Por curioso que suene, en los últimos 17 meses, las estatuas, bustos y memoriales repartidos por cada región y dedicados a grandes personajes de la historia criolla dejaron de ser objetos estáticos, espectrales o simplemente conmemorativos, para de alguna manera convertirse en protagonistas activos del debate público. El episodio más reciente -y probablemente el más radical- se vivió la noche del viernes, cuando un grupo de manifestantes en Plaza Italia prendió fuego al monumento al general Baquedano, en un hecho condenado por el gobierno y el Ejército. A más de 120 años de su muerte, las luces y sombras en la biografía del militar y presidente provisional que lideró la ocupación de La Araucanía dominan por estos días la discusión en el país.
Mucho antes que esto, tras el estallido social de octubre de 2019, el Consejo de Monumentos Nacionales comenzó a recopilar información y a elaborar diagnósticos en torno a los monumentos públicos de las diversas zonas de país, con el fin de evaluar el estado de conservación de decenas de esculturas, estatuas y placas que de un día para otro pasaron de una relativa invisibilidad a ubicarse al centro del imaginario urbano (y en algunos casos, de las mismas revueltas). Pero el trabajo del organismo fue más allá de un simple control de daños y se hizo cargo de otra crisis de representatividad: buscando abordar la investigación con perspectiva de género y con el fin de levantar información para futuros programas, el estudio se propuso determinar cuántos de estos monumentos están dedicados a hombres y cuántos a mujeres. Los resultados del informe son tan elocuentes como demoledores.
De acuerdo al primer Estudio de Monumentos Públicos a Mujeres en capitales regionales de Chile, realizado por la Secretaría Técnica de la entidad en colaboración con el Archivo Nacional, de las 621 estatuas y placas identificadas por el catastro en cada una de estas ciudades, sólo 29 corresponden a obras dedicadas a mujeres. O sea, aproximadamente un 4,7% del total. Incluso, existen cuatro capitales de las 16 regiones del país -Maule, La Araucanía, Los Ríos y Aysén- que no registran monumentos conmemorativos a mujeres.
Un porcentaje ínfimo que expone otro tipo de brecha de género en el país, esta vez en el espacio y en el imaginario público, donde las mujeres ocupan un rol notoriamente secundario. De hecho, de acuerdo al mismo informe, un 57% de las más de 600 obras de este tipo ubicadas en las principales ciudades de Chile están dedicadas a hombres, mientras que un 38% a otro tipo de conmemoraciones, como, por ejemplo, batallas históricas.”
Los monumentos públicos, al igual que toda expresión, lo que hacen es reflejar una sociedad. Esta cifra no nos tiene que sorprender y probablemente lo que sigue ahora es el análisis de otras categorías de monumentos nacionales donde nos vamos a encontrar con realidades parecidas”, plantea Erwin Brevis, secretario técnico del CMN, sobre el último catastro de la institución, cuyos resultados preliminares fueron presentados el jueves pasado, durante un conversatorio en el Palacio Pereira.
El análisis en detalle por cada zona y a las distintas obras identificadas también arroja datos decidores. Por ejemplo, en el caso de la Región Metropolitana: si bien Santiago tiene la mayor cantidad de monumentos públicos de todas las capitales regionales del país (125 en total), las que homenajean a mujeres se reducen a sólo seis. Entre ellas, la escultura a la matrona y filántropa Antonia Salas en calle Merced; la escultura de Santa Teresa de los Andes en el Parque de Los Reyes y los monumentos públicos a las Educadoras y las mujeres víctimas de represión política, en la Alameda y en Plaza Metro Los Héroes, respectivamente.
Con todo, Santiago muestra cierta diversidad en este punto si se le compara con otras capitales regionales, donde la presencia femenina en términos monumentales no sólo es escasa, sino que reducida a pocos nombres. Ahí surge otro dato revelador: de las 29 obras que tributan a mujeres en estas ciudades 13 son dedicadas a Gabriela Mistral. El resto se reparte entre personalidades históricas como Isabel la Católica y Micaela Cáceres viuda de Gamboa -fundadora de la Sociedad de Obreras de Socorros Mutuos de Valparaíso en 1887- y figuras más recientes, como la diputada Gladys Marín, la periodista Lenka Franulic y la cineasta Adriana Zuanic.
”Incluso, Gabriela Mistral, que fue una mujer de pelea y diferente a todas las demás, incluso por su orientación sexual, que es algo que recién ahora se está destapando, siempre se le tiende a poner como profesora, que adoraba a los niños, con el vestido largo, en general disfrazada de algo que no es que ella no fuera, pero también era muchas otras cosas: una gran intelectual, una mujer que sentía, gran viajera. Pero nosotros tendemos como a reducir a estas personas”, comenta Emma de Ramón, directora del Archivo Nacional e integrante del equipo que realizó el estudio.
