Gary Numan (63) algo sabe de ciencia ficción. El pionero del synthpop era fan de Fred Saberhagen, Asimov, Ballard y Philip K. Dick en su juventud. Fascinado por cómo la tecnología llegaría a evolucionar, y qué lugar tendríamos los humanos en un mundo cambiante, lanzó los superventas Replicas y The Pleasure Principle hace ya cuarenta años, inspirando a Trent Reznor, Nirvana y Marilyn Manson. Hoy, conectado con Culto a través de Zoom desde su hogar en Los Angeles, el británico habla sobre Intruder, su nuevo álbum y sucesor del exitoso Savage, placa que le volvió a poner al tope de las listas y que le hizo debutar en Chile en 2018, en un viaje que le marcó tanto como para incluirlo en (R)Evolution, su autobiografía publicada hace unos meses.
Androides que sueñan
Cars (1980), el hit emblemático de Numan, trata sobre hacerse uno con la máquina, para sentirse protegido y huir de la hostilidad callejera. Hoy, en Intruder, su más reciente trabajo, Numan se pone en el lugar de otro engranaje: el planeta Tierra, y lo hizo inspirado por Earth, un poema escrito por su hija menor Echo. “Lo hizo a los once años. Se trata de la Tierra hablando con otros planetas, explicándoles que se sentía triste y molesta por las cosas horribles que ocurrían. Era algo lleno de empatía y de entendimiento. La idea del álbum se la debo a ella. Al abrir el vinilo aparece el poema completo”, explica.
“Savage está ambientado cien años en el futuro, y se trata de que los humanos se van a convertir en salvajes y hostiles en un mundo arrasado por el cambio climático. Pero Intruder ve esto desde el punto de vista del planeta, y desde cómo se siente ahora mismo, no en el futuro”, agrega.
Para Numan, un elemento clave fue traducir las emociones -desilusión, rabia, esperanza- en sonidos: “No quería que fuera solo algo depresivo, sino que quería mezclar las emociones. Intenté encontrar sonidos que ayudaran a las canciones a describir las sensaciones, armando un vocabulario de sonidos. Las letras se interconectan y hay frases que vuelven porque vienen de una única entidad pensante, con todos estos pensamientos. Crear la atmósfera es una de las cosas que me encantan”.
Pero Intruder es solo la mitad de un disco doble, cuya segunda entrega llegará el año próximo. “Cuando comencé a trabajar en el concepto, me pregunté si acaso el Covid era la primera de muchas enfermedades que la Tierra estaba usando contra nosotros. Pero puede que haya empezado mucho antes a librar esta lucha, solo que nosotros nos damos cuenta hoy. Si es cierto que existe una guerra, no creo que debamos ganarla. Los humanos somos el problema”.
Ya en Replicas usted cantaba sobre un futuro donde la humanidad era reemplazada por androides.
Siempre me fascinó pensar en qué se convertirían los humanos en el futuro cercano. No en mil años, sino que en cincuenta años más. Cuando hice Replicas me interesaba Londres y en qué se transformaría, porque había mucha violencia. En uno de mis cuentos de ese tiempo yo hablaba de que lo único que mejoraría las cosas sería dejar todo en manos de una Inteligencia Artificial, ya que no tendría avaricia, ni corrupción. Y la Inteligencia Artificial se daba cuenta de que el problema era la gente misma.
Para Numan, el presente se asemeja a “una película de horror de ciencia ficción”. Sin embargo, no pretende hacer un manifiesto ecológico, sino abrir un espacio de conversación. “La idea es llegar a presionar a nuestros líderes. Hay millones de personas en el mundo que van a la iglesia todos los domingos y creen en algo de lo que no existen pruebas ni evidencias, y viven sus vidas enteras acordes a ello. En cambio, existe esta enorme cantidad de información y de evidencia de que lo que está ocurriendo en el planeta es real y deciden ignorarlo. Es sorprendente esa contradicción”.
Ateo por convicción, opina que “la naturaleza no suele equivocarse, pero nosotros somos un error. No deberíamos existir. Creo que somos muy curiosos, muy inventivos, muy inteligentes y ambiciosos, y todas esas cosas juntas son una combinación muy dañina y de temer. Si pudieras agarrarnos a todos y ponernos en la Luna o en Marte, verás que en solo un par de semanas la Tierra comenzaría a florecer nuevamente. Esto es como cortar los frenos de tu propio auto, así de estúpidos somos”.
Yo me desconecto
A mediados de los 80, tras el éxito arrollador de sus primeras obras, Numan atravesó una fase irregular. Sincerándose, habla de lo estresante que es intentar mantener un nivel de creatividad a estas alturas. “Para mí la dificultad no es tener ideas, eso no me cuesta. Es algo más psicológico. Si tienes un día en que las cosas no salen como esperabas, entonces tu confianza se desmigaja rápido, ese es el problema de hacer discos para mí. Lucho contra mi propia confianza frágil, de ahí es de donde viene el estrés, porque, de verdad, siempre tengo ideas, solo que ese miedo se ha puesto peor con el tiempo. Quieres que cada disco sea lo mejor posible, que sea mejor que el último, al menos, para que crezcas como artista. Cuando terminé Intruder y comencé a recibir feedback fue un alivio gigante, pero después de diez minutos comienzas a pensar en el próximo y te preocupas otra vez, pero así debe ser. Tienes que crear algo nuevo, tiene que haber calidad y es tu trabajo. Y eso viene con harto estrés y preocupación, así es mi vida realmente” (ríe).
La pandemia hasta ahora tiene a Numan alejado de las giras por el tiempo más largo en toda su carrera. “Ni cuando me retiré estuve tanto tiempo sin tocar”, bromea. En 2018, promocionando Savage, pudo venir a Chile por primera vez, y el viaje le impactó tanto que aparece mencionado en un par de páginas de sus memorias.
“Fue una de las mejores experiencias, porque fue genuinamente inesperado. Yo no tenía idea que el recibimiento iba a ser así. Acá en casa seguimos hablando de eso todo el tiempo, hasta el día de hoy. Mi esposa, incluso, dice que ese fue su viaje favorito de toda la gira. ¡Fue fantástico! Esos dos shows en Chile, con el viaje a Isla de Pascua, fueron el punto más alto junto a un show orquestal que hice en el Royal Albert Hall. Todo el período en Chile me marcó, por el interés que mostraron todos. Viajamos a la costa y en el camino paramos a comprar vinos y ropa más cálida, y la gente me reconoció de inmediato y me pedía fotos. ¡No me tratan así ni en Inglaterra!”, explica.
Sus hijas se hicieron sus primeros tatuajes en Isla de Pascua, así que llevan algo de Chile para siempre.
Absolutamente, así es. En un principio las tres se iban a hacer tatuajes juntas, pero la tercera, después de ver el dolor de las otras dos, se acobardó. ¡Ahora se arrepiente! (ríe).