“Festival de Triviña” fue la propuesta de 31 Minutos con la que se robó la atención de niños, jóvenes y adultos. Actuación, humor, música y baile fueron parte de los elementos del show que duró alrededor de una hora y media. Se trata de la única vez en la historia del festival en que una compañía de títeres pisa el anfiteatro. El resultado: un acierto.
Era el segundo espectáculo en vivo que realizaban -el primero fue para Lollapalooza 2012-, y esta vez, querían elevar la apuesta con una exigencia que requería de mucho esfuerzo detrás, no solo en lo que respecta a escenografía, sino también el aumentar la calidad artística para un evento tan importante y masivo como es el Festival de Viña del Mar.
Una loca idea convertida en fenómeno
Álvaro Díaz, productor, periodista, director de cine y una de las cabezas detrás de la serie, fundó junto a su colega, Pedro Peirano, la productora independiente Aplaplac hace ya dos décadas.
En 2003 el proyecto de un noticiero dirigido por títeres tomó fuerza y 31 Minutos -transmitido por TVN- se transformó en uno de los programas infantiles más recordados por toda una generación.
El humor clásico, inocente y educativo, llegó al corazón de las familias chilenas. Una producción que también contó con distintos proyectos paralelos como libros, una película y discos con las canciones del show. Con esa trayectoria, llegaron al escenario de la Quinta Vergara acompañados de un gran trabajo escenográfico que tenía variados elementos decorativos, bailarines de títeres e instrumentos a la medida para los personajes.
A pesar de ser una serie dirigida para los más pequeños, el show hizo reír a diferentes generaciones. “Nosotros siempre hemos tenido consciencia de que es una serie infantil pero que las series infantiles no son restrictivas de los niños”, comenta Álvaro Díaz a Culto, quien reconoce: “Se sabe que tenemos un carácter más amplio de nuestro público, y sobretodo pensando en que los primeros que se tienen que entretener con 31 Minutos somos nosotros, y ya somos bastante viejos”.
Acerca de la preparación, el director comenta: “En el caso específico de Viña, ensayamos como locos porque sabíamos lo que significaba, tuvimos que subir mucho el nivel, pensando en la tele y sabiendo la cantidad de expectativa que había, además de que teníamos que abrir una noche”.
Como no podían faltar, la presentación se acompañó de un amplio repertorio de canciones como “Doggy style”, “Me cortaron mal el pelo” y “Bailan sin cesar”, las que fueron interpretadas por la voz de Jani Dueñas, Álvaro Díaz, Pedro Peirano y Rodrigo Salinas.
Al respecto, Díaz revela que fue un desafío para él subirse a cantar a la Quinta Vergara, pues no tenía tanta experiencia como otros de los artistas: “Los músicos tenían más carretes y los que no teníamos tanto escenario teníamos cierto grado de amateurismo”.
Para lograr entregar un show redondo, Álvaro recuerda las sesiones de preparación: “Ensayamos mucho y nos encerramos diez días antes en el teatro de Matucana 100, estábamos muy concentrados, repitiendo una y otra vez el guión del espectáculo. Nos preparamos y fue el gran momento para hacer una subida de nuestro nivel artístico”.
En cuanto a la escenografía, hubo una gran preocupación que derivó en la necesidad de invertir dinero para poder costearla: “Yo creo que nunca más hemos tenido una producción tan grande como la de esa vez, también fue porque tuvimos la posibilidad de hacerlo. Me acuerdo que todo lo que nos pagaron lo gastamos en ese espectáculo”.
Uno de los tópicos que se tocó durante la noche fue la temida presencia del monstruo, fenómeno que aprovecharon para caracterizarlo en el escenario. Álvaro asegura que aunque 31 Minutos tiene un público acogedor, de igual manera fue una de sus preocupaciones: “Es una ocasión en la que uno tiene que estar muy concentrado, si bien es una muy buena oportunidad por la cantidad de gente que te ve, también se puede volver en contra si no tocas las teclas adecuadas, sobre todo cuando involucra humor”.
Sin dudas se trató de una velada muy especial que estuvo cargada de emotividad, sobre todo para quienes crecieron en compañía de estos títeres.
El paso de 31 Minutos se resume en un acierto que supo conjugar la inocencia del humor infantil, con la calidad de los artistas que interpretaron las canciones. “Lo conservo como un gran recuerdo profesional y fue increíble la recepción del público”, expresa Álvaro a Culto.
Revive la noche en que 31 Minutos se apoderó de la Quinta Vergara: