Ana Tijoux salta al mundo literario: “De repente me dije ‘¿sabes qué?, qué ganas de envejecer y ser cada vez más libre de mis propias cárceles’”

Ana Tijoux

La cantante cuenta desde España el proceso que la llevó a materializar su primer libro, bajo el alero de Lumen y con salida para 2022, mezcla de poesía, ensayos y miradas más fantasiosas acerca de su propia vida, dándose el permiso, según cuenta, para escribir "al estilo Spinetta". Y algo más: "Ha sido un cauce mucho más fluido escribir esto (un libro) que escribir canciones en este momento”.


Ana Tijoux (43) regala una de esas frases que significan un quiebre en tu relato, aquellas que en voz alta te hacen darte cuenta que una nueva experiencia es mucho más gratificante de lo que habías calculado hasta ese minuto. “Llega a ser peligroso lo que me está gustando esto”, advierte en contacto con La Culto desde Barcelona, con cierta sorpresa ante su última travesía artística.

Desde hace poco más de un año, la cantautora prepara su debut como escritora -”eso es muy grandilocuente, no me siento una absoluta escritora”, matiza- con un libro que entrelazará poesía, ensayos, escritos personales e inspiraciones ficticias materializadas en el último tiempo.

“Es muy catártico. Es como estar metido en un tubo. Un tubo que es muy nuevo para mí, pero que me está gustando demasiado”, refuerza ante un proyecto trabajado junto a la editorial Lumen (del grupo Penguin Random House) y que ya está corregido, estimando fecha de salida para marzo de 2022. Incluso su entusiasmo va más allá: “Se dio de manera muy natural y creo que me es mucho más fluido, en este minuto. Ha sido un cauce mucho más fluido escribir esto (un libro) que escribir canciones en este momento”.

Después agrega: “No me siento escritora, por respeto a los grandes colegas escritores. Pero sí me siento como en un desahogo que es otro distinto a la música. Hace tiempo que lo quería hacer y he tenido un equipo ahí muy bonito de parte de Lumen. Me cuesta decir qué es lo que es (el libro), pero me han dado ahí un hermoso apoyo de poder dirigir un poco la energía de lo que he estado escribiendo”.

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-¿Cómo nació esta inquietud por escribir y plasmarlo en un libro?

Cuando tuve una entrevista para El País con (la periodista argentina) Leila Guerriero. Estuvimos tres días juntas y me permití en la entrevista contar cosas íntimas, pero me sentí muy en confianza. Se me hizo natural conversar con ella y yo le conté que había escrito un par de cosas y , no te diré que me empujó a hacerlo, pero sí me inspiró. Dije: “¿sabís qué, Leila? Me dan ganas de publicar algunas cosas”. Y también dije “en verdad, ¿a qué le tengo miedo?”. Sea bueno o malo, lo juzgará la historia. De la misma manera, me acordé cuando empecé a hacer música, que tampoco soy tan música, sólo que me gustaba escribir. Entonces, fue retomar la pluma desde otro lugar. Comencé a ordenar un par de textos y estoy embalá escribiendo todas las semanas. No todos los días, pero sí varios días a la semana, y ahí estamos filtrando lo que sí y lo que no.

-¿De qué tratan esos escritos y, sobre todo, los que vamos a leer en el libro?

Le tengo tanto respeto a los poetas que no es poesía, pero, no sé. Es loco lo que me preguntas, porque yo admiro los letristas de canciones que logran hacer cosas muy... pienso en Spinetta, que tiene una pluma y una manera de escribir que yo siempre digo “oh, es alucinante cómo escribe él”. Y yo me siento totalmente incapacitada a hacer una canción como Spinetta, por ejemplo, pero sí a escribir quizás más en esa línea, pero no hacerlo canción. ¿Por qué? no lo sé. Entonces escribir me permitió buscar ese punto intermedio y decir como ‘qué ganas de algún día cantar, poder cantar algo así’, porque siento que lo que yo canto es tan concreto, tan terrenal, como una imagen muy fija. Y esto es todo lo opuesto, es otro universo y súper fantasioso a momentos. O termino contando cosas muy personales, pero de manera muy fantasiosa, como no tan de cemento.

