Lo escribió durante su estadía en la prisión de Landsberg, tras el fracasado “putsch de la cervecería”, en 1923, donde junto a sus partidarios intentó derrocar al gobierno de la ya alicaída República de Weimar. En rigor, Adolf Hitler tuvo en la cárcel comodidades que se quisiera cualquier reo.
Según cuenta Jesús Hernández Martínez en Breve historia de Hitler, (2012), el nacido en Austria obtuvo “unas condiciones más parecidas a las de un hotel que a las de una cárcel y en donde se vería arropado por otros cuarenta nacionalsocialistas también condenados como él. Pasó a ocupar la celda número uno, en la primera planta, una habitación grande y confortablemente amueblada, cuyas ventanas le ofrecían una amplia panorámica de un atractivo paisaje campestre”.
Ese confort le dio el tiempo y la tranquilidad para escribir Mein kampf (Mi lucha), un libro de casi 800 páginas, y que debido a su tamaño, fue publicado en dos volúmenes, en 1925 y 1926. En rigor, no lo escribió, sino que se lo fue dictando a su chofer, Émil Maurice, quien fue registrando a mano lo que le decía el futuro führer, y luego lo mecanografiaba en una máquina de escribir Remington.
En el texto, pensando como un autobiografía política, Hitler da a conocer su pensamiento demagógico en base a los pilares con que después construyó su régimen. “En su escrito exponía de manera cruda y efectista sus ideas antisemitas y antimarxistas, insistía en el mito de la puñalada por la espalda, manifestaba su creencia en la superioridad de la raza alemana o en la necesidad de que un hombre carismático obtuviese todo el poder para salvar Alemania”, dice Hernández Martínez.
Tan inflamante era el contenido que el título original era: Cuatro años y medio de lucha contra las mentiras, la estupidez y la cobardía. Sin embargo, fue Max Amman, el encargado de publicaciones del naciente partido nazi, quien lo convenció de un título más reducido, pero decidor. Mi Lucha.
Una reedición crítica
Tras salir de prisión, y lograr el ascenso como canciller (o sea, jefe de gobierno) en 1933, Mein kampf se reeditó en varias oportunidades. Sin embargo, la derrota germana en la Segunda guerra mundial, y la revelación de los horrores cometidos por el nazismo, hizo que el libro estuviese vedado. De hecho, hasta 2016, era el Ministerio de Finanzas de Baviera el titular de los derechos morales y literarios de Hitler, y prohibía cualquier reedición.
Sin embargo, en 2016 venció el copyright, debido a que habían pasado 70 años de la muerte del autor. Eso liberó los derechos y el Instituto para la Historia Contemporánea de Múnich publicó la primera edición crítica de Mein Kampf. Esta edición fue la base para que la editorial francesa Fayard decidiera hacer su propia edición crítica del texto, y que acaba de lanzar en el país galo.
Para ello, agregaron una introducción general, y apreciaciones a cada uno de los capítulos. El trabajo estuvo a cargo de un equipo de historiadores encabezados por Florent Brayard además del traductor Olivier Mannoni.
Esta edición expone fiel el estilo tosco y confuso del original. “Las aptitudes literarias de Hitler eran escasas y Maurice, camorrista profesional además de chófer, no era el hombre idóneo para las labores de amanuense”, explica Hernández Martínez. El texto incluye cerca de 3.000 notas, e introducciones, lo cual hace que llegue a las casi 900 páginas.
Este nuevo volumen, dejando en claro su propósito se titula distinto al original: Historiar el mal. Edición crítica de Mein Kampf. Y en la portada, de impoluto blanco, no se pone el nombre del autor.
Brayard, en declaraciones recogidas por El País, señala que el objetivo de esta edición crítica es contextualizar y de alguna forma desnudar el aparataje demagógico de Hitler. “Por un lado, es un texto escrito hace 100 años y que se remite a una realidad histórica que no es la nuestra y nos parece historia antigua. Por eso hay que contextualizar lo que dice Hitler, para poder entenderlo en profundidad”, explica.
“Por otro lado, Hitler es un demagogo que no duda en mentir y manipular. Por eso era fundamental, en el aparato crítico, señalar y corregir todas sus mentiras y errores, pues habla de un número inverosímil de temas que no domina y comete errores sobre biología, sobre historia, sobre varias cosas. Así que corregimos de forma sistemática no solo las mentiras sino los errores”, añade.
