Suena imponente: ocho guionistas trabajaron junto al actor Sacha Baron Cohen en la última película del falso periodista kazajo Borat, llamada Borat Subsequent Moviefilm y que se estrenó en octubre por Amazon Prime Video.
Pero un contingente tan amplio de plumas, ¿qué tanto puede hacer frente a un falso documental que basa gran parte de su fortaleza en la improvisación? Al parecer bastante, ya que el equipo fue nominado a los premios Oscar en la primera entrega del filme, en 2006, y esta vez repite el mérito, al aparecer en el apartado de Mejor guión adaptado. De hecho, varios de quienes estuvieron en el primer staff se mantienen.
El escritor principal, Anthony Hines, dio las claves a The Hollywood Reporter de cómo escribir un relato que en cualquier minuto puede tomar un rumbo totalmente distinto. “Nos reunimos en una sala de escritores, lanzamos algunas ideas y comenzamos a trazar un esquema. Todo ello se va convirtiendo en una estructura. Con el tiempo, obtenemos un borrador final y convencional en el que todos, excepto Sacha y Maria Bakalova (la actriz que interpreta a la hija de Borat), serán una persona real. Usted escribe el guión y predice lo que le gustaría que los personajes reales dijeran en las escenas. Una especie de escenario de ensueño sobre cómo quieres que se desarrollen las escenas”.
En lo puntual, el arco narrativo principal de Borat 2 se mueve en torno a la historia del reportero asiático y su hija, la propia Bakalova, candidata también a los próximos Oscar en Mejor actriz secundaria. Pero hay tramos donde el ensayo y la preparación no existe: como por ejemplo cuando la propia adolescente entrevista al abogado de Donald Trump y exalcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, quien la invita a una habitación más privada y se muestra sugerente con ella.
O cuando Borat conoce a dos teóricos de la conspiración y se queda a alojar con ellos durante cinco días, terminando en un mitín conservador donde es descubierto y sacado con violencia.
“Cuando escribimos inicialmente esta película, realmente no sabíamos cuánto énfasis se pondría en la sátira política o en la relación padre-hija”, dice Hines. “Esa relación se volvió más integral cuando descubrimos lo convincente que era Maria y nos dimos cuenta de que ese era el motor emocional de la película. Reescribimos y recalibramos para explorar más esa relación y hacerla más central”.
Por lo demás, según subraya el profesional, hacer una película de Borat significa que cada miembro del equipo debe prepararse para un caos inesperado. En efecto, cuando la producción culminaba en 2020, Baron Cohen y su equipo de guionistas se dieron cuenta de que el COVID-19 podía encajar en la narrativa sin perturbar la trama inicial. El filme convirtió la pandemia en un giro de la trama, lo que reitera la cantidad de escritura y reescritura que se incluyó en el guión.
Los guionistas han comentado que, en sus propios textos, hay mucho material que sobra, historias paralelas y situaciones de largo aliento que finalmente nunca llegan a ejecutarse.
Y como muchas veces los diálogos también son muchas y fuera de todo cálculo, los guionistas y productores aplicaron una técnica de camuflaje: compraron diccionarios de armenio -inglés por eBay -los mismo que los protagonistas muchas veces aparecen leyendo en la película para darse a entender en EE.UU.- y ahí metieron páginas y páginas en word con diálogos de la historia.
“Incluso compré el papel para que coincidiera con el color descolorido exacto del diccionario”, remata Hines. “Podemos estar filmando durante horas y no es posible que memoricen todo lo que potencialmente quisiéramos que sucediera en esa escena. 30 segundos de tiempo en pantalla podrían ser 10 páginas de un documento de Word”.