Tras más de una década de exilio en Estados Unidos, Rodrigo Rojas De Negri volvió a su país en 1986. Se estableció en la casa de su tía Amanda De Negri en La Reina, pero a los días ya se encontraba acudiendo a manifestaciones en contra de la dictadura militar y comprometido en tomar fotografías del árido paisaje local, sin despegarse de su cámara, su pasión desde que era niño.
Con ligeros cambios y adoptando la forma de una ficción histórica, es lo que en su inicio recrea La mirada incendiada, la película de Tatiana Gaviola que tiene funciones este viernes 9 y sábado 10 a través de Punto Play. Un filme que sintetiza en hora y media su mirada respecto al tiempo que Rojas De Negri estuvo en Chile: se fue a vivir junto a su parte de su familia a Canadá en 1975, para retornar al país a inicios de 1986, sufriendo el 2 de julio el ataque junto a Carmen Gloria Quintana, cuando fueron quemados vivos por parte de un grupo de uniformados. Ella sobrevivió y él falleció cuatro días después.
Resistida por parte de la madre y el hermano del fotógrafo, pero apoyada por su padre –al que dejó de ver a los tres meses de vida–, la película cuenta con guión de Pablo Paredes (El reemplazante, Matar a Pinochet) y un elenco encabezado por Juan Carlos Maldonado como Rojas De Negri. Además, actúan Catalina Saavedra, Gonzalo Robles, María Izquierdo, Constanza Sepúlveda, Belén Herrera y Cristina Aburto.
Atención: con algunos spoilers, aquí revisamos algunos puntos de la película a la que ya accedió Culto.
Los últimos días del fotógrafo
La película arranca con la llegada de Rodrigo Rojas De Negri a la casa de su tía (interpretada por Catalina Saavedra) y sus dos sobrinas. Su arribo genera dudas en su familia en Chile, por la crítica situación del país, que contrasta con el ímpetu del fotógrafo, decidido a conocer de primera fuente la realidad local y capturar con su cámara manifestaciones y la vida de barrio.
En ese trayecto forja relaciones con una vecina (María Izquierdo), una fotógrafa de la revista Apsi (Cristina Aburto), un fotógrafo de estudio encarnado por Gonzalo Robles y más tarde Carmen Gloria y su hermana Patty (en la realidad, su nombre era Emilia Isabel). Es una reconstrucción con personalidad propia del tiempo de Rojas De Negri en el país y los vínculos que habría generado hasta su trágico desenlace en julio de 1986. Pero siempre con las libertades creativas de una historia “inspirada en un hecho real”, como señala al comienzo.
Por lo demás, desde su inicio la cinta deja en claro que, ya está dicho, aborda los últimos momentos en la vida del profesional, sin tratarse de una mirada de toda su biografía.
Fact checking histórico
Según detallan fuentes como el reportaje elaborado por Casos de la Vicaría (”El fotógrafo que vino a morir a a Chile”), en su arribo al país Rodrigo Rojas De Negri se hizo cercano al fotógrafo de la revista Apsi Álvaro Hoppe. Juntos asistieron a una marcha en la que, pese a su llamado a la cautela, el joven recién llegado de Estados Unidos decidió acercarse a carabineros para fotografiarlos. El episodio es recreado con ciertas modificaciones en el filme; la más evidente, que quien acompaña a Rojas De Negri es una mujer llamada Adriana (Cristina Aburto), también fotógrafa de la revista opositora al régimen.
Hoppe es uno de los nombres que la película omite o, si se prefiere, sustituye con uno nuevo. En tanto, la madre del protagonista, Verónica De Negri, no existe como personaje propiamente tal, un punto justificado en que la mujer se encontraba en Estados Unidos en el período que la cinta retrata. Lo mismo aplica para Ramón Rojas Ruiz-Tagle, su progenitor, quien en entrevista con Culto detalló la distante relación que tuvo con su hijo, a quien sólo vio en sus primeros meses de vida.
Donde el filme se toma más licencias es alrededor del personaje de Gonzalo Robles, Mario, un fotógrafo de barrio que en algún momento contrata a Rojas De Negri, y se vuelve tanto un referente como una figura que representa lo opuesto a lo que desea hacer durante su tiempo en Chile: mientras el joven profesional apunta a capturar la convulsión y la represión local, el hombre mayor se refugia en su estudio y tiene una mirada descreída del valor social y político de la fotografía.
Una promesa de la actuación local como protagonista
A través de un casting, la producción de la película llegó a su protagonista, Juan Carlos Maldonado, actor de 34 años con experiencia en roles secundarios de teleseries que en 2019 despegó gracias a la película El príncipe. En ese filme, estrenado en los festivales de Venecia y San Sebastián y también con Alfredo Castro en el reparto, interpretó a un joven que cae en prisión en el Chile de inicios de los 70. En La mirada incendiada encarna la candidez y determinación de Rojas De Negri, y hace olvidar la importante diferencia edad que tiene con el personaje (el fotógrafo tenía 19 años en esa época). Al actor también se le puede ver en otro título local basado en hechos reales, la segunda temporada de la serie 62, historia de un mundial, en el rol del futbolista Jaime Ramírez.
Desde la mirada de Carmen Gloria Quintana
La película, según indica en sus primeros segundos, está “dedicada a Rodrigo y a Carmen Gloria, a quienes nos faltan, a quienes nos duelen, a quienes luchan por la memoria y la justicia, a quienes no permitirán que se imponga el olvido y la impunidad”. Es la puerta de entrada a la mirada personal y muchas veces poética de la cinta, guiada por la narración de Carmen Gloria Quintana, interpretada por la actriz Constanza Sepúlveda. El personaje aparece recién en la parte final de la película (conoció a Rodrigo sólo unos días antes del 2 de julio de 1986) pero es a través de su figura que la película observa el íntimo mundo del fotógrafo. “¿Por qué existe Chile, Rodrigo? ¿Por qué te devolviste, Rodrigo?”, relata el personaje de ella.
Cómo se acerca al contexto político
Los personajes de Catalina Saavedra y María Izquierdo advierten desde un comienzo al protagonista –y a cualquier espectador no tan informado– sobre los duros momentos que atraviesa el país. Las protestas en contra de la dictadura se han acentuado y, con ello, la represión. La película indaga en las manifestaciones y en la sensación de permanente amenaza que implicaba vivir en el régimen. En contraste, lo que florece en los personajes y vínculos de la historia es la calidez y la contención, a veces capturada a través de los momentos del fotógrafo con sus sobrinas o en la relación que forma con el personaje de la hermana de Carmen Gloria, que en el filme interpreta Belén Herrera.
Carlos Cabezas y una nueva versión de A Mi Ciudad
Las composiciones incidentales corren por cuenta de Carlos Cabezas, probablemente el músico local más ligado al cine chileno de las últimas décadas, en títulos como El chacotero sentimental, El club y Nadie sabe que estoy aquí. Su trabajo se acompaña de una banda sonora que incluye Para seguir viviendo, de Illapu; Simplemente, de Santiago del Nuevo Extremo, y una nueva versión de A mi ciudad, de esta misma agrupación, aquí reversionada con voces históricas y más jóvenes: Luis Le-Bert (autor del tema), Roberto Márquez, José Seves, Ismael Oddó, Javiera Parra, Camila Moreno, Evelyn Cornejo, Camilo Le-Bert y el actor Juan Carlos Maldonado, quien también es músico.