-Escribir de esa forma, más en un “estilo Spinetta”, ¿es algo de ahora último?

Siempre he querido irme en esa cosa más fantasiosa y no tan concreta. Aparte que en el universo del crear me cuesta pensar que somos una persona de un solo tono, tenemos una multitud de tonos y a veces es por temor, del que decía antes, del “no, es que no me atrevo porque hay que respetar el mundo literario y no es mi mundo, no es mi terreno”. De repente fue como “¿sabes qué?, qué ganas de envejecer y ser cada vez más libre de mis propias cárceles”. Eso me pasó un poquito también con el actuar en La Jauría, que era como “no soy actriz, tengo tantos amigos actores que han hecho años de universidad y que han estudiado el teatro ruso y yo vengo y actúo, no puedo faltarles el respeto”. En algún punto también me parece interesante romper con ese propio... como que siento que me impongo mis propias cárceles Me es muy fácil hablar de libertad externa o aconsejar libertad, que permitirme a mí mi propia libertad. Creo que por ahí, el tratar de romper un poquito esa barrote personal.

“De eso se trata envejecer también. Entonces dije ‘ya, tengo 43 ya. ¿Por qué me estoy poniendo tantas cárceles? Escribe, si es bueno o malo, bueno, hazlo. Date la libertad de hacerlo’. Y ahí fue la comunicación con Lumen y a ellos les encantó la propuesta y les gustaron los textos, unos más que otros, obviamente, y dije ‘ya, en verdad me estoy yo misma frenando’, y saqué el freno de mano un poco en eso”.

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La chilena en el show que dio el 27 de marzo con el grupo español Love of Lesbian, el primero sin distancia social que se ha hecho en el planeta tras la pandemia del Covid-19.

-El hecho de no escribir cosas más fantasiosas o lúdicas, ¿quizás tiene que ver con venía del mundo del hip hop, donde hay una suerte de obligación por escribir de “lo social” y de “lo que está pasando en el país”?

Puede ser, puede ser eso, puede ser un montón de cosas. La sensación del deber también y en verdad yo tengo un lado extremadamente fantasioso, la gente que me conoce en la intimidad, soy súper buena para el hueveo, por ejemplo. Tengo un humor de mierda, me río todo el día y la gente que no me conoce cree que estoy seria todo el día mirando noticias y en verdad admiro a la gente que tiene lo lúdico en permanencia, como que lo encuentro alucinante. Entonces dije ‘voy a explorar este lugar que me parece interesante’. Ahora, insisto, puede ser un real fiasco, pero me estoy dando el permiso de hacerlo y también, porque bueno, hablaba cuando le comenté a la Paz, la editora, de esto, altiro me mandó los libros de Patti Smith, de Redolés y fue como en verdad “dale, démosle. Vamos”.

-¿Cómo es su metodología al escribir? ¿Todas las noches? ¿Varios días seguidos?

Sí, todos los días. Es como cuando estás enamorado y las horas pasan y no te das cuenta. Ha sido un cauce mucho más fluido escribir esto que escribir canciones en este minuto. Sentarme sola con el computador, escuchando a Ryūichi Sakamoto porque todos los textos los he escrito con su música, cada uno de ellos, todos. Ni más ni menos. Soy fan de Ryūichi desde pequeña. Como que dije “me voy a ir en la volá total”. Es muy loco porque nunca he tomado, soy la peor para las drogas, me imagino que es tomar un ácido y “vamos”. Darse el permiso de que fluya, de que aparezcan imágenes y también experiencias personales.

-¿Podría dar un ejemplo?

