Crítica de discos de Marcelo Contreras: Taylor Swift escapa de su pasado, pero Greta Van Fleet no de Led Zeppelin
La semana de novedades musicales también incluye la reciente entrega del grupo mexicano Zoé.
*Taylor Swift - Fearless
La batalla de Taylor Swift por recuperar los masters de sus primeros álbumes en poder de Big Machine Records, disputa que lleva un par de años con acusaciones de bullying de la súper estrella hacia el propietario del sello, Scotter Braun, decanta en esta primera regrabación. El elegido es Fearless (2008), álbum consagratorio para Swift cuando tenía apenas 18 años. Rotulado como country pop, la cantante agregó seis temas que no quedaron en la edición original.
Las regrabaciones nunca han gozado de gran prestigio pero esta es una excepción. Aunque las letras provienen de la adolescencia de una artista acostumbrada a la composición autobiográfica, a los 31 años Taylor Swift no es la chica algo cándida de 2008. Si bien respeta los arreglos y tiempos originales junto con encarar las melodías con los mismos contornos, la calidad de la producción es superior, hay más aplomo en la interpretación instrumental y, por sobre todo, ella es muchísimo mejor cantante ahora que en ese entonces. El material irradia una calidez y profundidad carente en el original.
*Greta Van Fleet - The battle at the garden’s gate
“Cosplay rock” es una broma que se repite para definir a Greta Van Fleet y su fijación con los 70. Un buen chiste y a la vez una camisa de fuerza para un grupo cuya mayor notoriedad tras un par de epés y dos álbumes, incluyendo un Grammy por su debut, sigue siendo un indisimulado parecido con Led Zeppelin. En cuatro años de lanzamientos cada entrega conduce hacia el mismo callejón sin salida. Esta vez los hermanos Josh, Jake y Sam Kiszka (voz, guitarra y bajo, respectivamente) junto al batero Danny Wagner, intentan alejarse en los primeros cortes del referente zepeliano, sobre todo en el sencillo My way, soon, un corte a medio camino entre The Who y los primeros Rush.
Producido por Greg Kurstin (Adele, Beck), el resto de The battle at the garden’s gate apela a cierta grandilocuencia sinfónica con algunos ecos de Yes (Broken bells) que a la hora del solo de guitarra gira hasta encontrarse con, vaya, Led Zeppelin, cuya presencia persiste como una sombra en temas como Built by nations. La imitación es una forma de elogio, pero en Greta Van Fleet se trata de un sello permanente.
*Zoé - Sonidos de karmática resonancia
Hubo un tiempo en que esta banda mexicana prometía ser heredera de Soda Stereo y Babasónicos en materia de glamour y estilo. Álbumes como Memo Rex commander y el corazón atómico de la vía láctea (2006) y Reptilectric (2008) justificaron las expectativas pero los siguientes trabajos, a pesar de los entusiastas elogios de la prensa de su país donde son ídolos absolutos, nunca lograron replicar ese éxito en el resto de Latinoamérica, sumergidos en cierta autocondescendencia.
Este séptimo título reivindica esa sensación de grandeza interruptus del grupo liderado por León Larregui, retomando un eje más análogo donde la electrónica decora con logrado hálito retrofuturista, funcional para las divagaciones cósmicas de Larregui, alternadas con quejas románticas. La pasión por gigantes como New Order y The Cure revive con clase en canciones como Velur y Ese cuadro no me pinta, marcando finalmente una diferencia saludable con el pasado, cuando las influencias resultaban más obvias. Al fin Zoé suena de una manera tal que merece reconocimiento inmediato, aunque la sensación de un grupo que daba para más persiste.
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