Pelo difícil
En noviembre de 1973 Camilo Sesto actuó por la “reconstrucción nacional” brindando dos shows en el hotel Carrera, a pasos de La Moneda recientemente bombardeada, y otro par de espectáculos en el teatro Caupolicán. Consagrado internacional y regalón del régimen de facto, debutó en Viña 1974 con una combinación de éxitos y temas en inglés. En este video, cuando el español llevaba pocos minutos en el escenario, la transmisión de TVN hizo un intempestivo pase al backstage para que Pepe Abad, reconocido lector de noticias, entrevistara al peluquero del evento, Fernando Pavez. A Pepe se le cae el cable del micrófono y queda sin audio. Al retomar la conversación, el peluquero se queja de la cabellera de la representante de Japón, dictando una sentencia capilar sobre el pueblo del sol naciente.
“Como todos los japoneses, pelo difícil”.
The Pinochet years
La presencia del líder de la junta en una privilegiada posición del palco fue habitual en los primeros años post golpe. Roberto Carlos lo saludó entusiasta en 1975 y al año siguiente Mari Trini le regaló una rosa blanca. En esa misma edición, antes de dar paso al desafinado número de Tony Landa, un debutante Antonio Vodanovic no se guardó energías ni halagos con el militar y su esposa Lucía Hiriart, en sus primeros minutos como animador del certamen. “Es la juventud chilena la que agradece vuestra presencia”.
El Jappening antes del Jappening
Miguel Bosé fue homenajeado en 2018 con un horroroso collage conmemorativo por ser el artista con más presentaciones en el festival de Viña pero, en estricto rigor, Gloria Benavides posee el mismo registro. Debutó en 1963 en la Quinta Vergara y se presentó cada década hasta su retiro en 2002 encarnando a La Cuatro Dientes. En 1977, tras arrasar con “La Copucha”, presenta en el bis una canción “llena de optimismo”. Comienza así la interpretación de “Ríe”, escrita por Jorge Pedreros para un espectáculo de Silvia Piñeiro. Un año más tarde el tema se convertiría en la característica del Jappening con Já en TVN.
En esa edición trabajaban como productores Fernando Alarcón y Eduardo Ravani, quienes barajaron a la actriz Coca Guazzini como parte del elenco original del programa de humor. La canción arranca al minuto 23:48.
Podemos acabar
Foxy era una banda de Florida que llegó al festival en 1980 precedida del enorme éxito del single “Get off”, una pegajosa canción bailable que detallaba actividades amatorias y orgasmos (“nos quedamos bajo las sábanas con dos amantes, así que podemos acabar”). Incluía un solo de talk box, esa manguera llevada a la boca y conectada a un pedal de distorsión popularizada por Peter Frampton. Foxy venía de grabar el año anterior como banda de apoyo de ABBA para el single “Voulez-vous”, la única vez que el extraordinario grupo sueco sesionó fuera de su país.
Se disolvieron ese mismo año.
Deja de imitarme
En 1981, la versión que generaciones mayores consideran como la mejor del certamen, el Jappening cosechó arrasador éxito coronando su mejor etapa. En esos años los artistas solían actuar dos días. En el primer show, Fernando Alarcón hizo una imitación de Ray Conniff dirigiendo un gran coro que incluía a Pujillay y Los Muleros. Rieron todos menos el legendario director que había sido un suceso pop en los años 50 con su música orquestada. Conniff exigió al grupo cómico no repetir la imitación y eliminar “Brasil” del número, porque era parte de su listado de canciones. Sin embargo, en el peak de su popularidad, el Jappening no estaba dispuesto a ceder. Sólo el doctor Luis Sigall, presidente vitalicio del jurado, logró destrabar la situación.
En el siguiente show Jorge Pedreros dirigió el número orquestal con el nombre de Manello Rotosi, junto con rendir un homenaje a Conniff. Cuando Fernando Alarcón anuncia el tributo (minuto 3:44) el director de barba blanca tampoco sonríe.
