Esta mañana, la directora Maite Alberdi y la productora Marcela Santibáñez se transformaron en las primeras chilenas en ser nominadas a los premios Oscar, por su elogiado documental El agente topo. Si se imponen a su competencia en la ceremonia del 25 de abril, la dupla se unirá a Gabriel Osorio y Patricio Escala (Historia de un oso) y Sebastián Lelio (Una mujer fantástica) como los únicos ganadores chilenos de la estatuilla dorada.

Pero en la 93° edición de los Oscar el filme ambientado en un hogar de ancianos no es el único título con vínculos chilenos. Incluida en la categoría de Mejor película animada, Wolfwalkers confirmó los elogios que ha recibido desde su estreno en el último Festival de Toronto y se medirá ante dos títulos de Pixar (Soul y Unidos), a un largometraje de Netflix (Más allá de la luna) y a A Shaun the Sheep movie: Farmageddon, de la compañía Aardman (Pollitos en fuga).

En el filme –original de Apple TV+, la plataforma detrás de Ted Lasso y el documental de Billie Eilish– trabajó el animador Víctor Paredes, hermano del escritor y dramaturgo Pablo Paredes (El reemplazante).

El artista fue contactado en 2017 para que se uniera al equipo de la película, luego de hacerse conocido en el medio por sus tutoriales de animación para YouTube y, específicamente, por su manejo en Moho, un software especializado en 2D altamente cotizado en el medio. Ya en esa época había trabajado en la serie The boss baby, de Dreamworks, y en paralelo a su carrera, había colaborado en la campaña presidencial de Beatriz Sánchez, junto a otras actividades de Revolución Democrática y el Frente Amplio.

Víctor Paredes

Tras ser convocado por el estudio del largometraje, Cartoon Saloon, Paredes se mudó hasta Kilkenny, Irlanda, donde hoy vive y trabaja en el siguiente largometraje de la compañía. Una decisión, que explicó a Culto en diciembre, tuvo como gran dificultad el inglés. “El problema era el idioma, porque es muy difícil llegar a ser uno mismo en otro idioma”.

Su labor en Wolfwalkers consistió en encabezar el equipo detrás del programa (Lead Moho Animation Artist, se lee en los créditos de la cinta) y así ayudar a dar vida a la historia principal, ambientada en Kilkenny en 1650 y enfocada en dos niñas: una aprendiz de cazadora y una joven que tiene la capacidad de transformarse en lobo.

Un relato que a los directores Tomm Moore y Ross Stewart les permitió hablar sobre temas como la colonización y el autoritarismo, desplegando una exquisita técnica de animación dibujada a mano. La apuesta sedujo a críticos, premios de la industria (Globos de Oro, Bafta y Critics Choice Awards la celebraron en sus nominaciones) y los mayores reconocimientos de la animación, los premios Annie, que le dieron diez candidaturas, empatando con Soul.

Luego de aspirar al galardón con sus tres primeros largometrajes (The secret of Kells, Song of the sea y The breadwinner), pero nunca ganarlo, Cartoon Saloon podría dar la sorpresa en los Oscar venciendo a otros estudios de mayor tradición.

Lo haría con Víctor Paredes en su equipo, quien actualmente es además dueño del programa Moho, luego de haberle comprado junto a unos amigos los derechos del software a los creadores originales.