La comarca alternativa que creció en los 80 y los 90 esta mañana despertó con motivos para celebrar: hoy se anunció que por primera vez la discografía completa de My Bloody Valentine -banda clave de esa escena y mentores de ese culto al ruido y el ensimismamiento conocido como shoegaze, con derivaciones en el noise y el dream pop- ya está disponible en las plataformas de Spotify, Apple Music y Youtube, tras firmar con Domino Recording Company.
La información llega justo cuando uno de los álbumes claves del género, y de todo el decenio de los 90, Loveless, cumple 30 años este 2021.
La banda se formó en 1983 en Dublín, Irlanda. Sin embargo, pasaron años hasta que lograron el reconocimiento y la atención del mundo de la música. En ese siempre pedregoso camino hacia la consolidación, el grupo fue experimentando un drástico cambio que se revelaría de forma contundente con el lanzamiento de Loveless, su indiscutida obra maestra. Una llave de entrada para una generación completa hacia otras formas de concebir el sonido, la producción y la puesta en escena.
Que el segundo álbum de la banda irlandesa llegase a los oídos del público fue casi un milagro, luego de tres tortuosos años de grabación. El proceso partió en febrero de 1989 y terminó en septiembre de 1991, período en que casi quiebra su sello, Creation Records, que presionaba constantemente al grupo para que terminara el disco. Kevin Shields, vocalista y guitarrista, ha contado que en la discográfica independiente pensaron que el álbum podría grabarse en cinco días.
Una eternidad
Aunque la agrupación ya contaba con una sugerente ruta de ensayo y error, con cambios en su formación y un primer disco que había captado cierta atención (Isn’t Anything, de 1988), esta vez querían llevar su fórmula expansiva a un nivel mucho más alto. “Nuestra idea era hacer algo más físico: que al tocar la música, el público sintiera una reacción en su cuerpo, casi como si los sonidos estuvieran ahí adentro”, dijo Shields en 2017 a la revista Rolling Stone.
Por lo demás, My Bloody Valentine por esos días ya se había alejado del sonido más garage y crudo de sus inicios -con citas evidentes a The Cramps- para dejarse flechar por el sonido de guitarras de fines de los 80, encarnado en The Smiths, The Cure o The Jesus and Mary Chain.
Por eso, Shields quería que el segundo álbum tuviera una rúbrica distinta. Tardaron mucho más y llegaron a poner plata de su bolsillo los propios integrantes del grupo, especialmente en el pago de la renta de los últimos estudios que utilizaron. De hecho, peregrinaron por 19 estudios distintos y el resultado fue lógico: la grabación de las canciones fue lenta.
A modo de ejemplo, el sonido de la batería se grabó en septiembre de 1989, la guitarra en diciembre y el bajo en abril de 1990. Las partes vocales se registraron recién entre mayo y junio de 1991.
En paralelo al desarrollo del álbum, el grupo grabó dos EP’s, Glider (1990) y Tremolo (1991), ambos con canciones que aparecen en Loveless. En el primer EP figuraba Soon, que fue la elegida para cerrar el disco, y en Tremolo la banda estrenó To Here Knows When, el cuarto tema del álbum. La banda de Dublín se fue de gira para promocionar estos dos lanzamientos, lo que también atrasó los tiempos de grabación de su álbum.
Todas las partes de batería excepto dos, son samples interpretados por Colm Ó Cíosóig. Debido a que Ó Cíosóig sufría de problemas físicos y personales durante la grabación, se registaron samples de varias piezas de batería, los que era capaz de tocar en su condición. Shields lo ilustró así: “Es exactamente lo que hubiese hecho Colm, solo que llevó más tiempo hacerlo”.
De los múltiples ingenieros de sonido que participaron en mayor o menor medida en la producción del disco, uno que destacó fue Alan Moulder, que la banda conocía desde que mezcló Soon para el EP Glider.
De hecho, Moulder era el único ingeniero en quien Shields confiaba lo suficiente para encargarse de trabajos muy específicos. A todos los demás ingenieros les lanzó una advertencia: “Estamos tan encima de esto que ni siquiera hace falta que vengan a trabajar”.
O también Shields llegó a decir: “Estos ingenieros (con la excepción de Alan Moulder y después Anjali Dutt) simplemente era gente que venía con el estudio. Todo lo que queríamos hacer estaba, según ellos, mal”.
Anjali Dutt llegó en la primavera de 1990 para reemplazar a Moulder, quien se había marchado a trabajar con las bandas Shakespeare’s Sister y Ride. Dutt asistió en la grabación de las partes vocales y en varias de las piezas de guitarra. Durante este período, el conjunto grabó en varios estudios diferentes, a menudo pasando un solo día en alguno de ellos antes de decidir que era inadecuado.
La cantante Bilinda Butcher se integró cuando hubo que empezar a grabar las piezas vocales del disco y no participó antes. A menudo Shields y Butcher escribían las letras en sesiones nocturnas de ocho o diez horas, antes de comenzar a grabar. La dupla trabajó de forma diligente para poder zafar de su peor miedo: no querían que las composiciones resultaran mediocres o una mera comparsa de lo que ya habían hecho.
