Molotov y la larga noche en que la Quinta Vergara iba a estallar
Si el mundo fuera el de antes, esta semana estaríamos sumergidos en la fiesta de estrellas, rumores, bochornos, pifias y aplausos que significa el Festival de Viña. Pero el Covid-19 dijo otra cosa. Por eso, porque en Culto extrañamos Viña, iniciamos un ciclo durante esta semana recordando algunos de los episodios más memorables de los últimos 20 años del evento, sabiendo que en algún momento volverán.
En la década de los 2000, con el Festival de Viña en manos principalmente de Canal 13, el certamen debió adaptarse a los tiempos modernos: diversificar su oferta, sacudirse de su cuna más pop, ir a la caza de artistas que incluso podían mostrarle los dientes a su línea editorial.
De esa forma, pasaron Los Prisioneros, Charly García, Los Tres, Babasónicos, Calle 13 y Molotov. Y lo de estos últimos, haciendo honor a un nombre encarnación de bomba y estallido, fue precisamente eso: casi una noche de peligro que termina mal en la Quinta Vergara.
“Fue el momento más difícil que me tocó a vivir en el Festival”, admite hoy Ricardo de la Fuente, director de la cita entre 2003 y 2008, y quien estuvo en el switch de la Quinta Vergara cuando el cuarteto mexicano cerró la noche del domingo 22 de febrero de 2004.
Con una probada popularidad en el país, el conjunto apareció después de un cóctel artístico tan típico de las veladas festivaleras y que incluyó a Salvatore Adamo, Luis Fonsi, Joe Vasconcellos y Fito Páez. O sea, cuando el reloj ya rasguñaba la madrugada y cuando en el anfiteatro sólo quedaban devotos fieles y acérrimos de sus canciones.
Partieron con Here we Kum, para después disparar algunas de sus composiciones de mayor pólvora política, como Voto latino, Gimme the power y Frijolero. La performance continuó hasta que se toparon con el tiempo limitado por los organizadores, pero antes vino el desamdre: cuando cantaban Rastaman-Dita, el bajista Micky Huidobro empezó a invitar a la gente al escenario. A cualquiera, al que tuviera ganas de terminar la fiesta allí arriba y no por allá abajo.
La primera en saltar para derribar las fronteras entre público y artistas fue la actriz Antonella Ríos, a la que se sumaron cerca de 40 personas. Olfateando el caos, dos nombres de la animación más clásica y señorial de nuestra TV, Antonio Vodanovic y Myriam Hernández, salieron a despedir a la banda y apuraron los premios.
Como adiós, Molotov respondió con Puto, aún con público sobre el escenario. La emisión televisiva ya había concluido, pero los mexicanos no estaban dispuestos a claudicar y siguieron en escena. Se lanzaron con Chinga tu madre y Mátate-teté, con más personas rodeándolos y algo mucho más avasallador: el público de la galería comenzó a avanzar en estampida hacia las primeras filas de la Quinta, con el personal de seguridad totalmente sobrepasado.
“Me avisan por interno que estaba pasando eso, que la gente de la galería había empezado a bajar: ya eso no me gustó, era predecible que podían haber problemas”, recuerda De la Fuente en diálogo con Culto.
Después sigue: “Molotov siguió cantando y les empezamos a decir que por favor nos ayudaran y que por favor terminaran su actuación. Le instruí a iluminación que bajara las luces del escenario, que dejara sólo las luces de guardia. Pero siguió subiéndose gente al escenario y ya definitivamente dejé mi puesto mi trabajo y me fui a intentar controlar todo”.
“Justo conmigo venía un oficial de carabineros que se quería meter a ordenar el asunto, pero le dije que prefería que no, que no quería a nadie arriba de la Quinta conmigo. La orden fue: ‘esto lo controlo yo’. Con los guardias que teníamos, hicimos una pequeña barrera para que la gente no continuara subiéndose y no desbordara el escenario. Tomé el micrófono y me acerque al baterista de Molotov y le dije: ‘te ruego por favor que terminen, esto puede terminar en un desastre’. Me acerqué al centro del escenario y a gritos le rogué a la gente que se bajara. Logramos la cordura. El cantante se acercó al micrófono y dijo que agradecía el show y que todo había terminado. Todo se controló, el público estaba muy exaltado. Fue la noche más tensa que viví en la Quinta Vergara”.
De La Fuente de seguro esa noche sólo quería dormir y relajarse hasta un nuevo día. Pero Molotov no: los integrantes de la banda siguieron con la fiesta en una de las habitaciones del piso 3 del hotel O’Higgins, en un after show colmado de actores, animadores, periodistas y curiosos varios, donde las mismas antorchas y gaviotas que habían ganado minutos antes corrían de mano en mano como dulces cogidos de una piñata.
Más que galardones, Molotov se quería llevar de Viña el recuerdo de una noche memorable.
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