C. Tangana - El Madrileño

La arquitectura del pop actual se concentra en un mínimo de pilares, con el urbano llevando lejos esta síntesis originada en el hip hop hace 40 años. Sin embargo, De La Soul y Beastie Boys incrustaron otros géneros y texturas comprobando la elasticidad del género.

El español C. Tangana (30) se sincera no muy lejos de los asuntos recurrentes del urbano -”no puedo más que pensar en tu culo al pasar, rebotando”, entona en “Comerte entera”-, y así también carga rótulo de machista. Tras una década evolucionando desde el rap hasta destacar en rankings y acumular rivalidades con ex compañeros subterráneos que lo acusan de vendido, presenta un álbum prometedor sobre las alturas posibles del urbano.

El Madrileño es un logrado collage de invitados estelares -entre varios, Toquinho, Drexler, Feliciano, Calamaro-, enfrascados en sonoridades e instrumentos escasos en la oferta del género. Entre bases cunde calidez análoga y un tratamiento distante de la tintura robótica de Ídolo (2017). C. Tangana homenajea la canción popular hispanoamericana bajo la mirada de estos años 20.

Weezer - Ok Human

El disco o la canción “beatle” como parada obligatoria de una trayectoria con pretensiones, es un subgénero con distintos representantes a través del tiempo y en diferentes latitudes, artistas como The Bee Gees, ELO, Tears for fears, Oasis, Fito Páez y Los Tres. Le corresponde el turno a Weezer y cogen el manual: orquesta grabada en Abbey Road para una docena de canciones breves, arrullando piezas compuestas desde el piano y la voz con acompañamiento soft rock.

El tono confesional, las reflexiones sobre el amor de pareja, la cotidianidad, las relaciones interpersonales, los riesgos de la tecnología (a veces celebrada, otras criticada) y la mortalidad, todas cavilaciones propias de una persona cruzando la cincuentena como es el caso de Rivers Cuomo, construyen un disco con la espesura de un musical. A 27 años de un debut brillante, Weezer hace lo que se supone deben hacer los grandes, pero no queda tan claro si corresponde el honor.

The Horrors - Lout

Los primeros segundos de este EP de la banda británica son desconcertantes, como una interferencia en la transmisión. The Horrors sintoniza su primer material en cuatro años a través de corrientes industriales con paladar noventero, mediante una violencia y saturación inusitadas. Ya habían adelantado camino hacia la electrónica en V (2017) sin olvidar la genética rock, pero la aceleración recuerda la acidez de Songs of faith and devotion (1993) de Depeche Mode, la distorsión con azufre según Ministry, y la rabia explosiva de Nine Inch Nails.

La canción que da nombre al EP desata guitarra y batería machacante, la voz provocadora y fría -”tengo algo de sufrimiento reprimido en mi interior”-, un quiebre de aires monacales interrumpido por un resquebrajado riff metálico. Sigue el crispado instrumental Org con reminiscencias de The Prodigy, para cerrar con Whiplash, bocado de metal y electrónica en abrazo carnal. “Quiero sentir tu sangre, en mis cortes más profundos”, canta Faris Badwan como un anticristo superestrella. De giros dramáticos, The Horrors sabe.