Ryan Reynolds (44) ha puesto su talento a disposición de los filmes de superhéroes y de las películas de las plataformas de streaming, probablemente las dos grandes tendencias que han dominado el Hollywood reciente, con efectos aún por determinar. Él es una de aquellas estrellas que han ganado terreno y construyen un futuro dorado de la mano de ese dominio en la industria.
Pero Free Guy: Tomando el control, su recién estrenado último filme (ya en cartelera de las salas chilenas), no proviene de las historietas ni se lanzará en un servicio digital. Costó por lo bajo US$ 100 millones y su sola realización obedece en gran parte al estatus actual del actor de origen canadiense, consolidado como figura mundial de la mano de Deadpool, el antihéroe al que ha dado vida en dos películas y que se inspira en parte en su propia capacidad de reírse de sí mismo.
La misma a la que apela cuando se le consulta si su más reciente largometraje es parte de una rúbrica más amplia: la marca Ryan Reynolds como garantía de elementos cómicos, desenfado y entretención en la gran pantalla. “Siento que sonaría como un idiota si hubiera comenzado una oración de esa manera. No sé qué es el humor clásico de Ryan Reynolds. No lo sé. Ciertamente no creo que Free Guy se parezca a nada que haya hecho antes”, asegura.
Actor de comedias (La propuesta), dramas (La dama de oro), ciencia ficción (Life: Vida inteligente) y algunas apuestas de mayor riesgo (Enterrado), Reynols parece estar en la cúspide de su carrera, con papeles masivos que sacan lustre a su registro, al tiempo que cada vez se involucra más en los proyectos y su gestación: en Free Guy es protagonista, productor ejecutivo y participó en la reescritura del guión. Conectado vía Zoom con un grupo de medios regionales, entre los que está Culto, se mueve con soltura por múltiples temas y demuestra una vez más que no tiene un texto aprendido cuando se trata de promover sus propios trabajos.
No tiene inconvenientes en, por ejemplo, repasar cómo han lidiado con el uso de los equipos electrónicos durante la pandemia junto a su esposa, la actriz Blake Lively, y sus tres hijos pequeños. “En nuestra casa Blake y yo tenemos mucho cuidado con el tiempo en las pantallas, puedes ver cómo los niños pueden fundirse en ellas. Es algo realmente aterrador. Últimamente, he estado experimentando con una especie de psicología inversa, donde les entregó el iPad con el juego abierto, pero luego les digo, ‘no, no puedes entrar a Tik Tok ahora mismo’”.
Su última película, por cierto, se ambienta en un videojuego y tiene múltiples guiños para los amantes de estos, que hoy se cuentan por millones en el mundo. Pero es una historia con un concepto propio: sigue a Guy (Reynolds), un trabajador de un banco siempre vestido con una camisa celeste y con una rutina inalterable, que descubre que en verdad es un personaje menor e irrelevante dentro de la lógica de una historia que juegan legiones de personas alrededor del orbe.
Para el actor, es la oportunidad de encarnar a un protagónico que es puro optimismo e ingenuidad, otro punto que distingue a la película de los patrones que suelen reinar en las superproducciones hollywoodenses.
“Siento empatía por el personaje, es un tipo que tiene algo increíble. Creo que lo que es tan desgarrador de él es el hecho de que tiene esta visión optimista del mundo a pesar de que diariamente le roban, lo golpean, le prenden fuego y lo patean. Aun así, se levanta todos los días y piensa que el mundo es grandioso. (Él dice) ‘No tengas un buen día, que tengas un gran día’. Ese es su modo. Creo que hay algo realmente poderoso y hermoso en ese tipo de persona que va de cero a superhéroe en una película, a diferencia de alguien con una especie de cosmovisión cínica hipermasculina, que creo que es algo poco habitual en producciones de Hollywood de este tamaño. Entonces, pensé que era genial”.
¿Cree que el futuro de Hollywood depende de que los estudios encuentren la manera de hacer más filmes que no sean adaptaciones de cómics, remakes o reinicios?
Sí. Soy un gran fanático de los cómics, de las películas de cómics y de la propiedad intelectual, pero al mismo tiempo creo que Hollywood es una especie de ecosistema que necesita nuevas historias y tienes que inyectarle sangre nueva para que todo funcione. Las películas de cómics son geniales cuando también hay otras alternativas disponibles. Así que, si solo nos dieran películas de cómics, creo que eso podría ser perjudicial. Me encanta el hecho de que aquí pudimos contar una historia original, lo que fue una gran razón para que yo quisiera hacer esto y sé que fue una gran razón para que Shawn (Levy, director) también quisiera hacerlo. Disney nos respaldó tanto al hacerlo que, francamente, me sorprendió la cantidad de apoyo que nos brindaron para hacer esta película.
