Mon Laferte está en ese momento en que los artistas no tienen demasiada vuelta atrás: cuando lanzan un disco y sus canciones trabajadas por meses ya empiezan a ser escrutadas y disfrutadas por cualquiera dispuesto a apretar play.
Hace una semana, la artista chilena más exitosa del último lustro editó Seis, disco enraizado en la canción mexicana más tradicional, donde sigue tejiendo relatos melodramáticos junto a alguna mirada a la agitación social propia del continente (la canción La democracia), además de contar con invitados como Gloria Trevi (La mujer), Alejandro Fernández (Que se sepa nuestro amor) y Se me va la vida (La Arrolladora Banda El Limón de René Camacho).
Aunque por ahora nada de eso será posible verlo en un escenario, sí al menos este sábado existirá un consuelo a la distancia. Laferte es parte del festival Tecate pa’l norte virtual (www.puntoticket), junto a un listado de artistas que va desde Martin Garrix y The Hives hasta Molotov y Sebastián Yatra, con espectáculos que se irán rotando en tres escenarios diseñados especialmente para el universo online.
-Ya con una semana de tu disco disponible, ¿te interesan los comentarios que empiezan a aparecer en torno a él, ya sea de fans o de críticos de música?
Depende de cómo me agarre la vida. En otros álbumes no he leído mucho, porque he estado muy ocupada, en giras. Pero en este particularmente, como tengo mucho más tiempo libre, he leído todo. Aparte, tenía muchas ganas de que saliera el álbum, porque lo venía trabajando hace un año, entonces necesitaba que la gente lo escuchara. Quiero ver qué pasa, qué sienten las personas. Y también los comentarios de gente que se dedica a eso, porque al final son personas que también sienten algo. He leído muchos comentarios y me hace mucha ilusión todo lo que he leído.
-En los comentarios acerca de un álbum hay de todo. Puede haber gente que critica o que simplemente no le gusta. Esa clase de opiniones, ¿te afectan o ya te dan lo mismo?
Depende del caso. Definitivamente, antes me afectaba mucho más todo. Al principio, cuando no entendía completamente las redes, porque también esto es muy nuevo y no tiene tantos años. Cuando empecé a hacer música, leía un comentario malo y me preocupaba mucho. Me lo tomaba muy en lo personal y me ponía triste. Ya después, fui entendiendo poco a poco las redes y me lo tomo mucho más relax todo.
“Hay muchos comentarios que dicen cosas malas y me dan risa. Y hay otros que dicen cosas malas y sí me afectan un poco. Y también en lo positivo: cuando son demasiadas cosas buenas, demasiadas flores, también me río y me lo tomo relax. Tampoco es tan cierto. Pero creo que es importante leerlo, disfrutar, y no todo es blanco o negro.
-Es un disco muy dominado a lo mexicano. Tomando en cuenta que ya llevas 15 años viviendo en ese país, ¿por qué en este momento te volcaste tan marcadamente hacia esa sonoridad?
Porque lo sentí, supongo. Tuvo mucho que ver el entorno, físicamente. Siempre escribí más en la ciudad y siempre escribí más de la ciudad. Vivía en la Ciudad de México, que es enorme, ruidosa, muchas cosas sucediendo al mismo tiempo. Y ahora vivo hace ya dos años en Tepoztlán, que es un pueblito muy pueblito, no hay tiendas de cadena, no hay supermercados, es muy chiquitito, es el México profundo. Entonces, si sales y vas al mercado a comprar, escuchas música tradicional mexicana.
“Entonces tuvo mucho que ver, influyó mucho. También el estar en casa, tocar la guitarra todo el tiempo en un pueblito que huele a leña, huele a quemado, influye, no podría ser otro tipo de música”.
-Es un trabajo que tiene a la guitarra como eje y un sonido mucho más distinto y austero que el de la música latina actual, donde predomina lo urbano. ¿Es una manera de ir a contracorriente?
Yo creo que es al revés: soy ambiciosa y soy pretenciosa, no veo la austeridad en los arreglos del álbum, en los músicos que tocaron, en Sebastián (Aracena), un músico chileno, es un genio, un súper virtuoso. Y los arreglos de cuerdas que escribió Manu Jalil, es una cosa que se desborda de talento, es apoteósico. Ahora de que va a contracorriente, va a contracorriente de lo que es la moda. Hoy la moda es hacer música electrónica, lo urbano, pero no lo hago como “yo quiero ir contracorriente”. Por lo menos conscientemente no lo hago, a lo mejor si un poquito inconsciente me gusta llevar la contraria de alguna manera, no sé... probablemente... pero me gusta, me divierte.
“Y siento que es tan bonito que la gente pueda tener un abanico de posibilidades donde elegir y decidir. De alguna manera, sin quererlo, yo vengo a cumplir un poco ese rol. No yo, mi música. A dar posibilidades y abanicos musicales a generaciones también más jóvenes. Afortunadamente, soy un artista que está en la música más mainstream de Latinoamérica y tengo más oídos ahí, entonces está bien, es bonito que la gente pueda decidir y tener muchas opciones”.
