Los álbumes “Así es” y “A Morir”, publicados con meses de diferencia en 2008, son los primeros trabajos discográficos de Américo como solista, quien en poco tiempo se hizo un espacio en la escena musical chilena con himnos como “El Embrujo” y “Traicionera”. En 2010, tras dos años de rotundo éxito, se confirmó la participación del exvocalista del grupo Alegría en el Festival de Viña y con un espectáculo impecable se llevó la Antorcha de plata, la de oro y dos Gaviotas.
La presión que se siente subir por primera vez a un escenario tan masivo no deja indiferente a ningún artista. Américo no es la excepción. “Ahí sí que te dan mariposas en la guata, nervios y miedo, sabiendo que estás llegando a distintos lugares. Es una experiencia hermosísima y marca una gran posibilidad para construir una expansión hacia el extranjero”, dice Américo a Culto, acerca de sus recuerdos del debut en Viña.
Esa primera vez es recordada con mucho cariño por el solista, debido a su encuentro en escena con su viejo amigo, Felipe Camiroaga. El entonces rostro de TVN condujo el Festival ese 2010, un año antes de su muerte. Para Américo, el hecho de haber sido presentado por Camiroaga tiene un condimento especial, entre otras cosas por una anécdota de la que se enteró -asegura- hace sólo semanas.
“Habíamos compartido antes y él se alegró bastante cuando me invitaron. Es más, se ganó el poder presentarme en una apuesta. Tiró una moneda al aire con un productor y ganó. Eso es algo bonito”, cuenta.
Y aunque el panorama se veía prometedor y el impulso de Viña convertían a Américo en la sensación absoluta de la música popular chilena, un acontecimiento fuera de libreto alteró la armonía: dos días después de su exitoso espectáculo en la Quinta Vergara, el país se vio afectado por el terremoto del 27 de febrero, por lo que las noticias referentes al Festival pasaron a segundo plano. “El show fue intenso y muy bonito, pero no lo alcancé a disfrutar justamente por el terremoto” reconoce el cantante.
“En ese momento habría sido bastante individualista decir eso, pero siendo sincero me habría gustado haber tenido el curso normal de muchos artistas que la rompen en primera plana, ya que eso trae una recogida súper importante”, añade.
A pesar de los inconvenientes, su vuelta al escenario viñamarino tuvo lugar solo un año después. Fue el 22 de febrero de 2011 cuando Américo tuvo su revancha, y a pesar de que el espectáculo fue ovacionado por el público, una situación entre el cantante y el animador del certamen, Rafael Araneda, empaño la alegría de la noche.
“Voy a denunciar que hoy el animador fue incapaz de sostener al público, pidiendo al oído, mientras yo estaba viviendo mi mejor momento, que le ayudará a calmar al monstruo porque venían más artistas”, fueron parte de las palabras con las que denunciaba, en la conferencia de prensa del Festival, la polémica ocurrida con el conductor.
Diez años después del altercado y con más frialdad, el cantante mira en retrospectiva esa noche, con una autocrítica hacia su actitud en el momento: “Creo que no fue la mejor forma. Podría haber dicho lo mismo mucho más calmado y me sentiría mucho más conforme con ese momento”, añadiendo que “no es que no me importe, pero miro hacia adelante. No tuve la culpa, pero sí podía haber sido más responsable con la forma en que lo dije”.
Esta situación, según comenta, tuvo un impacto muy alto en su trayectoria. “En ese momento estaba tan metido en mi carrera que cualquier cosa me hacía ruido. Era como que me pusieran un palo en el rayo de la bicicleta, me cayera y me parara con rabia. Hoy voy más lento y si alguien me bota, me voy a caer, pero me levanto, me sacudo y digo lo que tengo que decir con más calma”, asegura.
De igual forma, la polémica entre ambos terminó hace bastante tiempo, según cuenta el artista, que en medio de la rabia de 2011 llegó a decir en la conferencia que no volvería a pisar ese escenario mientras Chilevisión y Rafael Araneda estuvieran involucrados. Pero en 2017 el artista volvió a presentarse en la Quinta Vergara, en su reencuentro con el certamen y con Araneda.
“No hay mala onda”, dice del animador. “Lo hablamos como tres o cuatro veces. Hubo una pseudo reconciliación que sentí que no era necesaria, pero está bien, ambos somos parte del espectáculo”, explica Américo sobre la relación entre ambos. “Todos mis cariños y mis respetos. Es un gran comunicador y todo lo que ha hecho no se lo han regalado”, añade.
Recordando esos momentos desde una vereda más positiva, el solista confiesa que tiene muchas ganas de reencontrarse con el público chileno en Viña del Mar, en la que sería su cuarta participación.