St. Vincent - Daddy’s home

Ya es costumbre que cada nuevo álbum de Annie Clark, la identidad tras St. Vincent, incluye la posibilidad de rankear entre lo mejor del año. El título homónimo de 2014 y Masseduction (2017) tenían argumentos suficientes. Esta vez no queda tan claro en un disco motivado por una situación íntima. A partir del título Daddy‘s home, hay un guiño al excarcelamiento de su padre en 2019, condenado por casi una década por lavado de dinero y fraude, entre otros cargos. El link de St. Vincent con la figura paternal está dado por la música con la que creció en casa, sonidos negros de los 70, cuando el funk y el soul se electrificaron.

St. Vincent ha reconocido el talón de Aquiles de su obra, cierta frialdad y un exceso de cálculo. Es evidente que en la primera mitad de Daddy’s home batalla y logra vencer parcialmente sus puntos bajos. Las canciones son más cálidas e insinuantes, aspirando a confundirse con la espesura afroamericana mediante un ingenioso entramado musical, que combina su sentido de la modernidad con la tradición de las raíces que husmea. Pero nunca deja de ser una chica blanca que intenta una metamorfosis que decae ante el esfuerzo.


The Black Keys - Delta kream

Hubo un tiempo en que todas las fichas estaban en este dúo retro rock de aire sureño del cantante y guitarrista Dan Auerbach y el baterista Patrick Carney. Se volvieron omnipresentes cuando sus canciones invadieron campañas publicitarias junto con protagonizar polémicas con Jack White -los odia porque cree que le roban el estilo-, más el hábito de la declaración controvertida ideal para titulares, especialidad de Carney. The Black Keys tocó el cielo con El Camino (2011) y Turn blue (2014) expandiendo sus posibilidades con mayor instrumentación y aventuras en otras vetas.

Delta kream funciona en la esquina contraria a esa ambición, sin perder efectividad ni enganche. Es una partida de covers del género hill country blues, un sonido pastoso bajo un ritmo incesante sin mayores variantes propio de Mississippi, grabada con absoluta urgencia en 10 horas al cierre de la última gira, junto a la banda soporte. El conjunto está compenetrado y fluido para enmarcar un ambiente dominado por guitarras crudas, riffs viscerales y una base rítmica que acomoda el material a velocidad crucero. Arqueología rock desplegada con gusto y orgullo.


Aterciopelados - Tropiplop

El décimo álbum de Andrea Echeverri y Héctor Buitrago es la crónica pop más lúcida y refrescante que se ha publicado en Latinoamérica en largo tiempo. Las resonancias infantiles y lúdicas del título, más la colorida portada dibujada por la vocalista, son parte de la ironía, el humor y la agudeza de las letras que giran en torno a la actual oferta pop -”estrellas del Tik Tok” repite el estribillo del tema que bautiza al álbum-, el paso del tiempo, los enfrentamientos generacionales, el concepto de feminidad, las implicancias del estrellato y el rol de los luchadores sociales, entre varios asuntos serios tratados con lírica directa y honesta, en medio de canciones que se pasan rapidísimo y fácil grabado en la memoria.

El temario se transcribe con synth pop, guitarras y la voz reconocible de Echeverri, haciendo un trabajo de joyería a la altura de la música compuesta con Buitrago, en gran nivel durante 15 temas que, en algunos pasajes, recuerdan la fina artesanía de Café Tacuba. Por cierto, triunfo total la versión de La Ciudad de la furia de Soda Stereo. Tropiplop reitera que Aterciopelados son clásicos inapelables del pop rock latino del último cuarto de siglo.