Raffaella, Jaime y los chicos
Raffaella Carrá era una consagrada con casi 30 años de carrera profesional cuando desembarcó en la Quinta Vergara en 1982 junto a sus chicos, un cuerpo de baile más bien excéntrico con sus ajustadas mallas, antes que coordinado. A los 50 minutos de show Antonio Vodanovic le entrega la antorcha. Entre las tomas al entusiasta público en la platea, aparece imperturbable Jaime Guzmán. El ideólogo del régimen era aficionado al festival. Hay una fotografía suya de 1985 sentado en solitario casi al final de la galería.
Desafinando pesado
Shakin’ Stevens, el Elvis galés, tenía 34 años cuando llegó al festival de Viña de 1983. Con más de una década de trayectoria, solo en los 80 logró éxito en Inglaterra con 33 singles en los top 40. En 1985 fue número uno con Merry Christmas Everyone, canción navideña que hasta el año pasado aún escalaba posiciones en UK. A pesar de los rankings a favor, se le considera como placer culpable por el elemento caricaturesco de su música e imagen, arraigada en el rock de los 50. Sin mucho carisma y una voz más bien discreta, acá batalla y pierde por paliza en un cover de “Que Sera, Sera (Whatever will be, will be)”.
Fue el mismo año de otro desafinado espectacular, el cantante franco-italiano Valério, miembro del jurado, que había participado en la Teletón de 1982. Apareció con capa, corrió cuán amplio era el escenario que recreaba la vieja arquitectura británica de Viña del Mar, pero no logró la antorcha. Lo que le sobraba en look de cafiche, le faltaba en afinación. Lloró desolado en el camarín.
Dirige la orquesta y pederasta
Crystal es una actriz, medallista paraolímpica y cantante mexicana no vidente que en 1985 obtuvo el segundo lugar en el festival de Viña con la canción Parece. La dirección de la orquesta estuvo a cargo de Sergio Andrade, quien además era el autor del tema. Andrade, un reputado productor que había trabajado con Lucerito y Yuri, acostumbrado a seducir a las artistas más juveniles bajo su alero, resultó clave en el éxito y la debacle de Gloria Trevi. Fueron arrestados en Rio de Janeiro en enero de 2000 bajo acusaciones de secuestro, violación y corrupción de menores. Aunque fue condenado a siete años de cárcel, sólo cumplió tres. Acá se le ve circunspecto dirigiendo a los músicos de Horacio Saavedra.
No funciona
Una de las peores ideas en la historia del festival fue la marioneta gigante bautizada Don Cirildo, un jardinero que encarnaba la memoria histórica del evento, ocurrencia del director Sergio Riesenberg para Viña ’85. A medida que transcurrían los días, su aparición sólo cosechaba pifias como se observa en este video de la última noche. La razón de la falta de química no solo era culpa de la mala música de la orquesta y el relamido guión -”está creciendo desde las sombras, está emergiendo de lo más alto”-, dice Vodanovic-, sino la lentitud de sus movimientos. Don Cirildo pesaba 60 kilos, medía 10 metros y requería una treintena de operarios.
El público lo tapó a garabatos y le arrojó lo que estaba a mano. Un fiasco.
100% chileno
El cantante español Miguel Gallardo sumaba casi una década de éxitos en Hispanoamérica, iniciada con el clásico “Hoy tengo ganas de tí”, cuando se presentó en Viña ’85. Su número transcurría con relativa normalidad hasta el turno del hit “Corazón”. A mitad del tema hizo una pausa fatal invitando al público a corear el remate del verso “ven a mis brazos igual que un gorrión”. El “monstruo” olisqueó la sangre. En vez de responder “ven, ven” como decía la letra, la Quinta replicó “hueón-hueón”. Fue sin querer queriendo.
Soda Stereo yeah!
