Hasta este año, la banda surcoreana BTS era mayormente sinónimo de un impresionante éxito global y de cómo el epicentro del pop se había trasladado progresivamente hacia Asia: su estética, sus coreografías y su música empezaron a dominar gran parte de los ránkings y de las preferencias juveniles, por sobre otras agrupaciones anglohablantes. Eso sí, aún no aprovechaban el suceso para tomar partido contra la creciente ola antiasiática en diversos países, acentuada por el Covid-19 y por personalidades como Donald Trump en su rol de presidente de Estados Unidos.
Hasta que a fines de marzo, la banda emitió un comunicado tomando partido y llamando a parar las muestras de xenofobia contra las asiáticos, campaña que se ha agrupado bajo el el lema y hashtag #StopAsianHate: “Recordamos momentos en los que nos hemos enfrentado a la discriminación como asiáticos. Hemos soportado improperios sin razón y se burlaron de nuestra apariencia. Incluso nos preguntaron por qué los asiáticos hablaban en inglés. Nos oponemos a la discriminación racial. Condenamos la violencia. Tú, yo y todos tenemos derecho a ser respetados. Estaremos juntos”, era parte del mensaje.
Impulsados por esa misma sensibilidad, BTS volvió a ser noticia este fin de semana, a partir de un capítulo con vínculo chileno: el pasado sábado, el espacio Mi barrio de Mega -conducido por Fernando Godoy y que llegó para reemplazar a Morandé con Compañía- emitió un breve sketch donde un grupo de comediantes imitaba a la banda, primero bailando uno de sus hits (Dynamite) y luego al ser entrevistados en el programa.
Ahí, los integrantes de esta parodia se presentaban a sí mismos como “Kim Jong Un”, “Kim Jong Dos”, “Kim Jong Tres” y " Kim Jong Cuatro” -en alusión al líder de Corea del Norte-, mientras el último miembro decía llamarse “Juan Carlos”. Luego aseguraban que eran todos chilenos, de Maipú y de Renca.
Al finalizar, cuando la animadora preguntó si alguno hablaba coreano, el actor Kurt Carrera (Salomón y Tutu-Tutu) empezó con una imitación diciendo palabras supuestamente en esa lengua, aunque se trataba de sonidos sin ningún significado concreto. Cuando se le preguntó precisamente qué significaba todo lo que había dicho, el comediante dijo: “Ya me vacuné”.
Concluido el capítulo, desde la cuenta de Twitter del fans club chileno de BTS -con 150 mil seguidores- lanzaron un mensaje en idioma inglés y viralizaron el hashtag #RacismIsNotComedy (el racismo no es comedia) con el cual criticaban la broma que habían realizado desde el programa de Mega, además de llevar el tema a plataformas internacionales.
“Anoche, en el programa de comedia Mi Barrio de Mega, un canal de TV abierta, presentó una parodia del grupo BTS incluyendo estereotipos racistas y xenófobos como burlas relacionadas a su idioma, sus nombres y la pandemia”, indicó en su cuenta el grupo que se hace llamar Army. Incluso, llamaron a realizar denuncias al Consejo Nacional de Televisión (CNTV).
Fans de todo el mundo se hicieron eco de la molestia, convirtiendo en tendencia la frase #RacismIsNotComedy. Incluso reaccionó la columnista surcoreana Jae-Ha Kim, en cuya biografía aparecen colaboraciones para medios como Chicago Tribune, Vogue, Rolling Stone y New York Daily News.
“No es así como quería pasar mi domingo, pero aquí estamos. El racismo no tiene gracia. Repetir el nombre de un dictador no es inteligente. Burlarse de un idioma que no entiendes no es lindo. Estamos en 2021. Ya basta de esto”, aseveró la profesional.
Esta mañana, el periódico estadounidense The New York Times también entrega un reporte del caso. “Una parodia en la televisión chilena de la boy band coreana BTS provocó una reacción internacional durante el fin de semana, lo que ilustra el poder de los muchos fanáticos del grupo y una mayor sensibilidad en todo el mundo hacia el discurso racista, particularmente anti-asiático”, empieza la nota firmada por el periodista Russell Goldman.
