En Chile, Ricardo González Gutiérrez, conocido popularmente como Cepillín, marcó a una generación. Específicamente a aquella que cuando niños vieron su programa en Televisión Nacional de Chile, que en los primeros años 80 transmitió el espacio que el payaso, cantante y odontólogo mexicano tuvo en la cadena Televisa a partir de 1977 y que lo lanzó a la fama a nivel continental. Un fenómeno televisivo y discográfico de entretenimiento infantil que antecedió por poco a “Cachureos”, “El mundo del profesor Rossa” y a una serie de recordados espacios facturados en el país por ese entonces.
Esos mismos niños, hoy de cuarenta y tantos años o más, lloran la partida de González, a sus 75 años, por complicaciones cardíacas producto de una operación en su espalda. Un artista que en su país natal trascendió a la simple anécdota o al mote de personaje infantil para transformarse en una leyenda del mundo del espectáculo, en un sitial similar al que ostentaron los ya fallecidos Chespirito (Roberto Gómez Bolaños), Tin Tan (Germán Valdés) o incluso Chabelo (Xavier López Rodríguez), a sus 86 años uno de los últimos sobrevivientes de esa raza de comediantes y entretenedores televisivos mexicanos, algo exóticos o derechamente incomprensibles para la visión y sensibilidades de otros continentes.
De hecho, además de sus populares programas para niños como el mencionado “El show de Cepillín”, González inspiró en México a fines de los 70 una serie de historietas, participó en diversas películas de corte circense, grabó cerca de una veintena de discos de gran éxito y apadrinó y lanzó a la fama -a través de sus espacios en TV y teatro- a figuras como Salma Hayek y Yuri. Hasta sus últimos años conservaba su apariencia algo desgarbada, con barba pintada de blanco y jockey de color rojo.
Su partida conmocionó a México. En las últimas horas, deportistas, actores, presentadores de televisión y hasta políticos de ese país reaccionar a la muerte del icónico personaje con sentidos mensajes en redes sociales. Incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador compartió en su cuenta de Twitter un registro del encuentro entre ambos en un aeropuerto hace dos años. “Mi pésame a la familia de Cepillín, líder del entretenimiento de niñas y niños. Que en paz descanse”, posteó el mandatario.
La llegada a la televisión de González fue, en cierta manera, fortuita. Tras cursar la carrera de Odontología en la Universidad de Monterrey, a fines de los años 60, empezó a pintarse la cara para que los niños que iban a su consulta no le tuvieran miedo mientras los atendía, según contó en una entrevista con Don Francisco en “Sábado Gigante”. Por esos mismos años el estadounidense Patch Adams hacía algo similar con sus pacientes y su entonces innovadora “risoterapia”.
El improvisado personaje de González se expandió en diversos programas de higiene dental en colegios de Monterrey, hasta que un ejecutivo vio su performance y lo llevó a la pantalla, con un espacio que estuvo al aire entre 1971 y 1977 en la televisión local del estado de Nuevo León. Su salto definitivo a la fama llegaría ese mismo año, cuando fue hasta Ciudad de México y fue fichado por la gigante Televisa.
El deceso del artista fue confirmado por uno de sus hijos, quien la noche del domingo ya había adelantado que su padre se encontraba intubado tras presentar complicaciones cardíacas y una neumonía tras ser operado de la columna vertebral. Durante la hospitalización, además, se detectó que también padecía cáncer.
“Quisiera yo darles un buen pronóstico, pero me acaban de decir que acaba de fallecer mi papá. (…) Era una persona muy fuerte; un guerrero”, indicó su hijo Ricardo González Junior a la televisión mexicana ayer, informando del fallecimiento de su padre. Un artista que, al menos en Chile, dejó huella en el público infantil de los primeros años 80 con su mezcla de música y entretención en pantalla.