-Este acercamiento a la música mexicana no es sólo a nivel de sonido, sino que también en los modismos de ese país que aparecen en tus letras. ¿Qué opinas del concepto de “apropiación cultural” que muchos achacan a los artistas que hacen suyos ciertas formas que no son propias y que eventualmente podrían endosar a tu música?
El tema del modismo en las letras de las canciones... realmente yo escribo las canciones como hablo. Así es lo que me sale. De hecho, a veces me salen un montón de garabatos y groserías y las tengo que borrar, las voy tachando (se ríe). Es muy chistoso, porque cuando hablo soy una mezcla muy graciosa: para México no termino de ser mexicana, soy súper chilena; y para Chile, hablo como mexicana. Entonces, soy una mezcla que me da mucha risa, porque también en mi banda hay chilenos y mexicanos, y los mexicanos terminan usando palabras chilenas y los chilenos también usamos palabras mexicanas.
“Podríamos decir que soy una mezcla. Eso soy ya. Después de 15 años viviendo en México y amando a México, soy una mezcla de todo. Si tuviera “derecho” de apropiarme, claro, sí, yo ya siento que tengo derecho. Pero también me parece que es un término obsoleto: imagínate si nos pusiéramos a buscarle la quinta pata al gato de la apropiación cultural, imagínate los grupos que hacen hip hop, que hacen rock, toda la música que conocemos ¡es apropiación cultural! Deberíamos entonces tocar sólo cuecas en Chile, ¿cachai? No tiene sentido. El término es totalmente obsoleto y odioso. Como de alguien que tiene mucho tiempo libre.
-La canción La mujer es tu dúo con Gloria Trevi y la letra es de una mujer que sufre y que hasta sigue amando al hombre que la controla y que le ha hecho daño. Al escucharla, uno podría pensar en la vida de la propia Gloria Trevi y la relación que tuvo con su ex mánager, con problemas legales que la llevaron a la cárcel, aunque fue absuelta. ¿Cómo fue trabajar con ella una canción así y que opinas de las críticas que han surgido de “cómo Mon Laferte se asocia a una persona con el historial de Gloria Trevi”?
Cuando hicimos esta colaboración y yo decidí cantar con Gloria, estaba súper clara que había un grupo de personas que iba a señalar a Gloria y que también me iban a señalar a mí por cantar con Gloria. Pero eso es algo a lo que estamos súper acostumbradas las mujeres. Y yo estoy súper acostumbrada a eso: al señalamiento. Entonces, para mí es parte de, es algo que siempre sucede, no esta pasando más que otras veces, siempre pasa. Que porque hable mucho, que porque las mujeres no tenemos que opinar, porque mostré, porque el vestido es muy corto o porque canté con Juanito o Pedrito... siempre, siempre, siempre va a haber un señalamiento.
“Con respecto a Gloria, creo que es una mujer que admiro, que me parece una mujer increíble, de una fortaleza que se levantó. Ella me dijo a mi que, cuando escuchó la canción, pensó: ‘este tema es como si Mon lo hubiera escrito para mí’. Ella se levantó de las cenizas, es una mujer súper poderosa y que ha sufrido mucho el señalamiento y el castigo de la sociedad, que ha sido mucho más dura la gente con ella precisamente por ser mujer también. Si fuera hombre, otra sería la historia. Pero me siento muy tranquila con mis decisiones y es alguien que respeto y admiro un montón. Yo digo: ‘qué valor ella, qué mujer más valiente’”.
-En otro capítulo reciente, en el verano pasado surgió una polémica por un mural que hiciste en el Cerro Concepción de Valparaíso, cuando la seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la ciudad dijo que no existieron los permisos correspondientes. Además, gente anónima le arrojó pintura negra. ¿Cómo ves hoy ese episodio?
Yo creo que fue increíble, porque yo llegué a hacer ese mural piolita. De hecho, para mí esa visita a Chile no tenía ninguna connotación publicitaria ni nada por el estilo, fui a ver a mi familia, hace un año que nos los veía, y aproveché de pintar y hacer unos murales, y fue una locura, porque al final todo esto le hizo un favor al cerro, se activó, llegó mucha gente, el cerro está lleno de murales que son impresionantes, hay mucho arte. Valparaíso en general está lleno de arte.
“Yo sabía que obviamente cuando uno pinta un mural tiene una caducidad. Ese mural no iba a quedar para siempre. Lo pueden grafitear, lo pueden rayar, caca de paloma le puede caer... entonces sabía que estaba expuesto a eso, entonces fue increíble la conversación que se generó en torno al mural. Fue muchísima publicidad para mi arte (se ríe), que todo fue porque no le gustó a la Seremi de Cultura. Pero creo que estuvo increíble, eso es la magia que tiene el arte, que genera conversaciones y todo. Entonces, la verdad, me encantó todo lo que pasó”.