“Es un 80% real”, asegura cuando le preguntan cuánto de lo que relata es verdadero de su novela. En rigor, una autobiografía donde relata su vida de película. Y no es una mera expresión, sus vivencias inspiraron la serie The Americans (Amazon Prime Video). Esa frase, en torno a que puedes escribir un libro sobre tu vida, Elena Vavilova (58) se la tomó en serio.
La mujer que sabe guardar secretos se titula la novela, lanzada a través de Roca Editorial, en España, que cuenta, a través de un narrador externo, sus propias vivencias como espía rusa en Estados Unidos, durante los años en que el país aún era la Unión Soviética y los siguientes. Eso sí, también contó con la ayuda del escritor ruso Andréi Bronnikov.
Bajo la fachada de un matrimonio convencional en Boston, con dos hijos, Elena Vavilova y su marido, el también espía ruso Andréi Bezrúkov simulaban ser Tracey Ann Foley y Donald Heathfield, francocanadienses, un poco para ocultar el acento extraño con que hablaban el inglés.
En rigor, eran una pareja de verdad. Se habían conocido y casado en la URSS, pero, con sus nuevas identidades tuvieron que volver a hacerlo en Montreal. “Tuvimos que construirnos una vida discreta, de ‘personas promedio’; así son los buenos espías”, describe Vavilova en declaraciones recogidas por El País. Según la biografía de su sitio web, comenzó con estas labores en el gigante del norte a fines de la década de los 80.
Vavilova asegura que se unió a la KGB siendo estudiante, y jamás tuvo dudas de lo que estaba haciendo. “La Unión Soviética era entonces un país poderoso, la lucha y la competencia con el bloque occidental estaban calientes y la decisión de unirnos a la organización para defender la patria fue en realidad extremadamente sencilla de tomar”.
Una traición
La labor de Vavilova y Bezrúkov, o más bien, de Tracey Ann Foley y Donald Heathfield, era recabar información de inteligencia. Primero, para la URSS, luego, para Rusia. Todo lo que conseguían lo enviaban a través de mensajes encriptados a sus superiores en Moscú.
Vavilova aún recuerda el momento en que a través de las pantallas observó el derrumbe de la URSS, en 1991. “Para nosotros fue como una pérdida, la de un país enorme y poderoso -señala a El País-. Pero nos mantuvimos fieles a la promesa porque nunca trabajamos para un régimen específico o para un presidente concreto; sino para nuestra tierra y las personas que vivían allí. Y seguían siendo los mismos”.
“Además, el país atravesaba un periodo difícil —los turbulentos años noventa— y eso nos dio más ganas de prevenir algunas conspiraciones, ataques. Entendimos que nuestra patria estaba enferma y que nos necesitaba”, agrega.
Sin embargo, sus labores se vieron bruscamente paralizadas. El 27 de junio de 2010, el FBI, mediante la Operación Ghost Stories, capturó a diez agentes rusos, entre ellos Vavilova y Bezrúkov, a quienes arrestaron en su casa en Boston, ante la mirada incrédula de sus hijos -Tim y Alex- que solo ahí se enteraron de la verdadera identidad de sus progenitores, y de lo que hacían.
¿Cómo fue que cayeron? No fue por errores propios, explica Vavilova en la citada entrevista. Ocurre que uno de sus superiores cambió de bando, y facilitó a los estadounidenses toda la información sobre las identidades y ubicaciones de los espías.
Pasaron dos semanas encarcelados, y aunque podrían haber sido ejecutados, lo que pasó con ellos fue otra cosa. También digna de película. Semanas después, Estados Unidos y Rusia intercambiaron espías en el aeropuerto de Viena; siendo el mayor cambio desde la Guerra Fría,
A su regreso a Rusia, los recibió el mismísimo Vladimir Putin, en esos entonces primer ministro, y quien también había sido un agente de la KGB. Por supuesto, los recibieron como una especie de nuevos héroes nacionales, y una condecoración adornó el pecho de ambos.
“[Putin] trató de animarnos, nos remarcó que aunque la misión hubiera terminado aún teníamos años por delante y podíamos hacer algo interesante y útil en el país”, rememora Vavilova en El País. Y así fue, el gobierno ruso les buscó buenos empleos a ambos. La mujer quedó laborando en Nornickel, una gran compañía minera rusa que tiene los mayores depósitos de níquel y paladio de mundo, y su esposo es profesor en una universidad.
“No hay tanta acción ni asesinatos”
Fue después del boom causado por la serie The Americans, en 2019, cuando a Vavilova se le ocurrió contar su historia por ella misma. Su intención, dice, es relatar la “realidad” del oficio, el cual, según ella tiene menos sangre y balas de lo que aparece en las películas.
“La serie capta muy bien el ambiente y el trasfondo psicológico, los dilemas emocionales y familiares, pero en esta profesión no hay tanta acción. Y no hay asesinatos -asegura-. Un agente encubierto debe pasar desapercibido. El trabajo requiere mucha paciencia, mucha fuerza intelectual y, a veces, cuando te traicionan, como nos sucedió a nosotros, puede ser un poco frustrante”, señala a El País.
Vavilova indica que tuvo otra motivación. “También quise escribir para dar ejemplo a los jóvenes. No significa que tengan que ser todos espías, aunque quizá alguien se sienta inspirado. Quería demostrar que es bueno hacer algo útil por tu patria. Hicimos algo importante y muy gratificante. No fuimos allí para hacernos millonarios o famosos, sino para servir a nuestro país. Esa era la misión; mi misión”, remarca.
Actualmente, como indica en su página web, Elena vive en Moscú, está trabajando en su segunda novela y realiza seminarios sobre el desarrollo de redes personales.
La mujer que sabe guardar secretos está disponible en nuestro país de manera digital, a través de la plataforma 24symbols.com.