Todo partió con una visita a la inauguración de una exposición, como cualquier paseo que dos amigas inquietas hacen al Archivo Nacional, en los tiempos anteriores al Covid. En 2018, las editoras María Yaksic y Lorena Fuentes se encontraban visitando una muestra sobre la escritura de feministas obreras de principios del siglo XX cuando una noticia, en jerga periodística, “las golpeó”.
“En esa inauguración fue informada públicamente la donación de materiales de Julieta Kirkwood, que eran parte de su escritorio en la Casa de la Mujer La Morada, y que desde ese momento ingresarían al catálogo del Archivo Mujeres y Géneros. El tiempo pasó y siempre nos quedamos con la inquietud de qué materiales eran”, cuentan Yaksic y Fuentes en coro a Culto. Eso fue un disparador.
Con esa información, la dupla Yaksic y Fuentes comenzó a cranear un libro. Y para prologarlo, pensaron en la escritora Cynthia Rimsky. La autora cuenta que lo primero que se le pasó por la cabeza cuando le ofrecieron hacerlo fueron ecos de un tiempo lejano. “Me pregunté dónde estaba mi grupo en los 80 respecto al feminismo y traté de entender desde hoy, esa supuesta ‘contradicción’ entre la lucha contra la dictadura y la lucha feminista que planteó la izquierda en ese momento”.
Rimsky agrega: “Fue una conmoción leer ese período con los ojos de un grupo, entonces tan tan minoritario, a partir de todos los cambios que se han producido en la vida de las mujeres desde Julieta Kirkwood”.
Julieta Kirkwood no es alguien menor. Es el nombre clave del feminismo en Chile durante el régimen militar y cuya influencia se hace notar hasta hoy con un nuevo libro. Se trata de Preguntas que hicieron movimiento 1979-1985, que acaba de llegar a las librerías a través de la editorial Banda Propia, liderada por Yaksic y Fuentes.
La edición no solo compila parte importante de los textos teóricos que escribió la socióloga durante su vida, publicados de manera dispersa y algunos ya descontinuados, también incluye el rescate de material hasta ahora desconocido y que proviene de la donación que su amiga Vicky Quevedo realizó al Archivo Nacional, en 2018. Ella recogió cinco cajas de manuscritos, fotos, cartas y anotaciones directamente del escritorio de Kirkwood tras su muerte por cáncer a los 49 años, en 1985, y las mantuvo hasta donarlas a la institución pública.
Esa fue la documentación inédita de la que Yaksic y Fuentes se enteraron, y cuales buscadoras de tesoros, fueron al Archivo Nacional para encontrarse con un viaje directo al pasado. “Consultamos por estos materiales directamente al Archivo. Nos contaron que ya estaban catalogados, pero que por la pandemia era difícil acceder. Lo logramos a fines de enero de 2021, gracias a turnos éticos y la generosidad del Archivo Mujeres y Géneros con nuestro proyecto. Fueron dos días intensos, muy emocionantes”, relata el dúo.
“Cuando abrimos las cajas vimos allí el relato del escritorio, los apuntes de trabajo, sus referencias –agregan Yaksic y Fuentes–. Sabíamos de antemano que nuestra labor no era hacer la investigación, más bien nos propusimos transmitir esa materialidad, ese tesoro resguardado para la memoria feminista”.
Después de esa visita al archivo, las cosas siguieron una sincronía poco habitual. “Al día siguiente nos llega el prólogo de Cynthia Rimsky, quien precisamente había reparado en esta misma historia [la de la donación al Archivo]. Fue una asombrosa coincidencia que cerró la idea darle lugar protagónico al escritorio privado”.
Intelectual “de terreno”
Junto con este material inédito, hubo un trabajo de selección y compilación de los textos de Kirkwood, entre los cuales se encuentran: Ser política en Chile: las feministas y los partidos (1982), y los póstumos Tejiendo rebeldías y Feminarios, ambos de 1987, donde se recogieron varios de sus escritos.
Para este libro, fueron Pierina Ferretti y Luna Follegati quienes hicieron la tarea de recoger los textos dispersos y compilar. “Esta selección estuvo centrada en su escritura personal. Es muy sugerente el hecho de que el momento en que Julieta Kirkwood comienza a escribir sus propios textos, coincide con su involucramiento en el movimiento de mujeres en Chile –dice Ferretti a Culto, socióloga y magíster en Estudios Latinoamericanos–. A partir de allí cambia el centro gravitatorio de su escritura, de sus preocupaciones y de su práctica política. Por eso el subtítulo de la selección es ‘escritos feministas 1979-1985’”.
No solo teorizaba, Kirkwood también fue una destacada activista. Prueba de ello fue su participación en el Círculo de Estudios de la Mujer –luego, la Casa de la mujer La Morada–, en el Centro de Estudios de la Mujer, y en revistas clandestinas como Furia. Esto, porque, como consta en sus escritos, se dio cuenta que el movimiento por los derechos de las mujeres tuvo un bajón tras la obtención del derecho a voto. De alguna forma, el feminismo estaba siendo desplazado por la lucha por la recuperación de la democracia. Ahí decidió actuar.
“Encarna la intelectual situada, que lo mismo está escribiendo en su oficina que participando en talleres con vecinas o repartiendo panfletos –dice Cynthia Rimsky–. No la veo escribiendo papers encerrada en un cubículo de una facultad aceptando normas”.
