No solo es la esperada sucesora de El gigante enterrado (2016), sino que es la primera novela que publica tras haber obtenido el Premio Nobel de Literatura, en 2017. Kazuo Ishiguro (1954) está de vuelta con Klara y el sol, la cual llegará a nuestro país vía Anagrama.
Si bien, el tema de la memoria ha sido una constante en la carrera del escritor nacido en Japón (pero con nacionalidad británica), en esta ocasión, la idea central va por otro lado.
Ocurre que la protagonista es Klara, una especie de robot que cumple las funciones de AA (Amiga Artificial), máquinas programadas para que acompañen a los humanos, sobre todo a los niños. Ella es muy observadora, y durante la novela va construyendo un mundo en base a lo que observa y aprende, algo así como una selección, tal como funciona la memoria.
“Si hay una preocupación, es más por el futuro. Al principio, Klara no tiene ninguna clase de recuerdos, y a medida que avanza la historia empieza a tener recuerdos. Pero si intenta esconderse de algo, es del futuro no del pasado”, responde Ishiguro a Culto en una rueda de prensa vía Zoom.
Sobre lo mismo, Ishiguro agrega: “Me parece interesante y liberador tener a alguien que no tiene recuerdos al principio, y que paso a paso va acumulando evidencias del pasado. Este libro versa menos sobre el tema de la memoria que otros libros anteriores”.
Películas, niños y el sol naciente
Ishiguro asegura que la inspiración para esta novela le vino desde un género que él reconoce admirar: los libros infantiles. “Siempre me han fascinado los libros infantiles, me gustan los libros ilustrados. Hace años tuve una idea para un libro ilustrado para niños pequeños, y siempre me ha fascinado el mundo que se dibuja en ellos, porque los adultos solemos proteger mucho a los niños de las dificultades de la realidad, y siempre queremos presentar una versión amable del mundo, pero en algún lugar se puede ver una pista de la oscuridad del mundo que les espera”.
Una pregunta que siempre le salta a los escritores, es sobre otros libros que le influyeron durante el proceso de trabajo. Ahí, Ishiguro señala que más otras lecturas, lo que le influyó más a la hora de escribir Klara y el sol, fue el cine. “Siempre me han influenciado más las películas, como 2001, Odisea del espacio, esa sí que me impactó”, pero, recalcó, la idea central siempre fue sacada desde los libros infantiles, la que de alguna forma vincula con el cine a través de Klara.
De esta manera, Ishiguro indica que tomó la idea -propia de la fábula infantil- en que el protagonista no es un ser humano, y la trajo al mundo moderno. “Mi ser viene desde las novelas infantiles, donde el animal, o una muñeca es el protagonista de la historia. Esa idea traslada al mundo de la inteligencia artificial. Klara no fue HAL 2000, accidentalmente puede tener algún nexo con el cyborg de Terminator II, esa figura protectora”.
Incluso, tal es la influencia del séptimo arte, que señala que el cine clásico nipón (el de Akira Kurosawa o Ishirö Onda) ha sido más importante para él que los mismos escritores nacidos bajo el sol naciente. “Me han influenciado la generación de cine de los ’50 en Japón, toda esa generación me marcó, tuvieron su efecto sobre mí y sobre su manera de escribir”.
El Nobel optimista
En 2017, Kazuo Ishiguro recibió el Premio Nobel de Literatura, siendo el tercer galardonado nacido en Japón. Antes, lo obtuvieron Yasunari Kawabata, en 1968; y Kenzaburō Ōe, en 1994. En su discurso de aceptación, Ishiguro dijo algo llamativo: “Formo parte de una generación tendente al optimismo”. Esa mirada positiva de alguna manera se coló en Klara y el sol, a contrapelo de uno de sus libros anteriores: Nunca me abandones (2005).
“Cuando escribía Klara y el sol, no era consciente de la relación con ese libro. Fue después, cuando ya estaba terminando, cuando me di cuenta que era mi propia respuesta a Nunca me abandones, a un nivel comercial, no intelectual -cuenta Ishiguro-. Yo recuerdo que hace 5, 6 años tuve que releer Nunca me abandones, y noté que era muy triste y pensé: ¡el hombre que escribió esto debe animarse un poco!”.
Así, Ishiguro comenzó a teclear una novela con una impronta optimista. “Yo quería escribir una historia que fuera a un territorio parecido, pero expresando esperanza. Era importante que el personaje principal, Klara, nunca perdiera la esperanza, a un punto infantil. Tiene esperanza que hay bondad en el mundo, ella cree que esa bondad viene del sol, y nunca pierde esa fe”.
“Con la edad, al hacerme mayor me he convertido en una persona más optimista respecto a la naturaleza humana”, agrega.
Pero más allá de ese espíritu optimista, la pregunta cae de cajón. ¿La sombra pesada del Nobel habrá influenciado en la escritura del libro? Ishiguro lo descarta.
“Ya llevaba una tercera parte del libro cuando recibí el galardón, así que no afectó realmente la escritura del libro. Cuando llego a esa fase, es porque ya llevo dos años pensando y planificando el libro, después me siento a escribir, ahí el proyecto es muy sólido”, cuenta el autor de Los inconsolables.
Eso sí, una idea se le cruzó por la cabeza al recibir la medalla. “Al volver de Estocolmo esperaba que todos mis problemas de escritura y narrativa hubiesen desaparecido, como si mi capacidad fuera más grande, pensaba que saldría todo ordenado de repente. Pero no. Era exactamente igual como lo había dejado antes de viajar. Tenía los mismos problemas al seguir escribiendo Klara antes de recibir el Nobel. Es como si el Nobel me hubiera sido entregado en otro planeta y al volver a casa, volví a ser quién era yo, y espero que no afecte en nada mi escritura. Así lo espero”.
Por esta idea de cambiar, de pasar de una idea pesimista por otra optimista, es que Ishiguro reconoce en Bob Dylan a otra influencia. “Él cambiaba el estilo constantemente, eso era recibido con hostilidad por parte de sus fans. Yo pensaba que eso era algo positivo, yo quería hacer eso, pensaba que era una heroicidad cuando él pasó de ser acústico a eléctrico. Para mí era lo ideal a seguir”.
Klara y el sol llegará a las librerías nacionales a partir del próximo mes de abril.