Cuando invitaron a Luciana Sérvulo, directora brasileña de documentales, a participar del evento digital #MeTooBrasil en 2020, fue la primera vez que la cineasta habló públicamente del abuso emocional que había sufrido como profesional años atrás.
“No tenía idea antes del mal que el silencio me estaba haciendo, cómo estaba destruyendo mi salud física y mi salud emocional”, contó la directora de 54 años al diario español El País. Un episodio que la realizadora decidió canalizar en un colectivo y transformar en un proyecto que denuncie los abusos cometidos en la industria audiovisual, con el fin de evitar que otras mujeres del rubro atravesaran por experiencias similares en el futuro.
Bajo el nombre Respeito Em Cena -o en castellano, “Respeto en la escena”- Sérvulo creó una red latinoamericana de actrices y directoras de televisión, cine y teatro provenientes de 10 países latinoamericanos. El objetivo es, según ha detallado, activar una campaña que “saque la violencia psicológica a la luz y la ponga en el centro de la atención”.
La organización pretende hacer agendas conjuntas para desarrollar un “Código Ético Latinoamericano para el medio artístico”, el que debe impulsar debates tanto en la comunidad artística como en la sociedad y los medios.
A esta iniciativa -en la que participan artistas de Uruguay, México, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Colombia, Bolivia, Argentina y Chile-, se integraron desde el medio nacional las actrices Andrea Gutiérrez, Mariana Loyola, Romina Urbina y la Red de Actrices de Chile.
“Es una iniciativa que queríamos concretar hace tiempo, 2017 o 2018. El formar una red latinoamericana que visibilizara la violencia en nuestros espacios de trabajo, y esta era la instancia perfecta para hacerlo, desde la invitación de Brasil”, dice en conversación con Culto la actriz Andrea Gutiérrez, expresidenta del Sindicato de Actores chilenos, autora de una tesis sobre violencia de género contra actrices y escritoras en 2020, y actualmente, postulante a constituyente por el Distrito 10 (Lista de independientes de Movimientos Sociales).
“Al entender la violencia como hechos aislados o actos particulares, definitivamente no se está entendiendo el fenómeno. La violencia de género funciona como un entramado en el ocurren cosas más solapadas, más silenciosas, más invisibles, pero son las que construyen un camino hacia aquellos comportamientos que resultan más notorios, como son el acoso o el abuso”, añade para este medio.
Según detalló la actriz en su investigación, “las relaciones de poder son terreno fértil para la violencia psicológica”, ya que muy frecuentemente son directores y productores los que ejercen este tipo de violencia contra las actrices. “Aunque mi investigación dice que las actrices tienen un despliegue más profesional que los hombres, en el cine o teatro, son tildadas de locas, histéricas o de problemáticas”.
A su vez, durante su investigación, Gutiérrez dio con ejemplos de “ejercicios” de actuación en los que actrices debían hacer aseo para “regresarlas a los roles domésticos a los que se asocia lo femenino”, lo que se suma a comentarios relativos a la maternidad.
“Muchos comentarios de superiores que se refieren a la maternidad como algo que limita las carreras de las actrices, que es imposible compatibilizar, porque se le va a deformar el cuerpo y nadie las va a volver a llamar”, explica la candidata constituyente.
Liderazgos cuestionados y relaciones tóxicas
Según relata Sérvulo, el liderazgo de las directoras y sus decisiones artísticas son constantemente cuestionados. “Te doy un ejemplo clásico: cuando uno es una directora digamos, democrática [que pide la opinión de su equipo], eso puede significar en ese mundo machista del cine que uno es una directora ‘que no sabe qué quiere’’, dice al medio español.
Una afirmación avalada por una encuesta realizada en 2017 a más de mil trabajadores de las artes audiovisuales en Brasil. Los resultados concluyeron que un 59% de las mujeres consideran que sus opiniones son desconsideradas en su lugar de trabajo por su sexo u orientación sexual. “El sistema de machismo patriarcal en el que vivimos se refleja en un set de filmación”, dice la fundadora de “Respeto en Escena”.
En el proyecto participa también Maeve Jinkings, actriz brasileña de 44 años y a estas alturas una estrella consolidada en la industria. Su papel en Aquarius (2017) le dio reconocimiento internacional en el Festival de Cine de Cannes, y como actriz de renombre no quiso quedar quedar fuera de la iniciativa. En sus años de trayectoria en teatro, cine y televisión, Jinkings relata que sufrió abuso psicológico por parte de los directores con los que ha trabajado e incluso de una coordinadora de elenco.
“Esta última llegó a pegarme un bofetón en la cara durante un ejercicio que era, supuestamente, para liberar la rabia”, detalla la artista al medio español.
“Él [un director cuyo nombre no menciona] es famoso por intercambiar roles en sus películas por relaciones [sexuales], pero yo me negué a entrar en ese juego. Un día, él me miró y me dijo: ‘¿Te gustas demasiado, no?’. Nunca me olvidé de esa frase, porque es un ejemplo muy claro de cómo funciona la cosa en ese tipo de ambiente”, recuerda Jinkings, comparando la dinámica laboral con una relación tóxica.
Respeito Em Cena, además de ser una alianza latinoamericana contra la violencia física y psicológica en las artes audiovisuales, organizará actividades como encuentros virtuales y eventos artísticos que abordarán qué es la violencia psicológica, cómo se produce en el entorno artístico, cuáles son los impactos causados en la vida profesional, personal y familiar de quienes la sufren y cómo afrontarla, entre otros temas.
En su primera etapa, Respeto en escena está visibilizando la violencia psicológica o emocional, y también tiene por misión ver cuáles son todas las articulaciones, iniciativas, trabajos, y levantamientos de información que se han hecho en otros países.
“La violencia de género antecede cualquier profesión, pero adopta las formas de los oficios”, explica Andrea Gutiérrez. “Todo esto forma parte de una estructura violenta donde hay varios límites que se van traspasando y suelen ir entretejido el que te violenten psicológicamente, el menoscabo, el hacerte sentir inferior y el buscar desarrollar una forma del vida sometida”.
“Tenemos que hacer mucho trabajo en visibilizar y en educar sobre la violencia. Son muy importantes todos los protocolos para dar a conocer las prácticas que por años estuvieron naturalizadas. Ya sean charlas, manuales, conservatorios….”, concluye la actriz y candidata constituyente para Culto.
Respeto en escena también ofrecerá apoyo a las víctimas de abusos y acoso mediante asesoramiento, asistencia psicológica y jurídica.