Fue en 1905, con 23 años, cuando Virginia Woolf comenzó a escribir para el Times Literary Supplement (TLS). La idea era que hiciera labores de crítica literaria en la que por esos entonces era considerada una vitrina importante en las publicaciones referidas a literatura. De hecho, por sus páginas firmaban T. S. Eliot y Henry James.
No era menor, el trabajo le permitió obtener su independencia económica, lo que después llamaría una habitación propia.
Acaso pagando un noviciado, pero también algo del sexismo de su tiempo, al principio le asignaban libros de cocina y guías de viajes. A lo sumo, le hacían reseñar obras de autores noveles. Pero su pluma excepcional comenzó lentamente a imponerse. Tan lentamente que recién en 1920 pudo comenzar a escribir sobre autoras y autores que le interesaban. Por entonces, ya había publicado sus primeras novelas (Fin de viaje, en 1915; Noche y día, en 1919) y se avizoraba la escritora que publicaría La señora Dalloway, cinco años después.
Parte de estas columnas de crítica en el TLS hasta hoy permanecían inéditas. La editorial Lumen publica Genio y tinta, un volumen que compila 14 de sus críticas literarias hasta ahora desconocidas.
Se trata del material que no se incluyó en la edición de El lector común, de 2009 de misma la casa editora, en la que se tradujo una selección de críticas que la misma Woolf había revisado y publicado en dos volúmenes, en 1925 y en 1932. Además, da cuenta de estos textos tal como aparecieron en su tiempo.
A través de las páginas del volumen, Woolf se muestra como una lectora atenta de nombres como Charlotte Brontë, William Shakespeare, George Eliot, Henry James, John Evelyn, Jane Austen o Aurora Leigh. También habla de temas algo más densos en cuanto a técnica narrativa. Por ejemplo, piensa el género de la novela.
“Ningún escritor tiene tantos métodos a su disposición como un novelista. Puede adoptar cualquier punto de vista; en cierto modo, puede combinar varios puntos de vista. Puede aparecer en persona, como Thackeray, o desaparecer (tal vez nunca por completo), como Flaubert. Puede exponer los hechos, como Defoe, u ofrecer el pensamiento sin el hecho, como Henry James. Puede abarcar los más anchos horizontes, como Tolstói, o recrearse en una anciana con un cesto de manzanas, de nuevo como Tolstói. Cuando existen todas las libertades existen todas las licencias; y la novela, con los brazos abiertos, libre para todas las promesas, acumula más víctimas que todos los demás géneros literarios juntos”, señala Woolf.
La traducción corrió por cuenta de Ana Mata Buil, prólogo de Ángeles Caso e introducción de Francesca Wade. En nuestro país se encuentra disponible vía Buscalibre.