. El mundo está ahí, el personaje está ahí, y me imagino un escenario en el que ellos podrían estar. No es realmente un documental. No es realmente ficción”, definió cuando The rider participaba en el Festival de Tornto de 2018.
Esa película cosechó varios premios durante ese año, pero nada parecido a lo que Zhao acaba de lograr al convertirse en la realizadora que recibe más galardones en cualquier temporada de premios, según el resumen de Variety. Como directora, guionista y montajista de Nomadland, la cineasta ha llegado a un total de 54 reconocimientos, superando el registro que ostentaba Alexander Payne (Entre copas).
Su nuevo filme es el primero de su carrera que se basa en un material previo (el libro de no ficción Nomadland: Surviving America in the twenty-first century, de Jessica Bruder) y es protagonizado por una actriz con carrera, Frances McDormand.
Pero la directora chino-estadounidense insiste en su exploración del sentido de la vida y la identidad, al narrar la historia de una mujer que pierde todo en la recesión de 2011 (un trabajo en una compañía estadounidense y a su esposo) y a bordo de una van se embarca en un viaje que recorre Arizona, California, Nebraska, Nevada y Dakota del Sur.
¿Es una especie de relectura del western? Algo de eso parece haber detrás del peregrinaje de su extraviada protagonista, así como en sus anteriores películas. Pero bajo la etiqueta que sea, Nomadland (que debuta en salas chilenas el 15 de abril, diez días antes de la ceremonia de la Academia) es la consolidación de una autora con intuición e ideas claras.
“Nos esforzamos mucho en contar una historia en la que el público pueda entrar y, que no importa en lo que crean o a qué partido político pertenezcan, puedan relacionarse a nivel humano (…) No estamos aquí para enseñar, estamos aquí para ojalá comunicar y hacerte sentir algo”, señaló a propósito de su último estreno.
Con esa cinta se ha ido convirtiendo en la favorita por la carrera a Mejor director (el próximo domingo 28 podría obtener el Globo de Oro) y sus opciones no paran de mejorar para hacer historia en los Oscar. No sólo para transformarse en la sexta mujer en estar nominada, sino que para alzarse como la segunda en ganar la distinción, después de Kathryn Bigelow en 2010.
Su 2021 también considera su salto a los blockbusters, con Eternals, de Marvel, que presentará a un nuevo grupo de superhéroes encarnados por estrellas como Angelina Jolie, Salma Hayek y Richard Madden. Además, acaba de ser confirmada por Universal para realizar una relectura de Drácula, pero con un giro de ciencia ficción y western. Así, la directora que salió de China un día sin un rumbo definido parece tener Hollywood a sus pies.