“Los fanáticos de BTS son legión y ferozmente leales. Rápidamente salieron en defensa de la banda y vincularon las bromas a problemas más amplios de racismo y xenofobia anti-asiáticos que han estallado desde que apareció el coronavirus el año pasado en China”, sigue el artículo, subrayando por lo demás que BTS cuenta con la mayor cantidad de interacciones en Twitter y la mayor cantidad de visitas de un video en 24 horas en YouTube.
En su cuenta de Instagram, el espacio Mi barrio publicó un mensaje tras su última capítulo, sin a la polémica: “Muchas gracias a todos por la vibra!! Seguiremos mejorando, aprendiendo, escuchando y firmes en nuestra intención: llevar entretención a las familias. Recogemos todos los comentarios positivos y también las críticas, porque estamos para eso: aportar con un granito de humor y entretención”. Durante el día, Mega ofreció disculpas por el segmento.
Otros actos masivos
Finalmente, la nota del medio estadounidense también recuerda otros episodios donde la fanaticada de los surcoreanos ha logrado hacer valer su fuerza.
Por ejemplo, la revista Topps -que produce tarjetas y adhesivos coleccionables- publicó en marzo una ilustración que aludía a BTS: luego que el conjunto perdiera en una de las categorías de los últimos premios Grammy, la publicación dibujó a sus integrantes moreteados, magullados y recibiendo golpes de parte del propio gramófono dorado que se entrega en la ceremonia.
Topps se vio obligado a ofrecer disculpas y aclarar la situación: “Escuchamos y entendemos que nuestros consumidores estén molestos sobre la representación de BTS en nuestro producto GPK Shammy Awards y nos disculpamos por incluirlo. Hemos removido la carta sticker de BTS del set, no hemos impreso ninguno de las cartas stickers y no estará disponible”.
Un poco antes, el pasado 31 de mayo, cuando el Departamento de Policía de Dallas usó su cuenta oficial en Twitter para pedir la colaboración de los usuarios, solicitando que publicaran videos e imágenes en su aplicación iWatch Dallas para poder detectar posibles “actividades ilegales” en las protestas que se habían precipitado en esa ciudad, los fans del K-Pop se movilizaron.
Rápidamente, la app se llenó de decenas de videos, fotos y “fancams” -breves clips de conciertos- de algunos de los artistas más populares del pop coreano. Un inmediato y constante spam a la app destinada a recibir información de posibles actividades sospechosas en las manifestaciones por el asesinato de George Floyd, que comenzó a llenarse de imágenes de BTS, ITZY y Red Velvet, entre otros conocidos grupos de la música pop de Corea del Sur. En pocas horas, el sistema colapsó y la policía de Dallas anunció al día siguiente que la causa de esta interrupción del servicio “seguía siendo investigada”.
La misma situación se repitió 24 horas después, cuando la cuenta oficial en Twitter del FBI pidió “información y medios digitales” para detectar a “personas que inciten a la violencia durante las manifestaciones pacíficas protegidas por la Primera Enmienda”. Y lo mismo cuando la policía de Grand Rapids (Michigan) anunció la creación de un sitio web para identificar desórdenes en las protestas de fines de mayo en esa ciudad. Todas se llenaron de fotos de bandas originarias de Seúl, videos de sus canciones y gifs de conciertos y coreografías de estos conjuntos musicales.
Si durante años se creyó que los “k-popers” -como se conoce a los fans que la exitosa música coreana tiene en todo el mundo- no eran más que una masa de adolescentes apolíticos y frívolos, más preocupados de ensayar coreografías que de participar en sus procesos políticos, los últimos acontecimientos han demostrado lo contrario. O al menos, que dentro de ese amplio universo parece haber miles de jóvenes preocupados de su entorno y sensibles ante la contingencia planetaria, capaces de usar su conocimiento tecnológico y su red global interconectada para realizar una nueva forma de activismo digital.
En junio, durante un cuestionado rally de Donald Trump en Tulsa, Oklahoma, en plena campaña presidencial, también hubo escenas similares. El relanzamiento de la campaña del ahora ex mandatario no contó con la multitud de asistentes que sus asesores esperaban y el arena dispuesto para el mitin lució varios asientos vacíos, aparentemente debido a la acción coordinada de cientos de fans del K-Pop y usuarios de la aplicación TikTok que reservaron entradas para el evento con la intención de no asistir y, de alguna forma, dejar en ridículo al empresario.