El propio concepto de canción latinoamericana alude a una geografía puntual, como un trayecto creativo limitado por latitudes reconocidas y por una brújula que sabemos hacia dónde se dirige.
Pero en los últimos años, la acepción se ha vuelto cada vez más difusa y con menos fronteras, como si el anhelo bolivariano se materializara en una generación completa cuya hoja de ruta se arma y desarma entre norte y sur, Caribe y los Andes, el Río de la Plata y Río de Janeiro, la costa colombiana y los antiguos clubes de La Habana o Ciudad de México.
Nombres tan distanciados en el mapa como la mexicana Natalia Lafourcade, la colombiana Lido Pimienta o la chilena Paz Mera pueden finalmente confluir en un mismo ideario de rescate y renovación regional.
Es la esencia que también envuelve a la cantora y música nacional Claudia Mena, conocida como Belencha, una de las apuestas para subrayar en el último tiempo y que en un tránsito artístico que se remite a cerca de un lustro puede exhibir precisamente al amor profundo por variantes tan diversas como el chachachá de raíz cubana, el vals peruano o la tonada chillena. Exhuberancia caribeña y fragilidad sureña separadas por sólo un par de composiciones.
Parte de una familia vinculada a la cultura, descubrió a la madre mayor, Margot Loyola, cuando estudiaba Pedagogía en música en 2010, lo que modificó su rumbo para siempre. Integrando el grupo de cuecas El Parcito, comenzó a tomar clases con la folclorista, lo que por lo demás le sirvió para alistar sus primeros pasos en solitario.
De esa forma, en 2016 grabó su primer título, Quisiera ser palomita, adscrito al folclor tradicional y con inventivas letras que iban del romance al costumbrismo. Pero no sólo fue su primer salto para caminar sola: ahí también nació Belencha.
Advirtiendo que ya había una cantante colombiana llamada Claudia Mena, optó por rebautizarse. “Al Gepe le gustó el nombre, me empezaron a decir así, así que quedé como Belencha solamente porque ya había una Claudia Mena y por mi nombre de Instagram”, apuntó en el sitio web Solo Artistas Chilenos, revelando el lazo esencial que ha fortalecido con el sanmiguelino. Amigos gracias a sus pasiones musicales en común y a epicentros como La Casa de la Cueca, en 2018 abrió su show en el Movistar Arena y ese mismo año partició en su álbum Folclor imaginario.
Ya a partir de 2020, su destino como Belencha adquirió contornos definitivos y editó dos singles: Pajarillo, un yaraví peruano que coge elementos del folclor inca, simple en su instrumentación, pero cantado con eco evocativo y melancólico; y Un poquito de amor, muy por el contrario, una pieza del clásico de la música cubana Julio Gutiérrez, interpretada con orquesta, llena de un sazón bailable que la configuran como una diva de mediados de los 50, aquellas damas de garbo y timbre elocuente que hacían suyas las noches del Caribe.
En la suma, Belencha Mena adhiere hoy un tercer sencillo: Petronila, cantada en colaboración con Camila Moreno. Un vals que conoció en una peña limeña en 2016, que entona con las inflexiones pronunciadas propias de la vieja canción romántica y que con Moreno logra un contrapunto preciso; mientras Mena posee un timbre rotundo, su compañera balancea con un tono más diáfano y etéreo.
La misma folclorista lo reafirma en declaraciones enviadas por su equipo: “Camila Moreno le da un aire completamente distinto a lo que estoy acostumbrada a escuchar y a hacer, también me muevo en un mundo donde la música es muy a la antigua, y Camila viene a ponerle su toque más personal. No sé si decir pop, pero con una voz muy característica y que queda completamente distinto en este registro”.
Para seguir descubriendo los rincones latinoamericanos por donde tranista Mena, hay que seguira la espera de un álbum que contará en la producción con Gepe y Cristián Heyne y que, según ella misma ha adelantado, tendrá desde tangos hasta ritmos peruanos. Es el ayer que marca el hoy de una generación completa de nombres más jóvenes. Una tradición infranqueable a la marcha del tiempo.