Claudio Narea y Miguel Tapia difícilmente pueden cortar el cordón umbilical que los une a la historia gigante que construyeron junto a Jorge González en Los Prisioneros.

Pero a veces, hay uno que otro paso al costado: como cuando Tapia le dice a Narea que prefiere jubilarse. Que ya no observa a los escenarios como su destino inmediato y que, por tanto, la opción de volver a tocar juntos –tal como lo hicieron por casi una década, única alternativa en los últimos años de ver las canciones del trío interpretadas por sus miembros originales- ya no será posible.

“Como persona, en pandemia he tenido la sensación de que me estoy jubilando. Tal vez ya no siga, no haga mas música, baje las baquetas, quizás cierre la puerta, la ventana, he pensado mucho en eso, desconectarme totalmente de lo público, dentro de lo que se pueda. Jubilarme. Cumplí 57 años, no es tanto claramente, pero ya he hecho bastante y este encierro me ha dado esa oportunidad de parar un poco, de frenar, con Claudio tuvimos mucha actividad en estos diez años y de pronto digo ‘ya estoy bien, suficiente, quiero dar un giro, irme de Santiago’”, confidencia el baterista en entrevista con Culto.

¿Y será definitivo? “Es muy probable que me jubile pronto. Esta pausa me ha dado una sensación de relajo que me ha gustado mucho”.

Conectado vía Zoom para la misma conversación, Narea subraya que la decisión de su compañero no torpedea sus planes artísticos. Por su cuenta, seguirá mostrando en escena la herencia del conjunto sanmiguelino. Incluso, marca un contrapunto: “Algo sabía, pero no tiene nada que ver con mis planes. No lo veo como un final, con Miguel estábamos tocando mucho, mucha gente joven descubrió Los Prisioneros gracias a nosotros y, dentro de lo difícil que era hacer un show sin el vocalista principal, lo hicimos bastante bien. Yo al menos voy a seguir tocando”.

Pero por mucho que el tándem Narea/Tapia ya sea historia, el vínculo Prisionero, ya está dicho, sigue asomando indisoluble. La próxima semana se reeditarán en CD dos discos que representan distintas etapas del grupo, desde sus orígenes en los agitados años 80, hasta su retorno a gran escala en el nuevo siglo. Por un lado, La Voz de los 80 llegará en formato digipack y con audio mejorado –el mánager Carlos Fonseca nunca quedó conforme con el sonido de la versión 2015- gracias a la remasterización que hizo el año pasado el ingeniero de sonido Carlos Barros, además de salir también en vinilo con acetato de color rojo.

Por otro lado, resurge también el trabajo doble Estadio Nacional, que sintetiza los memorables shows de fines de 2001 en el recinto, también en digipack, con 28 temas y el extra de Pa pa pa, no incluido en la anterior versión de la producción.

“Todo esto me produce muchas cosas”, expresa Tapia. Luego profundiza: “Partiendo que la banda sigue presente hasta hoy, lo que nosotros mismos podíamos confirmar en nuestros conciertos con Claudio, viendo gente joven, incluso de menos de diez años que nos pedía entrevistas o autógrafos. Algunos grupos se disuelven y mueren con el tiempo, pero acá no, la banda sigue más viva que nunca”.

En lo concreto, el baterista puede situar incluso el aporte que un trabajo como La voz de los 80 establece hasta nuestros días: “Es un álbum que le dio la confianza a muchos jóvenes músicos de que se podía hacer rock y música en Chile. Cuando lo hicimos, había muy pocos grupos que presentaran canciones originales, pero nosotros marcamos esa diferencia y hoy Los Prisioneros son un ejemplo”.

La sensación de Tapia no es menor y va en sintonía con el peso de la historia. La voz de los 80 se cocinó a fuego lento y recorrió un camino a momentos pedregoso: las letras de las canciones fueron trabajadas casi en su totalidad por González, la grabación de los demos la realizó en su casa de San Miguel con dos radiocaseteras, y luego el registro más profesional de las composiciones fue transitando por distintas miradas; la disquería Fusión de Carlos Fonseca, y los estudios de Francisco “ Pancho” Straub y Alejandro “Caco” Lyon.

"Histeria colectiva en 45 mil personas: lesionados y apagones dejaron Los Prisioneros en Concepción", tituló La Tercera en enero de 1986 por el show de los sanmiguelinos en la Feria Internacional de la Región del Biobío

“Nunca lo encontré un proceso difícil”, matiza Tapia. “Tenía muy claro que lo íbamos a lograr. Desde siempre. Sabía que íbamos a ser conocidos. Las canciones eran buenísimas, era imposible que el resultado fuera otro. Teníamos tanta energía que empujábamos montañas”.

