El calendario dice que Aron Hernández lleva poco más de dos meses interpretando a su personaje en las grabaciones. Pero al añadir una etapa de preparación que se extendió más allá de lo planificado a raíz de la pandemia, el actor de 25 años totaliza cerca de un año con Jorge González en su cabeza e imaginando cómo era ser él en los 80.

“No fue tan extenuante aprender a tocar un instrumento, no me agotó tanto, me entretuvo en vez de agotarme”, dice el intérprete desde las grabaciones de la ficción de Movistar sobre el grupo, llamada simplemente Los Prisioneros.

“En la época de rodaje, creo que lo más extenuante ha sido meterme en la cabeza de este rol, de este personaje. Y no solamente en la cabeza, sino que en el corazón. Creo que ahí está la gran llave de este personaje, porque no solamente es un genio del hablar, de lo que dice, sino que es un genio de las emociones. Si al final lo que él transmite en sus canciones no es solo pensamiento, son emociones”.

Desde el comienzo de las filmaciones, en enero, Hernández cuenta que sólo ha perseguido seguir profundizando en su papel, prácticamente sin respiro. Cada día, al terminar su jornada en el set, llega a comer y ver o escuchar registros históricos de los sanmiguelinos. También a poner sus canciones mientras se traslada a una nueva locación para continuar dando vida a la historia que comienza en 1984 y termina en 1989, previo al lanzamiento de Corazones.

“Siempre tratando de retroalimentar y entendiendo el porqué de las cosas o creando mi propio imaginario de lo que fue ser él en esa época”, define el actor. “También intentar incluir hábitos que tenemos del personaje en la serie, que es que siempre anda con su libreta, siempre escribiendo”.

En ese proceso de acentuar su inmersión en el papel ha trabajado estrechamente con Andrew Bargsted y Diego Madrigal, los Claudio Narea y Miguel Tapia de la ficción, la primera en contar con los derechos de las canciones y el aval de los músicos. Los tres fueron escogidos tras un extenso casting realizado por el equipo comandado por la showrunner Joanna Lombardi, los directores Carlos Moreno y Salvador del Solar y la productora local Parox.

Ahora sólo quedan unos días de grabaciones -finalizan este viernes si no hay cambios producto de las medidas sanitarias- y Hernández ya advierte la despedida. “Es imposible que no se te mezclen las cosas y no generar vínculos. Creo en el año que llevamos trabajando, lo que ha sucedido es que simplemente nos hemos hecho cada vez más amigos. Sabemos que nos tenemos que separar al final del rodaje y en la ficción también. Todo eso aporta a las escenas”.

La madre y el ejecutivo

Inicialmente el rodaje de Los Prisioneros estaba planificado para arrancar a mediados de 2019. La crisis generada por el Covid atrasó sus fechas y también obligó a que se cayera la idea de llevar a los protagonistas a filmar a Perú y Colombia, países que la banda visitó con éxito en los 80. Ajustando el plan inicial, esas escenas se grabaron en el país, incluido un show de la agrupación en la plaza de Acho en Lima.

En su rol de showrunner de la ficción de ocho capítulos de media hora, Lombardi enumera ventajas: “El año que el proyecto tuvo que parar le hizo bien a la producción, porque tuvimos mucho más tiempo de trabajo de guión y además permitió que nuestros Prisioneros se convirtieran en músicos. Ahora los tres tocan muy bien sus instrumentos”.

También detalla que algunas secuencias que pensaban doblar en postproducción, finalmente las han podido filmar con los propios actores, tras alcanzar la habilidad suficiente para aportar ese componente de autenticidad a la serie.

De hecho, las escenas de conciertos -bajo el protocolo sanitario correspondiente- bien podrían calificar como algunos de los primeros shows con público en realizarse en pandemia en el país. Una de las locaciones usadas con ese fin fue la Perrera de Santiago, detallan desde la producción.

Una de las integrantes del elenco que ha sido testigo privilegiado de la transformación del trío es Amparo Noguera. La actriz fue contactada para interpretar a la madre de Jorge González, Ida Ríos. Aunque la mayoría de sus escenas son en la casa de la familia en San Miguel, pudo observar de cerca la complicidad entre Hernández, Bargsted y Madrigal.

“Son impresionantes, tocan igual, y el casting está muy bien hecho. Aron se parece mucho a Jorge González y con Tapia y Narea están muy bien elegidos los actores”, apunta Noguera, quien también recuerda una escena que protagoniza en la serie: “Hay un momento donde esta madre ve a su hijo tocando en Sábados Gigantes. Para ella es un momento muy emocionante porque, mal que mal, estaba prendido en todos los televisores de Chile”.

Si bien asegura que no hubiera buscado conocer a la madre del músico aunque hubiese podido (falleció en octubre de 2018), desde su óptica, el personaje que encarna “era una mujer que hacía gestos amorosos, hogareños y de contención en una época donde todo era muy hostil. Por lo menos en la serie, no hay una presencia importante del padre”.

La actriz se sumó de ese modo al elenco femenino de la serie, que también cuenta con las intérpretes detrás de las Cleopatras: Mariana Di Girolamo (Patricia Rivadeneira), Geraldine Neary (Jacqueline Fresard), Li Fridman (Cecilia Aguayo) y Annick Durán (Tahía Gómez).

Uno de los últimos nombres en añadirse a la producción fue el argentino Gastón Pauls, un viejo conocido del cine chileno que fue confirmado sobre la marcha y tras tener certeza de que podría viajar al país. Su rol es el de un ejecutivo de EMI con el que la serie se toma ciertas licencias históricas.

“Le da un contrapunto”, indica Lombardi sobre el acento que marca frente a los protagonistas. “Tenemos esta imagen de este ejecutivo argentino que le dice a Los Prisioneros las cosas que tienen que hacer y obviamente, conociendo a Jorge González, ya te puedes imaginar que esas conversaciones son divertidas”.

Con un estreno agendado para el segundo semestre en Latinoamérica (por Movistar Play), pero sin una segunda temporada a la vista, Aron Hernández está a horas de despedir al personaje que le dedicó todo 2020 y parte de 2021.

Cuenta que, por cómo ve la actuación, seguramente tomará terapia al finalizar el proceso, para “ser responsable con uno mismo emocionalmente”.

“Luego de un año de preparación para entrar a un personaje, creo que ahora tengo que hacer el camino de vuelta, no de salir, sino que regresar a mí, por decirlo de alguna manera”, explica, dejando abierta la puerta a volver a encarnar al personaje a futuro en este u otro proyecto, pese a la intensidad del viaje actoral que implicó en solitario y en conjunto con sus compañeros.

Por ahora, sueña con conocer a González en la vida real. “No le preguntaría nada, solamente me gustaría sentarme con él en su living a tocar una canción juntos”.