Es una de las escritoras destacadas dentro de la actual (y talentosa) generación de escritoras argentinas, a la par de Mariana Enriquez, Leila Guerriero, María Gainza, Samanta Schweblin, Gabriela Cabezón Cámara, Gabriela Massuh, Aurora Venturini, Tamara Kamenszain, entre otras. Selva Almada (48) ha irrumpido fuerte en el panorama de las letras latinoamericanas con novelas como El viento que arrasa (2012), Ladrilleros (2013) y la reciente No es un río (2021). Además de su poemario Mal de muñecas (2003) y libros de cuentos como El desapego es una manera de querernos (2015) o Los inocentes (2020).
La poesía ocupa un lugar capital en su escritura, por eso decide recomendar el libro El hada que no invitaron, que es la poesía reunida de Estela Figueroa. “Es una poeta nacida y criada en Santa Fe, en el litoral de Argentina -cuenta Almada a Culto-. Hace un tiempo vengo diciendo que Estela Figueroa es mi religión. Decir que es una poeta que me encanta no es suficiente. También me encantan otras grandes poetas. Pero el encantamiento que su poesía ejerce sobre mí es profundo, radical. No soy una persona creyente. Tal vez por eso me gusta pensarla a ella como mi nuevo templo, mi diosa. Creo sólo en San Expedito y en Estela Figueroa. A él le prendo velas y le pido por mis causas urgentes. A ella no. Ni velas ni promesas ni ruegos. O sí, en secreto, con el corazón, que es como se les habla a las divinidades, le pido que siga escribiendo”.
“La poesía de Estela Figueroa, como toda la poesía enorme, es al mismo tiempo cotidiana y esencial. Escrita en un susurro, pero con la potencia de un aullido”, añade.
“Mi poema favorito se llama ‘Principios de febrero’. Comienza diciendo: “No. / El hermoso verano /no ha terminado aún”. Y sigue hablando de la ciudad brotada toda como un lazo de amor, de los hombres de brazos tostados, del olor que deja un hombre sobre tu cama: “dura todo un día / pero no toda la vida”. En cambio los poemas de Figueroa duran muchísimo más que un día, yo creo que una vez que conocés a esta poeta te enamorás para toda la vida”.
“El hada que no invitaron me acompañó en el encierro de la cuarentena del año pasado. Lo recomiendo si quieren estar en una compañía a la vez ácida y amorosa, dulce y amarga”, AGREGA.