Muchas décadas después, el hombre de ¿Quién mató a Marilyn? también intentó mover montañas. Pero mucho más difíciles: según relata, hizo muchísimos intentos en los últimos años por juntar al trío original. No para tocar, pero sí al menos para un último apretón de manos, una foto o alguna señal de tregua, sobre todo considerando la delicada situación de salud que aqueja a González desde hace un tiempo. Ninguna intentona tuvo éxito.

“He intentado un par de veces reunir a mis compañeros, pero no lo he logrado. Ya no tengo ganas ni fuerza de seguir intentándolo, ya pasó ese momento, no lo haré más, cada uno que tenga su espacio mirando adelante lo que queda de vida. No voy a decir cuál fue la piedra de tope, eso me lo reservo. Nos queda seguir adelante, que cada uno este bien, y con el orgullo de haber sido parte de un grupo que es parte de la historia de Chile”, añade el instrumentista.

Candidatos y canciones

Narea prefiere no entregar opiniones al respecto. En el año de la pandemia, el encierro y la incertidumbre, se reinventó de modo virtual organizando una serie de exitosas charlas vía Zoom donde indagaba en sus mayores influencias como músico y en los referentes que definieron la obra de los creadores de El baile de los que sobran.

Además, asegura que le ofrecieron presentarse como candidato a la Convención Constituyente: “Me pidieron que lo fuera, pero no me dieron las ganas. Lo pensé en un rato, pero me parecía difícil meterme en algo tan importante, porque no me veía en esa situación de estar conversando sobre la Constitución. Quería otro tipo de vida”.

Desde un ángulo más musical y menos político, más pretérito y menos contingente, comparte con Tapia la pulsión que todavía le genera un álbum como La voz de los 80: “Fue algo hecho en medio de la nada y eso me parece notable para que lo vea la gente que hace música hoy. No teníamos referentes, en ese momento nuestro mayor referente era el Pollo Fuentes. O el Festival de Viña, donde sólo habían estado Los Jaivas como grupo de rock chileno, pero tampoco vivían aquí. Era un tiempo donde había un desierto de artistas. Me gusta y me siento orgulloso de haber sido parte de esa historia”.

¿Canción favorita de La voz de los 80? El guitarrista no se define por una sola y prefiere soltar tres: “El disco me gusta entero, me gusta Nunca quedas mal con nadie, No necesitamos banderas y Brigada de negro. Brigada siempre fue un clásico en mi cabeza”.

El percusionista es más concreto al minuto de escoger su predilecta: “Pasaron muchos años que no escuchaba discos de Los Prisioneros y una vez en la radio escuché Nunca quedas mal con nadie y me impactó la fuerza de la banda. Dije ‘guau, los hueones fuertes, súper empoderados, qué potente el grupo’. Es la canción que más rescato. Más que Marilyn, que está dentro del promedio de las canciones bien hechas. Pero Nunca quedas mal es un desorden ordenado de energía. Toda la interpretación es buena en ese tema”.

Salto al futuro

Cuando ambos observan un disco y una etapa como la que encarna Estadio Nacional, en 2001, los recuerdos se vuelven incluso más telúricos. Narea: “Esos shows fueron impactantes, no sólo para el público, sino que también para nosotros. Siempre hay una emoción cuando uno toca, pero la emoción que yo vi ese día fue distinta. Estoy muy contento de haber sido parte de ese proceso”.

Pese a ello, son taxativos en un punto: el fin del trío original en 2003, con la partida de Narea, sucedió en un instante preciso. No hay espacio para arrepentimientos, para sentir caminos que quedaron mutilados o destinos que se deberían haber escrito de otro modo.

Los Prisioneros

“Era difícil seguir unificando criterios. El disco homónimo (de 2003) no es un buen disco y para mí, como se hizo, no era la forma de trabajar, no es algo que me acomode, había una tirantez que no era grata”, califica Narea.

Tapia por su parte afirma que ese álbum –donde están Ultraderecha, San Miguel, Concepción y Canción del trabajo, entre otros- le gusta, aunque también confirma que las diferencias creativas al interior del trío “no daban para más”.

Quizás estas nuevas ediciones de dos eslabones tan distintos en la vida de Los Prisioneros tienen el sabor de un fin de ciclo. Al menos a nivel discográfico, se va cerrando una de las historias más vibrantes de la cultura popular chilena. Los músicos pasan y las canciones son finalmente las que quedan.

*Este miércoles 26 de mayo se inicia la preventa de todos los discos en las tiendas web www.planetaprisionero.cl y www.vinilospormayor.cl. El martes 1 de junio salen los dos CD a la venta, mientras que el día 15 estará disponible el vinilo de La voz de los 80.