En sus orígenes, su nombre se asociaba al de un DJ cotizado en la escena del hip hop y el funk de Nueva York. A sus 45 años, en los que acumula un historial envidiable de colaboraciones junto a artistas ligados al rock, al pop, la electrónica y los sonidos R&B, Mark Ronson se define ante todo como un hombre permanentemente atraído por las voces.

La voz que le cambió la vida, eso sí, dejó este mundo hace diez años y un día, pero la recuerda a la perfección. “Probablemente la mejor música que he hecho es la que hicimos juntos. Ella disparó mi carrera, todo se remonta a eso, no tendría esta serie de televisión si no fuera por el hecho de que conocí a Amy Winehouse”, dice el productor en una entrevista con medios latinos, entre los que está Culto, para hablar de una docuserie musical que estrena en el streaming. “Era una cantante y compositora increíble, muy divertida, encantadora, genial y generosa. Una amiga maravillosa”.

Desde que produjo Back to black (2006) ha vuelto a timbrar éxitos universales junto a artistas como Lady Gaga y Bruno Mars (Uptown funk), aunque ninguno tan decisivo como ese álbum que le dio sus dos primeros Grammy. Con cautela, Ronson cree que Winehouse, de no haber muerto por una intoxicación etílica el 23 de julio de 2011, continuaría creando en la industria. “Estoy seguro de que estaría haciendo música increíble. Pero ella realmente hizo lo que quiso, así que es difícil para mí intentar adivinar”, señala.

Antes, sin necesidad de ser consultado directamente, Ronson recuerda la sesión en que junto a la artista británica grabaron su segundo y a la postre último disco. La evoca por el desafío que implicó traer al siglo XXI el sonido que quería Winehouse, el del cuarteto femenino de los 60 The Shangri-Las. En uno de los seis episodios de su serie documental Watch the sound with Mark Ronson (que se estrena este viernes en Apple TV+), repasa ese momento de su trayectoria y revive cómo la reverberación apareció como la respuesta al desafío musical que tenía enfrente. Así, dice él mismo en la producción, alcanzó esa “soledad épica” que buscaba la cantautora.

De vuelta en la entrevista, señala: “Lo más importante de Back to black es la voz de Amy en las canciones, pero el sonido también es parte de ese disco. El sonido es la distorsión”. Ronson, como si se tratara de algo que se repite día a día, busca estudiar qué separa una gran composición de una icónica, y realza en la docuserie: “El sonido importa”.

De eso conversa a lo largo de seis capítulos junto a una compañía de lujo: Paul McCartney, Dave Grohl, Charli XCX, Questlove, Sean Ono Lennon, Santigold, Josh Homme, Kevin Parker y Mike D y Ad-Rock, entre otros. “Solo quería hablar sobre cómo la tecnología influyó en los discos que amamos. Si te dedicas a la música y esta es tu vida, estarás interesado en la serie. Si amas la música y no sabes nada sobre la tecnología, ojalá la veas y te parezca genial”, explica.

Algunos capítulos se enfocan en técnicas que él mismo habitualmente ejecuta, como el uso de sintetizadores o el sampleo. Pero en el primer episodio decide enfocarse por completo en el autotune, una herramienta cada vez más utilizada en la industria pero a la que usualmente le hace el quite.

“Pensé que era una especie de trampa. Me gustan las voces como las de Amy Winehouse y Aretha Franklin, cuando escuchas las notas. Pero entonces aparece Kanye West y hace 808s & heartbreak, y luego Charli XCX y personas realmente talentosas que constantemente impulsan la música, usan esta herramienta”, indica. “Ahora la tecnología es realmente lo que sigue impulsando unos a otros”.