En ese sentido, la investigación no sólo establece que el porcentaje de monumentos a mujeres es muy bajo frente a aquellos que hacen referencia a hombres y a hechos históricos, sino que además son, en general, de pequeñas dimensiones, poco visibles en la ciudad y “orientados a aquellas mujeres que han desempeñado roles que tradicionalmente se han asociado a la mujer”, como maestras y cuidadoras. El informe, incluso, advierte sobre la escasa presencia de obras realizadas por artistas mujeres, “a pesar de contar con escultoras de prestigio internacional ,como Rebeca Matte, Marta Colvin o Lily Garafulic”.
”Esa situación de siempre poner a las mujeres en un segundo plano es lo que permite la violencia que muchas de nosotras vivimos a diario, desde el acoso callejero hasta la violencia en todas sus formas”, asegura De Ramón. “En la medida en que los monumentos, el patrimonio y la cultura no reconozcan la presencia de la mujer en la misma forma en que se hace con los hombres, va a seguir existiendo esta gran inequidad que hoy vemos. Al final, uno crece entremedio de puros héroes que son hombres, entonces dónde está una ahí, dónde están las mujeres que se la jugaron porque nosotros naciéramos. Por alguna razón consideramos más valioso pelear en una batalla que dar a luz a un hijo”, agrega.
Vandalizar o intervenir
Junto con llevar a cifras los homenajes a mujeres en el paisaje urbano chileno, el estudio del Consejo de Monumentos Nacionales detalla el estado de conservación de cada una de estas 29 obras, distinguiendo entre aquellas que están en buena forma de las que han sido vandalizadas, rayadas o intervenidas de diversas maneras.
Sólo en el caso de Gabriela Mistral se encuentran casos de todo tipo: mientras algunas obras dedicadas a la premio Nobel están en perfecta condición, hay al menos dos bustos de la poetisa que presentan “adhesión de textiles y elementos extraños”, como el del mirador Camogli de Valparaíso y el de la Plaza Benedicto de Arica, que hoy lucen stickers pegados en su base y pañuelos con los colores de la bandera LGBT. El busto de Mistral ubicado en la plaza homónima de Rancagua, en tanto, perdió su placa y su cabeza fue arrancada, conservando sólo tronco y hombros.
”Hay una diferencia inmensa entre atacar un monumento e intervenirlo de manera respetuosa”, señala De Ramón. “La expresión estética de la gente no puede ser nunca algo feo o repudiable, porque cuando se hace con respeto y creatividad es valorable, aunque no le guste a todo el mundo”, dice sobre una problemática que, tal como ha ocurrido en otros países, también ha saltado al centro de la discusión en Chile en el último año y medio, inspirando columnas, debates y hasta libros en torno a la relación de la sociedad con sus símbolos.
”Estos grandes personajes que fueron destacados por la historiografía más anticuada del siglo XX hoy día a los chiquillos no les hacen mucho clic. Creo que hay que indagar en la comunidad, buscar dentro de su identidad y memoria quiénes son los modelos a seguir para el día de hoy, no para el pasado. Tal vez nos hemos quedado en la construcción de una monumentalidad republicana del siglo XIX y XX”, sostiene la directora del Archivo Nacional.
En ese sentido, sobre la brecha de género que presenta el mobiliario urbano, Brevis destaca que el nuevo catastro de la entidad es el primero de varios con este mismo foco, los que serán utilizados para dialogar con las distintas municipalidades -las que por ley mantienen y en su mayoría levantan estos monumentos- y otras organizaciones.
”En base a estos análisis tenemos que ver cómo se enfrenta esto hacia el futuro y cómo deberían ser los procesos en las localidades para la identificación de nuevos monumentos de este tipo, o si es necesario o no seguir construyéndolos. Son preguntas que se tienen que hacer las comunidades y nosotros, por supuesto, apoyar y orientar en lo que corresponda”, explica.
”Aunque se han dado pasos importantes hacia la igualdad de derechos y oportunidades, tenemos el desafío de visibilizar el rol de las mujeres en el desarrollo cultural de las sociedades”, comenta la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Consuelo Valdés. “Esta radiografía sobre la representación femenina en los monumentos confirma una realidad que se replica también a nivel internacional. Por eso es tan relevante que visibilicemos esta presencia marginal y podamos reflexionar sobre ello. El patrimonio es memoria y futuro, por eso nos interesa cambiar el rumbo”, asegura.
Según Emma de Ramón, “para poder hacer efectiva la presencia de la mujer dentro del patrimonio y de los monumentos, tiene que haber una voluntad explícita de los gestores de la cultura, si no nos quedaremos en la inercia y seguiremos levantando los mismos monumentos que se han levantado desde siempre, fundamentalmente hombres, militares o grandes presidentes de la historia”.