“No hay democracia sin feminismo”
Era la frase que resume el modo en que Kirkwood –militante socialista– observaba los movimientos de la izquierda de su tiempo, ante la cual se plantó de manera bastante crítica. Incluso frente a otras mujeres que opinaban al revés, que no habría feminismo sin democracia. Para ella, “No hay democracia sin feminismo”.
“Esa formulación –dice Pierina Ferreti– fue elaborada al interior del movimiento feminista en un momento en que, en el marco de las luchas contra la dictadura, algunos sectores de la izquierda señalaban lo contrario, buscando subordinar y poner en segundo plano las luchas feministas”.
Ferreti agrega: “El movimiento feminista tuvo la lucidez de entender que esa jerarquización debilitaba la lucha democrática a partir del descubrimiento de que el autoritarismo precede a la dictadura militar, que una trama densa y muchas veces invisible de relaciones sociales preparan el terreno para autoritarismos más generales como el de la dictadura”.
Luna Follegati, historiadora y doctora en Filosofía, señala: “Me parece que la frase ‘no hay democracia sin feminismo’ es un llamado de atención a las formas de construcción política que se habían venido desarrollando durante los procesos políticos previos al golpe militar de 1973”.
“Es una crítica a la concepción secundaria que habían tenido las reivindicaciones feministas contenidas en las propuestas transformadoras y revolucionarias de la época, como también el carácter marginal de la participación de las mujeres en el sistema político, desde el período del Frente Popular en adelante –añade Follegati–. Además, la frase también tensiona las discusiones sobre ‘la democracia que viene’, enfatizando en que las mujeres no volverán a estar en un segundo plano”.
De ahí a que Kirkwood abogara porque el feminismo no solo lograra conquistas en el espacio público y político, también en el privado, en la casa. “Para el feminismo fue muy claro que la dictadura militar extendió hacia el conjunto de la sociedad la sujeción secular y cotidiana de las mujeres y que por lo tanto el modelo de opresión ejercido sobre las mujeres servía de base para todas las demás opresiones –dice Ferreti–. En un momento en el que se luchaba por la recuperación de la democracia, el feminismo supo poner una alerta ahí”.
Esa sujeción cotidiana es a lo que apuntaba también Kirkwood. También lo resumió en una frase que pasó a la historia: “Democracia en el país y en la casa”.
“No se trata de cualquier democracia, ni de recuperar la democracia anterior –dice Ferreti–. Se trata de crear una nueva que apunte a la transformación de las relaciones sociales en su conjunto. Entonces no puede ser simplemente una igualdad jurídica, tiene que apuntar a la democratización social”.
Para Alejandra Castillo, doctora en Filosofía y académica de la UMCE, la idea “implica cuestionar las esferas de lo público y lo privado que hemos recibido de la tradición política liberal, social y republicana. Implica transformar la distinción de lo público y lo privado, el Estado y la familia, lo masculino y lo familiar”.
“Todavía hay mucho trabajo que realizar si pensamos que lo que está a la base de la enunciación ‘Democracia en el país y en la casa’ es la metáfora de la diferencia sexual entendida como diferencia natural, metáfora que hoy está en declinación”, añade Castillo.
Pensamiento vigente
¿Por qué es tan relevante hoy Julieta Kirkwood? Luna Follegati señala: “Personalmente rescato el carácter rebelde y revolucionario del feminismo que desarrolla Julieta Kirkwood, como también el carácter transversal y total de la transformación feminista que comportan sus definiciones. Ese aspecto radical me parece muy importante de situar en la actualidad, a propósito de la revuelta de octubre y las necesidades de transformación estructural que se han exigido en el último tiempo”.
Por su lado, Castillo apunta a que su aporte va en las preguntas actuales del feminismo. “Mucho de lo que se juega hoy en el feminismo se describe en las preguntas ¿qué democracia queremos?, ¿cómo alteramos el androcentrismo que inercialmente se reproduce en las instituciones y en la vida en común? Y ¿Cómo leemos y enseñamos de un modo que interrumpamos tal androcentrismo? Estas tres preguntas comienzan a formularse en muchos de los documentos de trabajo que Julieta Kirkwood elabora como para parte de su labor de investigación en FLACSO y en los grupos feministas en los que participa”.
Pierina Ferreti apunta a la dimensión doméstica que tocó Kirkwood. “Sigue siendo un problema la falta de democracia al interior de los espacios familiares, en la vida cotidiana, en la intimidad. El conservadurismo de las relaciones sociales más básicas y la mantención de una marcada división sexual del trabajo al interior de las familias, ha quedado todavía más al descubierto con la pandemia y las investigaciones que muestran la sobrecarga de trabajo doméstico de las mujeres”.
Para Cynthia Rimsky, lo importante de Kirkwood fue su aporte como rescatista del movimiento feminista chileno anterior a ella. “Su legado agrega otra capa más a la historia que permitirá hacer nuevas lecturas. En lugares donde la discriminación, las desigualdades, la violencia contra las mujeres crea callosidades, rigideces, ella aporta la duda para seguir pensando. En momento donde lo posible aparece tan restringido, dinamita lo posible”.
“Quisimos hacer un libro para el debate, en medio de las aperturas políticas y disensos actuales –explican Fuentes y Yaksic–. Por nuestro interés en publicar una escritura feminista reciente que dialogue con el proceso constituyente abierto en octubre de 2019. Julieta Kirkwood, entre otras feministas del periodo, pensaron la ampliación de los límites de la democracia, las tensiones entre feministas y partidos, entre saber y poder. Decidimos enfocarnos en los textos que hablan de la relación entre feminismo y socialismo, siempre teniendo en cuenta su lectura desde el presente”.