La increíble historia de Bunny Wailer, fallecido hoy a los 73 años, es conocida por todo seguidor del reggae: como fundador de The Wailers -junto a Bob Marley y Peter Tosh- y luego durante cuatro décadas de diverso trabajo en solitario, el músico jamaiquino fue uno de los responsables de transformar el género en un fenómeno global, pese a que, a diferencia de sus excompañeros, se quedó viviendo tranquilamente en su isla natal y haciendo música desde allá.
No son tantos, eso sí, quienes conocieron a Neville O’Riley Livingston, el verdadero nombre de Wailer, el hombre detrás de la leyenda. Y menos quienes pudieron atestiguar de primera fuente el porqué del apodo con el que éste cargó durante toda su carrera.
Uno de ellos fue el cantante nacional Quique Neira, referente de la escena reggae chilena y exvocalista de Gondwana, quien tuvo la oportunidad de ver en vivo y conocer en persona a Wailer, de quien destaca su influencia histórica en el género, su calidad interpretativa y su disco solista “Blackheart man” (1976), “lleno de canciones que son clasicos del reggae”.
“Fue una pieza fundamental del reggae. Del trío que fundó The Wailers, Bunny era el último que quedaba vivo, la última voz que podía contar en primera persona la historia del reggae, de la que él fue protagonista”, sentencia el solista. “Tenía un registro increible, con un color de voz hermoso”, agrega el cantante, quien estuvo junto al jamaiquino dos décadas atrás en Humboldt, California, en el festival Reggae On The River el año 2000.
“Se comía el escenario, tenía una energía brutal”, asegura Neira, quien en dicho evento materializó su primer y único encuentro con una de sus mayores inspiraciones artísticas. “Estuvimos conversando en un backstage horas antes de su concierto. Yo contándole más o menos lo que era mi vida ligada al reggae y lo que esta música le había hecho a mi vida. Él me decía que cuando partieron se dieron cuenta de lo que estaba pasando culturalmente con Jamaica, que se dieron cuenta de que esto iba a ser historia, lo sintieron inmediatamente”, rememora.
Durante esa conversación de media hora en camarines, Neira no sólo conoció a quien define como “un caballero, una persona súper sencilla, muy educado”. También descubrió la destreza oculta de Bunny Wailer y la razón detrás de su alias. “Mientras él me contaba esto tomó una zanahoria del catering, tomó su navaja y empezó a darle forma. Yo no sabía que estaba haciendo y después de 10 minutos resulta que se había construido una pipa con la zanahoria. Ahí saqué la conclusión de por qué le decían ‘Bunny’ (conejo en inglés)”, relata.
El mágico momento no quedó en eso y minutos después Quique Neira pudo presenciar el que define como el mejor espectáculo en vivo que alguna vez vio. “Después que conversamos me tocó verlo en vivo. He visto muchos conciertos de reggae en persona pero ese es el mejor que he presenciado en mi vida. Cada cierto tiempo él hablaba con el público, se sentía un ruido subterráneo parecido al de los temblores y de pronto sentía que él nos hacía levitar con su música. En ese momento, el tipo lograba levantarnos del suelo. Fue una cosa mágica”, cuenta.