Columna de Javiera Mena | Raffaella Carrà: abrazado a un desconocido
Nunca estuvo a merced de esta idea anticuada de que las mujeres cuando cumplen 40 años, chao. Siempre estuvo en forma, dándolo todo en el escenario y en todos lados.
Para mí, Raffaella está metida en lo más profundo de mi inconsciente, porque desde que tengo uso de razón ella está presente en mi vida. Les gustaba a mis abuelos, les gustaba a mis papás y en mi casa siempre bailábamos sus canciones para el Año Nuevo. La verdad es que soy fanática, siempre la escucho. Y es algo que se traspasa por generaciones. A mi hermano lo crié escuchando una canción de ella que se llama África. Su música es para niños y para grandes. La verdad, Raffaella Carrà es una maravilla.
Recuerdo ya más de grande viendo con mis amigos el Festival de Viña en que cantó, con su micrófono con cable. Yo no había nacido, pero siempre está presente, cada año, porque ella es como esa gente sin edad, esos músicos que permanecen por la potencia de su arte, por su discurso, por el referente de libertad y LGBTQ+ que fue, por sus bailarines, sus trajes, su coreógrafo. Ella combinó la música disco con el español y todo en ella era muy icónico.
Además, nunca estuvo a merced de esta idea anticuada de que las mujeres cuando cumplen 40 años, chao. Siempre estuvo en forma, dándolo todo en el escenario y en todos lados.
Hay una canción que me fascina: Lucas; la encuentro una maravilla. Allí ella habla de que le gustaba un chico que de repente desaparece y nunca más lo vuelve a ver, y después lo ve “abrazado a un desconocido, que no sé quién era, tal vez un viejo amigo”. Era como la amiga que siempre está rodeada de gays y con eso también me siento identificada. Es Géminis, además, igual que yo, y siempre que cito a Géminis famosos o que me hayan impactado, cito a Raffaella Carrà.