*Tom Jones - Surrounded by time
En 2016 Linda Rose Woodward, esposa de Tom Jones, murió de cáncer no sin antes reiterar a su afamado marido la necesidad de continuar en la música. A pesar del dolor -”no me había pasado nada tan devastador antes”-, la leyenda de Gales se sobrepuso y los resultados brillan. En Surrounded by time, cuadragésimo primer título, hay pasajes soberbios. Sólo después de vivir 80 años se puede cantar así.
Este es el cuarto álbum junto a Ethan Johns (Kings of Leon) siguiendo el patrón de los covers, como la personalización de cada tema marca una constante desde la conmovedora I won’t crumble with you if you fall, donde el mensaje de su pareja se convierte en una especie de liturgia con tono de aliento. Hay cortes de clásicos como Bob Dylan y Cat Stevens, y material más recóndito de músicos prestigiosos, los casos de Bobby Cole y Malvina Reynolds, entre otros. La curatoría y su ejecución redundan en gusto y estilo. En el crepúsculo de la vida, la voz de Tom Jones busca la compañía de una banda, y no de una orquesta como solía hacerlo. Con la carga músical aligerada, el peso de las palabras adquiere otra profundidad. Es la experiencia de un sobreviviente.
*The Mars Volta - Landscape tantrums
Cuando The Mars Volta debutó en Chile en noviembre de 2004 como parte del festival SUE junto a Morrissey y PJ Harvey, el cantante Cedric Bixler-Zavala confesó poco entusiasmo por la presencia de Rick Rubin en la producción del primer disco De-Loused in the comatorium (2003), cuando la banda de liderazgo compartido con el guitarrista Omar Rodríguez-López, encarnaba una bocanada fresca y energética proveniente del circunspecto rock progresivo, en choque frontal con el jazz y la música latina.
Este álbum presenta “grabaciones originales inacabadas de De-Loused in the comatorium”, según precisa el título, omitiendo los pasajes instrumentales del fallecido Jeremy Michael Ward. En rigor, se trata de los demos interpretados con gran espectacularidad y fiereza. El juego se completa haciendo la comparación con los originales. Ahí se constata que la mano de la producción transformó unas composiciones de gran nivel a escala superlativa. El disco fue coproducido entre Rubin y Rodriguez-López. No sabemos exactamente qué aportó cada uno, pero es evidente que las canciones mejoraron muchísimo.
*Carlos Cabezas - Vértigo
Como si se tratara de un viejo concurso de televisión con varias puertas para elegir, acá todas las opciones para acceder al álbum conducen a la misma recompensa. Se puede repasar este compilatorio de Carlos Cabezas según el diseño original, una selección de su trabajo para bandas sonoras de filmes chilenos y producciones extranjeras en las últimas tres décadas -desde El Chacotero Sentimental (1999), pasando por Gloria (2013), hasta la serie El Presidente (2020)-, o ingresar al listado obviando los proyectos asociados a la manera de un nuevo disco, que a pesar del viaje en el tiempo sostiene una coherencia estilística.
Sea cual sea el camino todo sirve para confirmar que Carlos Cabezas ha desarrollado un tipo de canción y sonido singular, que sintetiza urbe desde distintas esquinas y épocas con el sostén de guitarras de alto voltaje o desenchufadas, acompañamientos orgánicos y máquinas. Su voz, que parece desdibujada por un estado narcótico con ecos de melancolía y resignación, puede desconfigurar boleros, baladas y tiempos veloces con la clase de un crooner.