“Me trató como a un adulto”: la desconocida historia de Kathy Harrington, la “hija” de Truman Capote
Ella era de la hija del amante del escritor, quien no dudó en apadrinarla y apoyarla. La llevó a vivir a Nueva York, la protegió y le enseñó a desenvolverse en sociedad. Un documental centrado en tal vínculo se estrena por estos días.
Se lo presentaron como suele ocurrir en esos casos. “Un amigo”, era la explicación oficial que le dieron. Pero en rigor, lo que estaba haciendo Jack O’Shea era introducir a su amante gay a la casa en Long Island donde vivía junto a su esposa y su hija, Kathy.
Tiempo después, la relación se hizo evidente y Jack abandonó la casa. Pero a la pequeña Kate no le fue indiferente el rostro.
Así, a sus 13 años cumplidos, y necesitada de un trabajo, Kathy encontró el número de teléfono del “amigo” de su padre para ver si podía ayudarla a encontrar un trabajo. No dudó y marcó.
Para su sorpresa, la recepción fue positiva. “Truman me trató como a un adulto”, le dice Harrington a Ebs Burnough en su documental The Capote Tapes, que se estrena este fin de semana en el Festival Internacional de Cine de Toronto, y disponible en mercados como España a través de la plataforma FIlmin.
“Él dijo: ‘Lo único que puedes hacer a tu edad para ganar una buena cantidad de dinero es ser modelo’. Pensé que era una idea loca, porque nunca había pensado en mí de esa manera ... [pero] él me llevó al estudio de Richard Avedon”.
Desde ese día, su vida cambió. “Lentamente, lentamente, lentamente mi mundo entero comenzó a cambiar ... porque abrió las puertas de la literatura, la danza, el arte, la música, la moda y conocí a todo tipo de personas consumadas”, agrega.
Asi, Kathy llegó a la gran ciudad, Nueva York, y por supuesto, su nuevo “padrino”, decidió acogerla. El autor de A sangre fría la invitó a vivir con él en su departamento en Manhattan, pero solo le puso una regla: que llevara un diario. Ella preguntó por qué. “Él dijo: ‘Porque tu vida está a punto de cambiar. Y es la única forma de aferrarse a lo que realmente eres “, recuerda en el citado documental.
Lecciones de etiqueta
Capote comenzó a hacer las veces de “padre”, llevándola con él a todos los eventos. Almuerzos y cenas donde siempre la presentaba como su protegida. Incluso, fue más allá y le dio lecciones sobre cómo socializar y hasta vestir de etiqueta, lo que el escritor había aprendido de figuras como Jackie Kennedy. Todo iba bien, hasta que la joven le confió a su protector que en realidad, a veces se aburría en las conversaciones de los almuerzos.
“Me dijo que lo que debería hacer es sentarme en la cabina y escuchar la conversación a nuestro lado. Y de camino a casa, pude contarle todo de lo que hablaban. Fue algo divertido para él [porque generalmente sabía quién se sentaba a nuestro lado]”, recuerda en el documental.
Kathy Harrington y Capote se hicieron inseparables. Como padre e hija ficticios. “Fueron un dúo hasta su muerte. A Capote se le conoce como alguien malvado, un diminuto diablo [”tiny terror”], como le apodaban, una reina perversa. Y todo eso es verdad, pero también lo es que tuvo un extraordinario deseo de dar y recibir amor”, señala Burnough en el filme.
“Su historia con Kate demuestra que él quería formar una familia en un momento en el que un homosexual no podía tenerla. Porque otra de las cosas que no se le reconoce es que fue un hombre abiertamente gay, cuando serlo estaba penado”, agrega.
Capote siempre cuidó de Harrington como un padre, y al llegar el otoño de sus días, ella le devolvió la mano y comenzó a protegerlo a él. Claro que la tarea le resultó algo compleja, debido al gusto del escritor por deambular en clubes nocturnos bebiendo y drogándose.
“Kate demuestra la humanidad de Truman”, dice Burnough en el documental. “Independientemente de lo que Gore Vidal diga sobre Capote, independientemente de lo que Norman Mailer diga sobre él, independientemente de que la gente piense en él como este pequeño terror ... conoces a Kate y piensas, bueno, no pudo haber sido tan horrible, si él la crió. Ese fue un punto de inflexión para mí ... si ella lo considera su padre. Y [si] realmente puso el arduo trabajo de acoger a esta niña y moldearla, entonces tiene que haber una parte realmente extraordinaria de él“.
El autor de Desayuno en Tiffany’s falleció en 1984. Pero la vida da vueltas, y años después, Harrington dio a luz a una hija a la que llamó Truman. Cuando ella le preguntó a su madre Kathy el por qué de su nombre, respondió: “Porque era una persona importante en mi vida”, explicó Harrington.
La herencia fue fuerte, la hija se convirtió en una lectora voraz y rápidamente revisó los libros de su homónimo, cuyas fotos adornan la casa.
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