La inolvidable Raffaella Carrà murió hoy a las 16.20 (hora de Italia), en su casa en Roma a los 78 años de edad. ¿La causa? Una agresiva enfermedad que la había atacado en los últimos años y cuyos detalles han sido celosamente guardados por sus cercanos. Ese habría sido precisamente uno de los deseos que la artista expresó antes de su muerte -de acuerdo a lo publicado por agencias de noticias de su país- y que hasta ahora su entorno ha cumplido.

Eso sí, consciente de que se acercaba el final, la diva italiana pidió recientemente a su círculo íntimo una urna en leña simple y un ánfora para sus cenizas, según cuenta una de las representantes de la artista a Culto. Las coordenadas de sus funerales, hasta este mediodía, aún no se habían definido.

Con la partida de la actriz, cantante y presentadora de televisión se va una parte de la historia de la música italiana y del imaginario del pop europeo de las últimas décadas. También un referente y una figura de culto para varias generaciones en Latinoamérica. Un ícono de desplante, sexualidad, revindicación feminista y visibilización LGBT -en una época donde no era común hacerlo, como ilustra su himno Lucas de 1978- que sacudió e iluminó al perplejo público de su país y también al de Chile en los años 80, así como de naturalidad y alegría en la pista de baile, gracias a himnos como Fiesta, Hay que venir al sur, Caliente Caliente y 0303456.

La enfermedad que terminó con su vida pilló a su país y al mundo por sorpresa. Según la prensa italiana Carrà hasta hace poco seguía trabajando y grabando capítulos para un nuevo programa de entrevistas en la televisión, con ella como presentadora. Una dinámica que inició en los años 70, luego de años dedicada al cine de su país y de un paso por Hollywood, y que la convirtió en una leyenda de la pantalla chica con grandes números de audiencia -en Italia y España- gracias a clásicos como Carràmba! Che sorpresa!, Canzonissima y Pronto... Raffaella?. “¿Puedo todavía ofrecer algo a mi público?”, se preguntaba antes de volver a colocarse frente a las cámaras.

Si bien su faceta televisiva nunca se detuvo del todo, su carrera musical se fue apagando en los últimos años. Sus presentaciones se volvieron más esporádicas y a los 73 años anunció formalmente su retiro de los escenarios. “Tengo una edad y todos se esperan que cante y baile, pero ya no tengo ganas de hacerlo. He trabajado toda la vida, he tenido satisfacciones más grandes de las que nunca hubiera esperado y momentos de televisión extraordinarios. No es que sienta la necesidad de volver a la televisión, se está bien también sin mí”, aseguró en una de sus últimas entrevistas.

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De hecho, en años recientes, la producción del Festival de Viña intentó sin éxito traer de vuelta a la intérprete de Fiesta, con el fin de revivir la magia y el impacto que generó la italiana en su debut ante el “Monstruo” en 1982. Según confirma un integrante de la organización del certamen durante la era Chilevisión, antes de su retiro, en 2014, cuando aún se presentaba en eventos de su país (como el Festival de la Canción Italiana de aquel año), se le hizo una propuesta formal para que volviera a pisar la Quina Vergara.

Y aunque Carrà mostró interés, las cifras que pedía su equipo para viajar hasta Latinoamérica no se ajustaron al presupuesto del evento y la negociación quedó en nada. Una situación similar a la que vivieron diversos productores de conciertos y de programas televisivos chilenos que intentaron traer a la artista en años recientes, encontrándose primero con un alto costo y, luego, con una cantante que ya no daba recitales y restringía sus apariciones públicas y viajes.

“Ella desde hace mucho tiempo no hacía presentaciones”, asegura una de sus representantes. “A pesar de las cifras estratosféricas que le ofrecían sistemáticamente, muchas desde Chile, no hacía conciertos”.

Su alejamiento de los escenarios no la sacó de la vida pública y seguía siendo una entrevistada frecuente en la prensa europea, que periódicamente requería su opinión en torno a diversos temas. Entre ellos, el movimiento #MeToo, el caso Weinstein y los abusos sexuales contra las mujeres en la industria audiovisual, por ejemplo.

“Aquí te invitaban a cenar, te hacían la corte. Pero en Italia, nunca conocí casos así”, aseguró al diario español El País en 2018. “Y mira, también te digo que hacerte famosa yendo a la cama con todo el mundo a veces funciona, y a veces no. Pero si tú no quieres, no vas. Cada uno reacciona de distintas maneras ante el miedo, no hay duda. Yo le hubiera dado una patada a Weinstein en sus sitios delicados”, sentenció.

Su culto y estatus de leyenda en el mundo LGBTI, que fue creciendo con los años, también acaparó conversaciones y titulares con su foto. “Moriré sin saberlo. En mi tumba dejaré escrito: ‘¿Por qué he gustado tanto a los homosexuales?’”, respondió al diario Il Corriere della Sera hace tres años, consultada por su fama de ícono gay y por el citado tema Lucas, que lanzó en 1978 y que terminó siendo un símbolo para muchos.

En su última entrevista, realizada en 2020 con el mismo Corriere della Sera, la cantante reconoció que la pandemia la vivía con angustia, hastío y miedo. “Mucho miedo. No salgo y este 2020 se ha convertido en un año sabático. El 31 de diciembre habrá que romperlo todo”, declaró.

“Nada es eterno… excepto la Carrà”, era una frase que solía escucharse entre los italianos. Hoy, el público del mundo y connotados artistas despiden a la inigualable diva de Boloña, que deja este mundo convertida en leyenda.