Sí. Ayer me puse a escribir un texto, me fui en la volá, uno de los tantos. Y hablo de las pesadillas y hablo de una pesadilla recurrente que tengo desde niña, que tuve más en la adolescencia, pero finalmente termino hablando del Sr. Pesadilla y hablo más bien de un personaje e invento un personaje que es el señor pesadilla: cómo es este personaje que me visitaba.

-Recién dijo “en este momento me funciona más escribir para el libro que escribir para canciones” ¿A eso se refiere con que puede ser “peligroso”, en el sentido de que se puede acercar progresivamente más al mundo de los libros que al de la música?

No, no me atrevo a decir eso. Pero sí me está siendo como un punto de fuga que también tiene que ver seguramente con este momento Covid de no poder tocar en vivo, porque creo que en el mundo artístico hay distintos tipos de músicos. Hay músicos que les gusta mucho estar en en el estudio, más que en el en vivo, por ejemplo. Y hay músicos que les gusta más el en vivo y a mí me gusta el en vivo. Entonces no tener shows, por más que se haga el esfuerzo de hacer una cantidad de conciertos Zoom y virtuales, es muy diferente, no es la misma sensación. Tiene que ver con eso, quizás me es más ameno en este segundo escribir sola, escuchando a Ryūichi Sakamoto (músico de la reputada banda de pop electrónico Yellow Magic Orchestra).

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Además de su debut editorial, la cantante asegura que sí o sí publicará un nuevo álbum durante este año, el sucesor de Vengo (2014) y tras una serie sencillos de alta contingencia despachados en el último tiempo, como Cacerolazo, Pa qué y Rebelión de octubre.

“Yo creo que voy a tratar de ser lo más honesta posible y el disco completo que salga, que tiene que salir este año sí o sí, sea lo que tenga que ser. Y lo menos va a ser honesto, sea bueno o sea malo, será honesto. Fue el resultado de la cabeza y la confinamiento, yo creo”.

“Mi 2019 fue horrible, el 2020 y 2021 en comparación de muchos amigos, me he sentido muy bien emocionalmente, pero alrededor mío está todo el mundo en depresión, está todo el mundo muy muy mal, muchos bajones. Yo a veces siento bajones, pero no me siento así en las catacumbas, creo que el terminar estas canciones y escribir este librito me está dando un punto de fuga en este minuto”.

-¿Cómo se recuperó en un año tan singular como 2020 de un año terrible como el que menciona fue para usted el 2019?

Voy a ser súper honesta: mi hermana falleció el 2019, como una semana antes del 18 de octubre. Entonces me tocó el fallecimiento de mi hermana, después estalla octubre y fue como uuuuff... y los duelos son muy personales y son muy íntimos. Cada uno lo vive de manera muy en su rincón y me costó entender la muerte, me costó entender la partida y falleció mi abuela, después mi hermana, todo en un lapso muy corto. Y no entendí. Pero creo que el 2020, de manera muy extraña, el estar confinada, me permitió llorar a mi hermana, llorarla sola. Llorarla como tenía que ser y no vivir en esta cosa, que era la época antes del Covid, de estar en gira, trabajando y tomar un avión y bajarse del avión, componer, producir, ensayar. El hecho de parar me permitió también mirar la muerte, mirar la partida, saber cómo me sentía, cómo me sentía respecto a octubre, respecto a Chile, era tratar de mirar el contexto general.

“De manera muy extraña a mí me permitió sentir y despedirme porque también es otro tiempo el duelo. No sé po, antes de ayer escuché una canción que ella escuchaba y me puse a llorar como una Magdalena, pero permitirse ese tiempo del llanto. No del pudor. Más encima creo que todos estamos sobre estimulados de trabajo y para mí la pausa me permitió eso, llorar, llorar en paz su partida”.

*Ve el video con esta entrevista completa mañana, a las 15.00 horas, en el programa Sesiones íntimas de Culto que se emite a través de la web de La Tercera, y del Facebook de La Tercera y Culto.

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