Grammy 2021: Agregar a la lista
Es la era dorada del pop encabezado por mujeres, cuyas raíces se remontan hace casi 60 años con el éxito avasallador de artistas afro americanas como The Shirelles y The Supremes, seguido de la actitud estremecedora y rotunda de Aretha Franklin en pleno auge del Movimiento por los Derechos Civiles.
Los titulares se prestan a engaños. Los premios Grammy del pasado domingo registraron “un mínimo histórico” de teleaudiencia en EE.UU., un descenso brutal de 53% comparado a 2020, según destaca Variety. En la biósfera Twitter, fue el mejor show en años a pesar de los rigores de la pandemia, un ejemplo para otras entregas con un montaje variado y vertiginoso, resumen anual del momento de la música pop acorde al lente de los norteamericanos.
La baja audiencia es una merma compartida por ceremonias similares. Los últimos Golden Globe retrocedieron dos tercios respecto de los espectadores del año pasado. La premiación de la industria musical estadounidense tuvo menos asistencia en directo, pero las cifras de retransmisión marcaron un récord histórico -83% más que en 2020-, constatando los cambios en los hábitos de consumo ante una oferta audiovisual en permanente multiplicación.
El público sigue interesado en los Grammy, sólo que chequea en diferido mediante distintos soportes con la misma lógica de agregar títulos a listados personalizados, sean canciones, series o películas, tal como hace 30 años se programaba el VHS para grabar en ausencia o mientras se sintonizaba otro canal. #Grammys fue tendencia en redes durante 18 horas, confirmando su estatus como uno de los eventos del año.
El dominio prácticamente absoluto de las estrellas femeninas en el show y los premios, subrayó una diversidad de estilos complementarios. La híper sexualidad de Megan Thee Stallion, orgullosa por las curvas generosas y soberana de fraseo embrujante sobre apetitos carnales, convive con las angustias post adolescentes de Billie Eilish, las maneras principescas de Taylor Swift, el reinado de pasarela y pista de Dua Lipa, todas vigiladas con sonrisa maternal por Beyoncé, y su récord de gramófonos para una artista femenina.
Es la era dorada del pop encabezado por mujeres, cuyas raíces se remontan hace casi 60 años con el éxito avasallador de artistas afro americanas como The Shirelles y The Supremes, seguido de la actitud estremecedora y rotunda de Aretha Franklin en pleno auge del Movimiento por los Derechos Civiles, una poderosa genealogía base del empoderamiento actual.
Las presentaciones de BTS y Bad Bunny presagian que la hegemonía anglo está bajo una lenta pero inexorable cuenta regresiva. El desafío al duopolio de EE.UU. y Gran Bretaña recién comienza.
A falta de público en vivo, hubo batallas de trolls donde finalmente nadie resultó herido, contribuyendo a la efervescencia y barullo necesario para un show así. El Army de BTS se enfureció porque no ganaron Mejor Canción Pop a Dúo o Grupo, en su primera nominación. Acusaron xenofobia y ametrallaron con dislikes el video del tema vencedor Rain on me, de Lady Gaga con Ariana Grande.
El fandom reacciona como tal, aunque lejos de los adolescentes derritiendo vinilos de Los Beatles por las palabras de Lennon sobre Cristo en 1966, en la misma vibra de los nazis y sus hogueras de libros, o la homofobia tras la Disco Demolition Night de Chicago en 1979. ¿Los fanáticos del siglo XXI son más civilizados? Quizás.
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