Al momento exacto en que los dedos entumecidos por el invierno austral tipean estas líneas, un cable de la agencia de noticias AFP señala que según informaciones de testigos, la ciudad de Herat, la tercera más grande de Afganistán, ha caído en manos de los talibanes.
Aquel grupo radical ya parecía un eco lejano de 2001, cuando George W. Bush, entonces Presidente de EE.UU., emprendió una guerra contra el país -dirigido por la agrupación-, acusándolo de otorgar protección a Osama Bin Laden y a la red Al Qaeda, responsables de los atentados del 11-S. Como todo en Estados Unidos, la maniobra tuvo un nombre rimbombante: “Operación libertad duradera”.
Pero a pesar de que el conflicto terminó oficialmente en 2014, la libertad no fue duradera por más que el slogan lo asegurara. Los talibanes han vuelto a convertir la vida diaria de los afganos y afganas en una auténtica pesadilla, lo que ha obligado al exilio forzado de parte de su población. Según las últimas cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados, solo este año, 290.000 afganos han debido dejar su país y cerca de 2,6 millones están desplazados dentro del territorio como refugiados. Además, hasta 2020, unos 2,7 millones de afganos estaban viviendo fuera de sus tierras.
La sombra de la muerte y el machismo
Fue lo que, sin ir más lejos, le ocurrió a la escritora Zarifa Pirzad, quien desde 2012 ha residido en Alemania. En su pluma, ha escrito una docena de libros donde refleja el horror de la guerra. Así, han aparecido títulos como Shabah-e-Marg (La Sombra de la muerte), Hawades-e-Nagowar (Sucesos desagradables) y Man-o-Tanhaye (Yo y mi soledad).
“Debido a que los afganos han estado enfrentando un sinnúmero de problemas desde la prolongada guerra hasta las violaciones de los derechos humanos, incluyendo los derechos de las mujeres, la pobreza y las injusticias sociales, decidí mostrar la infelicidad de la sociedad afgana a la comunidad mundial escribiendo libros”, ha dicho la autora, en declaraciones recogidas por el sitio Spanish People, en 2016.
La autora lo vivió en carne propia. Su hija de un año murió después de que un cohete lanzado por uno de los bandos beligerantes impactara contra su departamento en Kabul. Eso, antes de que llegarán los estadounidenses, durante la guerra civil que desangró al país durante la década de los 90 (y que para gran parte del mundo ha permanecido en total desconocimiento). Además, en esos mismos años quedó viuda.
Pero Pirzad no solo ha dado cuenta de ese monstruo grande que pisa fuerte, también de otro igual de gigante y que en los últimos ha recibido pedradas. “Afganistán es una sociedad dominada por el hombre”, añadió la autora en las mismas declaraciones. Y lo ejemplificó contando que mientras vivía en Kabul -la capital- un hombre mató a su esposa. ¿La razón? Dar a luz a siete hijas durante sus más de 20 años de matrimonio. Es decir, la sentencia de muerte de aquel Horacio del oriente medio se basaba en algo tan arbitrario como inexplicable.
“No tengo más forma de expresar esta injusticia que escribiendo libros para dar idea a las personas de todos estos males sociales -señala Pirzad al respecto-. Es irracional odiar a las niñas, actuar con violencia contra las mujeres. Debemos luchar por garantizar la justicia en la sociedad”.
Uno de sus libros, La sombra de la muerte, ha dado cuenta muy bien del dolor de la guerra. El periodista afgano Bari Akhgar señaló al respecto: “Es un relato integral que refleja el verdadero dolor del pueblo de Afganistán, la situación caótica y la verdad detrás de la sociedad afgana. Lo más importante es que el libro refleja la perspectiva inteligente de Pirzad y sus ideas sociológicas y psicológicas que sin duda educarán e iluminarán a los lectores”.
La primera estrella de la noche
Tuvo que hacerlo por necesidad según ha contado en entrevistas posteriores. Seguro por el machismo imperante en la sociedad afgana, pero la situación era apremiante. En plenos años 90, Nadia Ghulam debió hacerse pasar por un chico para poder mantener a su familia. No fue solo por un momento, eso se extendió durante 10 años.
Literalmente, Ghulam es el rostro de la guerra. Durante el transcurso de las confrontaciones civiles, cuando tenía ocho años, sufrió graves heridas que le dejaron secuelas hasta hoy.
Pero mantenerse tanto tiempo siendo otro, sumado a la carga de la guerra, son un yugo inaguantable, por más que se tenga una cabeza fuerte. Así fue como Nadia Ghulam decidió emigrar a España, donde vive hasta hoy, específicamente en Barcelona. Su objetivo, según comentó a una entrevista con agencia EFE, es ser “la voz de las que no tienen voz”.
En la ciudad condal, encontró en la escritura el lugar para exorcizar sus fantasmas. De esta manera, en 2010 publicó en castellano y catalán El secreto de mi turbante, por el que obtuvo el Premio Prudenci Bertrana el mismo año. Luego, en 2014 apareció en los escaparates de las librerías Cuentos que me curaron, una compilación de relatos orales tradicionales afganos.
Pero su gran salto como escritora lo dio en 2016 cuando publicó (junto a Javier Diéguez) La primera estrella de la noche, vía Plaza & Janés. Un libro de crónicas centrado en las mujeres de su familia, personas “de un valor increíble, que con su fuerza, paciencia, perseverancia y lucha constante aguantan Afganistán, un país que lleva cuarenta años en guerra”, señaló en declaraciones recogidas por la mencionada agencia.
De alguna forma, el motor de sus relatos ella lo tiene claro. “El conocimiento -dice Ghulam- es imprescindible, porque sin él no se pueden hacer cambios”.
¿Podrán los libros -y el conocimiento- hacer esos cambios necesarios para la paz en Afganistán? Suena utópico siquiera plantearlo. Por ahora, como en Bosnia, como en Vietnam, como en Uganda, Afganistán vuelve a ser el polvorín del mundo y las letras no quedan indiferentes.