En esa misma línea se pronuncia Hernández Martínez: “Hitler era un maestro insuperable en mezclar verdades, medias verdades y mentiras, logrando que su público, en este caso el lector, acabase convencido de sus argumentos, lo que hace de este libro un texto peligroso. En él se puede encontrar su programa para la toma del poder a toda costa, su absoluta falta de escrúpulos o su justificación de la brutalidad, incluso se puede advertir entre líneas sus futuros planes para la invasión de la Unión Soviética o el exterminio de los judíos, aunque todo ello quede hábilmente enmascarado tras una aparente historia de superación personal”.
Las trabas del lenguaje
Un escollo que se debió enfrentar a la hora de la traducción fue la tosquedad de la escritura. Olivier Mannoni, señala en El País: “Hemos mantenido todos los defectos del texto de origen, porque los defectos forman parte de su sustancia”. Entonces, su labor fue especialmente dificultosa.
“Nunca conseguí pasar más de dos horas diarias sobre este texto, es imposible. Uno tiene la impresión de caminar en el fango, sin avanzar -dice Mannoni-. He encontrado un correo electrónico que le envié al editor cuando entregué la segunda parte, donde le contaba que nunca había sufrido tanto con una traducción. Y no porque fuese difícil sino porque era horrible: intelectualmente vacío, muy pesado en el estilo y el fondo es monstruoso. Se avanza muy despacio. Y no hay ningún placer”.
Y el traductor añade algo crucial. Cómo en el lenguaje Hitler fue articulando una enmarañada red de frases demagógicas. “Es un texto que muestra cómo la confusión del lenguaje puede conducir al totalitarismo. Para mí, como lingüista y traductor, esto es importante. Hay que estudiar la técnica que consiste en adormecer la razón para desembocar en eslóganes y teorías de la conspiración muy simples: la acumulación de frases vacías, de hechos no verificados, no demostrables. Hay que aprender a reconocer este lenguaje que hoy día se encuentra con bastante frecuencia”.
No es la primera reedición
Como suele suceder con los libros prohibidos, Mein Kampf circuló en ediciones piratas, pero en enero de 2016, una edición comentada de Mein Kampf se publicó en Alemania y se agotó en unas horas en el sitio alemán de Amazon. Por supuesto, la publicación provocó un debate público en el país germano y dividió las reacciones de los grupos judíos. Algunas librerías declararon que no venderían el libro.
Luego, en enero de 2021 se dio a conocer la publicación de una edición comentada del volumen en Polonia, por primera vez en su historia. Dicho hecho, causó una gran polémica en el país, y con justa razón: en ese país se establecieron los campos de exterminio de Chelmno, Belzec, Sobibor, Majdanek, Treblinka y Auschwitz-Birkenau.
Un recordatorio
¿Se debieran volver a publicar este tipo de textos polémicos? María Paz Rodríguez, escritora y editora de Neón Ediciones parte señalando: “No creo en la censura”, y agrega: “Si estoy de acuerdo con que se publique o no. No sé. Pero el libro existe, está, y es un registro de algo que causó crueldad, es justamente un recordatorio. Es lo mismo que ocurre con los registros de la dictadura acá, ¡tiene que haber un registro de lo que pasó en esos años! Y aunque sea cruel y terrible. Y aunque pueda incitar a cierta violencia, es un libro que no se puede negar, que hay que tenerlo como testimonio de algo que sucedió”.
“Que sea una edición comentada me parece que esa una postura, y es quizás un poco paternalista respecto al libro mismo, pero dados los tiempos que corren, un libro así debiera ir con alguna guía. Porque es un libro que necesita ciertas luces”, añade la autora de Niñas ricas. “De hecho, lo leí cuando estaba en la U, a modo de registro histórico. Como estudio de la época”.
Matías Rivas, editor de Ediciones UDP, dice enfático: “Yo no lo publicaría”. Pero defiende que pueda ver la luz en una editorial. “Es uno de los libros más pirateados del mundo, entonces ya no es un debate moral, es un debate económico. Si no publicas Mein Kampf, o cualquier otro libro, alguien lo va a publicar. Si se le da circulación clandestina, en cierto punto lo estás ayudando”.
“No se pueden prohibir los libros. Si los prohibes, los transformas en mitos. No le tengo miedo. Cada editor tendrá su línea, pero es mejor saber cuántos ejemplares de Mein Kampf se venden, a que eso esté oculto en el sistema pirata”, agrega Rivas.