Como toda idea con un presupuesto grande que consigue aprobación en la industria en el siglo XXI, Free Guy recoge como referencia directa a un título ampliamente reconocido, en este caso, The Truman Show (1998), de Peter Weir. El Guy que interpreta Reynolds es un dignísimo heredero del Truman Burbank al que dio vida Jim Carrey en aquel filme, inmerso en un reality show sin sospecharlo.
“En Free Guy tienes un personaje que también está siendo usado y consumido para el entretenimiento, aunque no es realmente un experimento. Pero creo que algunos de los temas y las ideas detrás de esto tienen mucho que ver con el libre albedrío, sobre recuperar el control y la autoría de nuestras vidas, y creo que eso es algo que está en la boca de mucha gente en estos días”, explica.
El streaming y la pandemia
El intérprete cuenta que se interesó en el proyecto apenas supo del concepto básico de la producción: cajero de banco humillado de forma rutinaria que de repente descubre que es un personaje de un videojuego. En contraparte, para que el público accediera finalmente a la película pasó casi una eternidad desde que estuvo terminada.
La pandemia demoró hasta tres veces el estreno del filme y en algún momento, afirma Reynolds, el lanzamiento de la cinta pudo haber sido en simultáneo en salas y streaming, la apuesta que aplicaron los estudios Warner Bros. (sólo en Estados Unidos) y Disney, el propietario de Free Guy.
Una estrategia que esas compañías han asegurado es sólo vigente mientras los cines vuelven a la normalidad, pero que ya ha provocado choques con sus estrellas. El caso más comentado es el de Scarlett Johansson, quien demandó a Disney por un supuesto incumplimiento de su contrato por Black Widow, cuyo arribo a salas se vio mermado tanto por su debut digital como por el contexto. Reynolds, al menos, no se enfrentará a algo similar, simplemente porque su película sólo se puede ver en la pantalla grande.
Una de las opciones que han encontrado los estudios en el último tiempo es el estreno en cines y streaming al mismo tiempo. ¿Se habría opuesto a esa estrategia si Disney hubiera decidido que esa sería la mejor alternativa para esta película?
Inicialmente se habló sobre que este iba a ser uno de esos lanzamientos en cines y streaming al mismo tiempo. Honestamente, no tenía una gran perspectiva al respecto, aparte del hecho de que realmente quería que la gente viera Free Guy. E idealmente que la gente la vea en la pantalla grande, porque ese es el tipo de formato en el que se filmó, no se filmó para disfrutarla en un Apple Watch o algo así. Estaba destinada a la pantalla grande y a una especie de experiencia comunitaria. Al menos en las proyecciones en las que he estado con el público, los easter eggs y cameos son momentos en los que se habla en voz alta, donde el público se pone de pie, en una función a la que asistí se pusieron de pie. Esa es una experiencia. Es como la mejor droga en la Tierra, estar sentado viendo una película donde eso sucede. No doy eso por garantizado eso ni por un segundo.
Luego define: “Pero tampoco me involucro demasiado en esas políticas en este momento, con respecto al streaming versus el cine. Soy un agente doble allí. Trabajo para Netflix, trabajo para Apple TV, trabajo para Disney, trabajo para 20th Century Studios. Mi compañía de producción trabaja en Paramount. Así que tengo una gran creencia en que ambos sistemas funcionan y tengo la suerte de participar en ambos”.
A la espera de conocer cuán sólido es su nuevo estreno en taquilla, Reynolds dice tener claro que su mayor satisfacción alrededor de su último trabajo reside en el lazo generado con el director de la película, Shawn Levy, con el que acaba de volver a colaborar en el filme de Netflix The Adam Project. El actor lo llama “un matrimonio creativo”.
“Siempre quise trabajar con él, pero no sabía que conectaríamos de la manera en que lo hicimos, casi deseé haberlo conocido hace diez años. Acabamos de terminar nuestra segunda película juntos, que está en la sala de edición. Empezaremos la tercera película el año que viene. Reconozco lo raro y afortunado que es encontrar a alguien que hable el mismo idioma que tú”.
Después, fiel a su estilo, comenta su otra gran alegría: los cameos de Free Guy y los llamados de los que él personalmente se encargó para convocar a colegas y figuras del entretenimiento.
“Eso me dio realmente fe en el hecho de que Hollywood, como muchos lugares, es una comunidad real, donde las personas se apoyan entre sí. Algunas de estas personas que están haciendo cameos en la película me han pedido que haga cameos en sus cintas y les he dicho que sí. Y solo el hecho de que el intercambio realmente funcione, me hizo pensar, ‘esto está sucediendo, hice algo para tu película y ahora estás haciendo algo por la mía’. Fue muy gratificante”.