Fue en esta misma época en que ambos padecieron de tinnitus, forzando una vez más a aplazar las grabaciones por semanas hasta recuperarse. De hecho, el mal que afecta los oídos estalló como consecuencia de sus conciertos a alto volumen y hasta hoy Shields, a los 57 años, ha dicho que debe luchar contra una progresiva pérdida de audición que quizás en un futuro inmediato puede devenir en sordera.
Las partes vocales, repartidas entre Shields y Butcher, están por lo general a un volumen bajo en la mezcla y en su gran mayoría subidos en su altura de sonido, es decir, agudizados en el tono, según cuenta Mike McGonigal en su libro Loveless de 2007.
“No fue en absoluto colaborativo”, dijo Alan Moulder sobre el papel de Shields en la grabación del álbum. “Tenía una clara visión de lo que quería, pero nunca lo explicaba”.
Todo de nuevo
Ya en otoño de 1991, con las pistas vocales completas, se procedió a hacer una mezcla final del álbum con el ingeniero Dick Meany en los estudios Church de Crouch End, el decimonoveno estudio que fue usado para la grabación de Loveless. Comenzaba la edición del álbum en una máquina vieja que antes se había utilizado para ensamblar diálogos de películas en los años 1970.
Como si el destino no quisiera que el trabajo viese la luz, la computadora desincronizó todo el álbum. Shields fue capaz de reconstruirlo de memoria, aunque cuando llegó el momento de masterizarlo, para preocupación del sello Creation, fueron necesarios trece días en lugar de uno. Para estas alturas, el costo del título se había elevado mucho más del presupuesto inicial. Ha habido cierta controversia en determinar cuánto costó realmente y Kevin Shields siempre ha salido a minimizar las estimaciones que se han hecho a nivel externo; por ejemplo, en su momento la revista Melody Maker del Reino Unido calculó en 250 mil libras esterlinas el costo de grabar Loveless.
“La cantidad que gastamos no lo sabe nadie porque nunca lo contamos. Pero nosotros sacamos una estimación calculando cuánto nos costaron los estudios y los ingenieros. 160 mil libras es lo máximo que se pudo gastar”, declaró Shields, según recoge Mike McGonigal en su libro de 2007.
Finalmente llegó el ansiado día de su lanzamiento. El 4 de noviembre de 1991, Loveless se puso a la venta. El disco recibió una respuesta generalmente positiva de la crítica especializada y al día de hoy su valoración ha ido en aumento, con muchos artistas expresando su admiración, como por ejemplo Brian Eno y Robert Smith.
A pesar de los problemas económicos, Creation Records puso el dinero necesario para hacer una mini gira por el norte de Inglaterra a finales de 1991. Además, el sello tuvo que lidiar con las trabas que ponía la banda a la promoción de Loveless, no permitiendo que se extrajese ningún sencillo y prohibiendo que se pudiese poner el nombre de la banda en la portada. A pesar de que musicalmente el disco dejó satisfecha a su disquera, fue imposible no darse cuenta de que su sonido no atraería tanta gente como para recuperar todo el dinero invertido.
En la gira, la reacción del público fue variada: las emociones al estridente sonido de My Bloody Valentine produjo asombro, confusión e incluso calma, una vez que los oídos se acostumbraban a su música. Para recrear los tonos altos de Loveless, Shields contrató a la flautista estadounidense Anna Quimbly.
Gran parte del tono denso del álbum y su encanto de low fidelity se pueden atribuir a la decisión de Shields de grabar principalmente en mono. Utilizando una máquina de cinta Otari MTR90 de 24 pistas para la mayor parte del proceso de grabación, todas las pistas se colocaron justo en el medio de la mezcla, desafiando al oyente a analizar cuidadosamente cada elemento musical con cada escucha repetida.
Al optar por alejarse de los pedales de chorus y flanger utilizados con tanta frecuencia por sus contemporáneos de shoegaze, Shields pasó su Jazzmaster y Jaguar a través de una unidad de rack de procesador multiefectos Yamaha SPX90, utilizando su configuración de reverberación inversa. Este efecto es el núcleo del sonido de la guitarra de Loveless y que aparece en varias pistas del álbum, siendo su primer tema, Only Shallow, un buen ejemplo de esto.
Alan Moulder indicó los pedales más usados por Shields: “Kevin usó Active Fuzz y Octave Fuzz juntos porque se podía manejar el Octave Fuzz para que respondiera con un extraño efecto. Podía decaer hasta cierto punto y luego apagaba las notas de la forma que a él le gustaba“.
El próximo 21 de mayo saldrán a la venta nuevas ediciones físicas en vinilo de los lanzamientos de My Bloody Valentine, su primer disco, Isn’t Anything y Loveless fueron masterizados desde analógico para las versiones en LP de lujo y también se masterizaron a partir de fuentes digitales sin compresión los LP’s estándar; cada uno está disponible ampliamente por primera vez. Las ediciones totalmente analógicas del álbum m b v también estarán disponibles en LP de lujo y estándar por primera vez. Estos lanzamientos ya están disponibles para preventa en la tienda oficial de la banda.