Después de varias ediciones con artistas anglo que venían cuesta abajo como los veteranos Nazareth, Opus y su one hit wonder “Life is life”, o los desconocidos y rancios Titanic, Viña ’87 tuvo a Eddie Money, un rockero estadunidense que disfrutaba de un segundo aire gracias al single “Take me home tonight”, nominado al Grammy ese mismo verano. Money no se llevó premios ni tampoco pareció importarle demasiado. Se había salvado de la muerte por drogas y esta nueva etapa de éxito para su rock tosco, era una especie de bendición. Aunque no hay registros de sus shows en Viña, en esta entrevista de Televisa como parte de un programa que resumía lo mejor del festival, Eddie Money habla maravillas de Soda Stereo.
Malditos hippies
El último festival bajo Pinochet ofreció un escenario dudoso con unas estructuras multicolores con forma de platillo volador, una estética absolutamente desfasada. Lo mismo sucedía con los principales números internacionales de aquel año. Primero Cheap Trick, a una década de su mejor momento creativo y a un par de años de su mayor popularidad con éxitos como “The Flame”, “Ghost town” y el cover “Don’t be cruel” de Elvis. Caso parecido el de Europe, también con un par de años sin novedades y a cuatro de su mayor hit, “The Final countdown”. La prensa relató sorprendida la visita de la banda sueca a una discoteca en Concón sin lucir las vaporosas cabelleras de los videos, sino más parecidos a unos deslavados hippies. Aunque no estaban en la cima, las presentaciones de ambos grupos fueron fenomenales.
Nunca más se supo
A comienzos de los 90 surgió una corriente de rap latino con éxitos dudosos e inolvidables como “Rico suave” de Gerardo, “Mi abuela” de Wilfred y La Ganga, la seguidilla de singles de El General incluyendo “Caramelo” (“lo chupan, lo sacan, caramelooo”) y Qué Pasa, nombre artístico del productor venezolano Jorge Fonseca. El éxito “Mami yo te quiero” lo llevó a Viña 1991, el primer festival en democracia que jubiló la cortina “Viña es un festival” para dar paso a “Canta el mundo en Viña del Mar”, que aludía a las intenciones de reinserción internacional. Paulina Nin intentó rapear en el bis de Fonseca. Los resultados al minuto 9:44.
Qué Pasa grabó un segundo álbum en 1992 y luego desapareció de la faz de la Tierra.
Ese chiste ya no es chistoso
Para generaciones más recientes la figura de Enzo Corsi está asociada a escándalos como la encerrona por deudas y estafas del programa En su propia trampa, disputas con su ex pareja Macarena Tondreau por un hijo, una notoria afición a la cocaína, y el gusto por fotografiarse desnudo. Sin embargo, hace casi 30 años, Enzo Corsi hizo reír y fue aplaudido en la Quinta Vergara con el humor de la vieja escuela, hoy imposible. Su exitosa rutina incluyó el recetario que hasta hace una década aún se podía escuchar en el evento: homofobia, chistes de sobrepeso y orgullosas infidelidades.
Salvavidas de plomo
“Buenas noches a todos. Parece que tenemos un pequeño problema con el teclado pero lo solucionaremos en un momentito”. Las primeras palabras de Alejandro Sanz, jurado en la edición de 1994, presagiaron un número accidentado e irremontable. Imposibilitado de iniciar su espectáculo, Antonio Vodanovic intervino con una mini entrevista hasta que le pidió improvisar cantando flamenco y tocando la guitarra. Fue un salvavidas de plomo para el artista de 24 años. Se escuchó la voz quejumbrosa de Sanz pero la guitarra, nada. Según el libro “Anécdotas de él conmigo mismo” del ex manager Miguel Ángel Arenas, Sanz se bajó llorando del escenario. Luis Miguel, que participaba en esa edición, lo invitó a su suite para pasar el mal rato, carrete al que se sumó Miguel Bosé. El mexicano cantó y tocó guitarra mientras Bosé bailaba bulerías.
