Las únicas ocasiones en que Brad Bird (Los Increíbles) ha abandonado el cine de animación ha sido para comandar una de las mejores películas de la saga Misión Imposible (Protocolo Fantasma, 2011) y para despachar una irregular aventura familiar (Tomorrowland, 2015) que terminó convertida en uno de los mayores traspiés comerciales de Disney de la última década.
El primer salto de ese tipo de Andrew Stanton, otro de los cineastas emblemáticos de Pixar, tampoco fue simple: después de brillar con Buscando a Nemo (2003) y Wall-E (2008) pasó a dirigir John Carter (2012), la fallida adaptación de Disney de Una princesa de Marte, de Edgar Rice Burroughs.
El debut de Chris McKay (Lego Batman: La película, 2017) fuera de la animación también es a lo grande. Como los esfuerzos de Bird y Stanton, su primer largometraje de acción real, titulado La guerra del mañana, apuntaba a someterse al siempre complejo reto de la taquilla. Pero la inestabilidad desatada por la pandemia primero obligó a que Paramount moviera su lanzamiento –de diciembre pasado a julio– y luego, en abril, cualquier esperanza de verla en la pantalla grande quedó sepultada, una vez que se hizo oficial que sus derechos de exhibición habían sido adquiridos por Amazon.
Por accidente, ahora la película califica como el primer proyecto en el streaming de Chris Pratt, una de las mayores estrellas de Hollywood desde que asestó los golpes consecutivos de Guardianes de la Galaxia (2014) y Jurassic World (2015). El filme de ciencia ficción se estrena este viernes 2 en Amazon Prime Video, en calidad de una de las producciones más millonarias que han saltado directo a plataformas en el último año y medio. También, curiosamente, como un intento por contar una historia de extinción de la humanidad a ras de suelo, con un coro de personajes fácilmente reconocibles.
El protagonista es Dan Forester (Pratt), un profesor especializado en biología que en 2022 se entera a la par del resto del mundo de un anuncio apocalíptico: 30 años en el futuro los sobrevivientes de una amenaza extraterrestre están cerca de perder la guerra y encuentran como única salvación viajar en el tiempo para reclutar a personas que se enlisten en la lucha. Se conforma así una suerte de improbable ejército global que lleva a hombres y mujeres a prepararse en tiempo récord contra un enemigo que ignoran cómo vencer.
Bajo la dirección de McKay, que planteó que en un comienzo el guión que le entregaron carecía totalmente de humor, la cinta es menos una superproducción colmada de efectos visuales que el drama de un hombre de familia contado con los bríos de película de matinée, capaz de acomodarse a los diferentes registros de la historia.
Aunque las influencias están ahí, desde El Día de la Independencia y Terminator hasta Aliens, el filme antepone el diseño de su protagonista, ajustado a la medida de Chris Pratt (bien flanqueado por Yvonne Strahovski, J. K. Simmons y Betty Gilpin), también productor del largometraje. El actor de Parks and Recreation se vuelve a calzar el traje de héroe de acción, encuentra un buen socio en Chris McKay, y a la larga consolida su marca al frente de un entretenimientos de masas.
“No soy Daniel Day-Lewis”, dijo hace unos días en una entrevista a raíz de la promoción de esta película, y nadie podría refutarlo. Pero es particularmente efectivo cuando se trata de interpretar a tipos más o menos normales que cargan con el peso de cintas palomiteras. Las terceras partes de Jurassic World y Guardianes de la Galaxia, que arribarán a las salas en 2022 y 2023, respectivamente, debieran ser una nueva prueba de ello, pero La guerra del mañana rinde como examen de sus capacidades en un filme que no tiene origen previo ni en otras sagas ni en cómics.
Debido a que es un estreno que llega directo al streaming, por el momento quedará la duda de cómo se mantiene el estatus de Pratt como prenda de garantía en la taquilla, luego de la suerte de polémica que lo tuvo como protagonista en octubre pasado, al calor de las elecciones presidenciales estadounidenses.
En octubre, tras un sondeo realizado por la guionista Amy Berg en Twitter, revivieron los comentarios que lo comparan con Chris Hemsworth, Chris Evans y Chris Pine, y lo tildan como “el peor Chris de Hollywood”, por su perfil conservador y su asistencia a una iglesia que ha sido acusada como anti LGBT. Tampoco ayudó demasiado a calmar los ánimos que sus colegas en las películas de Marvel salieran a brindarle su apoyo, y que antes se abstuviera de participar en las reuniones virtuales de los elencos de Parks and Recreation y Avengers para recaudar fondos para los demócratas. Chris Pratt se niega a hablar sobre otra cosa que no sea su trabajo en la pantalla, y por ahora le funciona.