Nuevo capítulo en la disputa entre las actrices Esperanza Silva y Catalina Saavedra, y el hijo adoptivo de Bélgica Castro, Leonardo Mihovilovic, quien acusa a ambas de apropiación indebida de los bienes de su madre y de su pareja, el dramaturgo Alejandro Sieveking, ambos fallecidos en 2020.
Incluso presentó una querella penal al respecto, sobre todo apuntando al departamento de este último, el que fue vendido por Saavedra, según consta en la acción judicial, en $80 millones. Mihovilovic dice que la propiedad es suya y que fue vendido a un precio muy por debajo de los montos actuales del mercado.
Ayer, ambas actrices se refirieron por primera vez en extenso acerca del conflicto, en el espacio Mentiras Verdaderas, de La Red.
Silva especificó que Mihovilovic tenía malos tratos con la pareja y en particular con Sieveking. “Hay acontecimientos que suceden por un evento violento entre el señor Mihovilovic y Alejandro. En julio de 2018 le pidió que le devolviera unos cuadros. Después de ese evento violento nuestro amigo Alejandro Sieveking cayó hospitalizado por una descompensación cardíaca en la Clínica Indisa”, recordó, para después completar: “Nunca tampoco lo hemos validado como interlocutor. Esto que está haciendo es porque tenía una expectativa de herencia al fallecer Alejandro”.
Además, trató de “instrumental” la acción judicial interpuesta por el hijo de Bélgica Castro: “Es una querella para poder causar presión sobre las personas que tienen que decidir jurídicamente lo que sucede. Es una difamación en contra nuestra. La querella que él presenta no tiene mucha argumentación. Ha tenido que hacer todo este show mediático del cual nosotros no hemos querido participar. Justamente por la dignidad de nuestros amigos, porque ellos nunca quisieron estar en esto”.
Por su parte, Saavedra comentó: “Nos enteramos de esto por la prensa, por un reportaje de Chilevisión. Tiran esta bomba nuclear en contra nuestra, con un sesgo tendencioso e injurioso. Aún no nos llegan las querellas, a mi no me ha llegado ninguna”.
“Fui muy cercana a ellos después de que hicimos la película Gatos viejos. Ellos eran muy amigos y queribles. No de tantos amigos, pero sí de muchos admiradores. Nadie puede tener una mala palabra con ellos. Tuvimos una amistad muy cercana, nos llevamos muy bien. Honestamente, dentro de los últimos diez años, vi una sola vez al señor Mihovilovic en la casa de Bélgica y Alejandro. Ahí puedo sentir que no había una buena relación. Me extrañaba mucho la ausencia de esta persona, de este hijo, no se hablaba de él, básicamente para cosas más negativas que positivas”.
Ambas concluyeron la entrevista aseverando que la intención fue siempre “apoyar a la pareja” y “cumplir la voluntad de Alejandro”.
“Cuando necesitaron ayuda en la vejez, las que estuvimos ahí fuimos Catalina y yo, y mucha otra gente”, terminaron.