Al día siguiente Sanz tuvo una revancha cuando su compatriota lo invitó a cantar el éxito “Nada particular”. “Y para Micky, que nos está viendo en televisión”, dice Bosé en referencia a Luis Miguel.
Hablamos después
“Desesperada porque no me toca”, cantaba casi a los gritos la italiana Ambra en Viña 97, una de las sugerentes líneas de su éxito “Te Pertenezco”, el single castellanizado que le abrió paso en España y Latinoamérica. Antes que cantante, la despampanante Ambra era una animadora de televisión y actriz que en un ánimo multifacético, se había lanzado a la música sin más argumento que la belleza. A Chile llegó precedida del éxito de aquel single incluido en la banda sonora de la teleserie Adrenalina (1996) de Canal 13.
Tras contonearse voluptuosa con un par de bailarines y apoyada notoriamente en pistas, coqueteó con Antonio Vodanovic, le robó un beso y le pidió que fuera su novio. El histórico animador respondió con una pregunta sincera: “¿Yo tu novio esta noche en el escenario, o hablamos después?”.
Arma Mortal
Año 2000. Vistiendo la camiseta de La Roja y con expresión bobalicona sosteniendo un ramo de flores, Enrique Iglesias escucha las palabras de Antonio Vodanovic y Cecilia Bolocco preparando la entrega de la gaviota de plata, el premio máximo del festival de Viña diseñado en 1968 por Carlos Ansaldo y Claudio Di Girolamo. En las manos equivocadas, el elegante galardón es también un arma en potencia y así quedó demostrado esa noche.
El hijo de Julio recibe el trofeo, corre por una pasarela hacia el público, se detiene y dice “esto es más vuestro que mío”, lanzando el galardón. La ex Miss Universo queda en shock y lo reprende. “No, ¡no!... ¿¡Pero qué acabas de hacer!? ¡Tiraste la gaviota!”. El público pifió y exigió con cánticos que se fuera.
“Dos mujeres, de 38 y 19 años, resultaron con cortes superficiales, la primera en la parte inferior del labio y la otra en una de las falanges de un dedo”, informó Carabineros.
Zafrada alive
El 27F obligó a suspender en forma inédita la última noche de festival 2010. Al año siguiente, en el inicio del ciclo de CHV, el número inaugural tuvo toda la pompa y la grandilocuencia que marcaría esa etapa del evento, pero también contenía un elemento kitsch y recargado. Una orquesta con base electrónica, destempladas voces de ópera y bailarines a toda carrera bajando por la platea, fueron parte del número inaugural. Entre medio, con expresión descolocada, apareció Víctor Díaz, conocido como Zafrada, cantando “Caballito blanco”.
Salvatore no se escucha
“Esa era una entrada magnífica”, balbuceó con una sonrisa incómoda el astro romántico Salvatore Adamo cuando, en el inicio de su show en 2012, no se escuchó absolutamente nada de su voz, mientras la orquesta se oía mal calibrada con unos bronces tan destemplados como la sección de vientos de The Police en 1982. El desastre fue tal que Rafael Araneda y Eva Gómez tuvieron que ingresar al escenario y detener el show.
Bonus track: Curvas, lásers y teclados
Leonardo Farkas tocando música kitsch con sintetizadores como una versión rizada de Rick Wakeman en 2009, tiene seria competencia por el título del show de variedades más improbable que se haya presentado en el escenario de la Quinta Vergara. Disputan el galardón la infartante vedette argentina Sissi Lobato como parte del show en 1976, y el francés Theo Dari, El Hombre Láser, en 2004. “Ha recorrido el mundo entero manipulando los rayos láser”, dijo Antonio Vodanovic para describir la gracia del artista galo. Aquel recurso no era novedad en la Quinta Vergara. Miguel Bosé había estrenado el haz de luz símbolo del futuro en los 80.