Vivió poco tiempo, 47 años tenía cuando un problema hepático se lo llevó a cruzar el otro lado. Pero viendo su vasta obra, más de 300 poemas, centenares de textos en prosa, varias plaquettes y revistas dirigidas por él, pareciera que hubiese vivido mucho más.
En esas pocas líneas damos cuenta de una paradoja, la vida breve de un autor prolífico. Ese fue Fernando Pessoa (1888-1935), uno de los poetas portugueses más relevantes de la historia de la literatura del siglo XX. El lusitano vuelve a las vitrinas nacionales gracias a un libro llamado Poemas clave, editado por Ediciones UDP. A cargo de esa edición –bilingüe–se encuentra el poeta y editor Adán Méndez (54), uno de los estudiosos de la obra del europeo, y quien además hizo la traducción.
¿En qué se basó para elegir esos poemas como “claves”? Méndez señala: “Pessoa publicó bastante en vida, más que muchos autores a quienes nadie tacha de escasos. Eso quedó algo disperso, pero no tanto, porque todo quedó disperso apenas en Lisboa, que no es una ciudad tan grande. Los poemas elegidos para esta antología son en realidad aquellos que a lo largo de tantos años de lecturas, como decía un siútico argentino, me han ido eligiendo a mí. De aquellos poemas de Pessoa que leo permanentemente, estos son los que soy capaz de traducir”.
Méndez aprovecha el vuelo y desmiente una idea sobre Pessoa que ha sido bastante reiterada. “Lo de Pessoa desconocido y prácticamente inédito es un mito, publicó bastante en vida, y además era muy conocido en el ambiente literario de Portugal”.
Multiplicidad y heterónimos
¿Cómo podemos caracterizar la poesía de Fernando Pessoa? Méndez señala un aspecto crucial: “Descontando el dominio técnico esperable, lo primero con Pessoa es la multiplicidad: nunca se presenta solo. Además de múltiple, es exuberante. Más que unificadoras, creo que las características más propias de la poesía de Pessoa son disgregantes, si es que no explosivas”.
En esa multiplicidad, quizás donde llevó más lejos el concepto fue con sus “heterónimos”. El diccionario RAE lo define como: “Identidad literaria ficticia, creada por un autor, que le atribuye una biografía y un estilo particular”. Aunque Méndez señala que el propio Pessoa fijó un estándar “para considerar a alguna de sus muchas firmas como un heterónimo, semi heterónimo, o simple seudónimo: un heterónimo debe tener un estilo propio, diferente al estilo de ‘él mismo’”.
De todos los heterónimos de Pessoa, para esta edición se eligieron tres: Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos, además de él mismo, ¿por qué esos?
Quienes tienen un marcado estilo propio son justamente Caeiro, Reis y Campos, sobre quienes todo el mundo y el propio Pessoa concuerdan en que conforman el núcleo de la novela de los heterónimos. En mi opinión, Reis es una construcción demasiado intelectual, queda falto de poesía; pero su contribución al drama heteronímico es fundamental. Con Caeiro y con Campos, en cambio, Pessoa hizo lo increíble: inventar dos poetas tan buenos y tan complejos como él mismo. El Drama en gente que se forma entre este grupo de autores ficticios y Pessoa él mismo funciona estupendo, es osado desde la poética, importante desde la filosofía, e involucra alguna de la mejor poesía del siglo XX.
¿Será el mejor Pessoa el que se encuentra firmando con alguno de los heterónimos? Méndez lo tiene claro: “Quizá los mejores poemas figuren bajo la firma de Álvaro de Campos: Tabaquería, Poema en línea recta, Callos a porteña y Todas las cartas de amor. Pero Pessoa tiene muchos aros, y como lectores no tenemos por qué saltar por todos ellos. Los heterónimos son una ficción, y lo más fabuloso en esa ficción es que en realidad está detrás de todo la firma de Pessoa ‘ele mesmo’. No hay que perder de vista que ese es el misterio”.
La puerta ancha
¿Considera que esta nueva edición es una buena puerta de entrada para quien no haya leído nunca a Pessoa?
Sí, esta antología podría llamarse también: Pessoa: la puerta ancha. La puerta ancha para entrar en la poesía de Pessoa es en efecto Alberto Caeiro, que es el heterónimo pleno, maestro ficticio de los demás heterónimos principales y del propio Pessoa. Incluyo una muestra abundante del libro principal de Caeiro, El cuidador de rebaños, y del resto de sus poemas.
De los heterónimos que se incluyen en esta edición, ¿cuál es el que más le gusta a usted?
Hablando en los términos más estrictos, el verdadero heterónimo es Caeiro. No solo cumple a fondo con todos los requisitos establecidos por Pessoa para que un heterónimo sea tal, sino que esos requisitos Pessoa parece haberlos ido estableciendo a medida que surgían en Caeiro, quien, dramáticamente, convence e interesa desde la primera línea. Reis cumple con los requisitos también, pero creo que no responde completamente al soplido del espíritu y se queda en heterónimo de arcilla. Y Campos, estrictamente hablando, es un más alter ego que un heterónimo. Con decir que Pessoa a veces se presentó ante la gente, y ante su novia incluso, personificando a Campos. Hasta protagonizó algunos escándalos mediáticos bajo esa personalidad. En mi opinión, entonces, Caeiro es el heterónimo pleno; Reis es el esquema completo de un heterónimo; y Campos es más que un heterónimo.
¿Qué otros libros o compilaciones cree que son imprescindibles en la carrera de Pessoa? Como decía, es característico en Pessoa la multiplicidad. Así que sus imprescindibles son muchos. Mencionaré solo las compilaciones las que he trabajado directamente, ambas publicadas en Chile: Papeles personales (2016) es una selección de prosas de Pessoa en las que su personalidad, tan extraña y escurridiza, de pronto se muestra, resplandece por así decirlo. En Cómo Fernando Pessoa puede cambiar su vida (2019) los autores hicieron un trabajo fabuloso seleccionando episodios, imágenes y textos de la vida de Pessoa, parodiando la forma de un libro autoayuda. Estos dos libros muestran bien a esta personalidad insondable, plural, paradójica y divertidísima.
¿Será Pessoa el poeta más importante de Portugal? Méndez no tiene duda alguna: “En el siglo XX no hay ningún poeta en Portugal que se le acerque siquiera. Él mismo eligió medirse con Camoēns, el gran poeta portugués de tres siglos anteriores, más que con sus contemporáneos. En Brasil sí había poetas de su categoría, como Oswald de Andrade o Manuel Bandeira, por ejemplo, aunque parece ser que Pessoa tocó teclas más universales”.