Malditos listados. El nombre de Simon Gallup (61) nunca aparece cuando se trata de los mejores bajistas de todos los tiempos, omisión obscena e imperdonable con el músico británico. Convirtió al bajo en sinónimo de melodía y protagonismo en algunas de las canciones más melancólicas de los últimos 40 años. Qué puede importar la acrobacia al lado de la belleza eterna de Pictures of you y el sabor dulcemente siniestro de Fascination street. Qué sentido tiene el acorde matemático o un aburrido slap, si A Forest cierra con una sola nota que audiencias de todo el mundo vitorean por décadas, como si se tratara del gol del triunfo de quienes buscan belleza y consuelo en la tristeza.
Sin él “no se llamaría The Cure”, reconoció Robert Smith a The Irish Times en 2018. “El corazón de la banda en vivo”, como también lo ha definido, se marchó por segunda vez tras el quiebre de 1982, según un escueto anuncio en Facebook publicado el fin de semana por el bajista. Ante la consulta de un fan, Gallup descartó problemas físicos, pero dijo estar harto de traiciones.
Su estadía en The Cure ha registrado los altos y bajos típicos de una larga relación. “Hemos tenido algunos periodos difíciles a lo largo de los años”, declaró Smith a NME en 2019. En el primer quiebre, las drogas, el alcohol y la densidad fúnebre de Pornography (1982) resintieron las relaciones entre Gallup y Smith, hasta llegar a los puñetazos en un bar de Estrasburgo por el pago de una cuenta, el 27 de mayo de aquel año. El líder se fue a casa y su padre lo mandó de vuelta a cumplir con sus deberes de rockstar en gira. No duró mucho el efecto de la reprimenda. El 11 de junio, en el bis de un show en Bruselas, se armó otra bronca que acabó con la salida de Gallup, un exilio de The Cure que se extendió por 18 meses.
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“¿Ese es hombre o mujer?”, pregunta sin pizca de sarcasmo mi madre mientras almorzamos un domingo de 1985 con la tele sintonizando Magnetoscopio Musical, conducido por Rodolfo Roth. El video de In between days tiene hechizada a la familia. La guitarra acústica con su vertiginoso rasgueo de aromas hispanos, la cámara planeando como un moscardón sobre una banda de raros peinados donde el bajista porta un escarmenado fenomenal, en tanto el cantante repite:
“Y se que estaba equivocado
cuando dije que era verdad
que no podía ser yo ni ser ella
al mismo tiempo sin ti
sin ti”
Clic. Tu vida ya no es la misma sino que ahora parece necesario llevar delineador, ropa negra y el pelo caótico. The Cure entra en escena para miles de adolescentes chilenos en aquel año de terremoto y protestas con The Head on the door y Simon Gallup reintegrado, a pedido de Robert Smith. La banda está en uno de sus peaks creativos con Boris Williams en batería, Porl Thompson en guitarra y Lol Tolhurst en teclados.
Gallup vuelve con todo. En Screw lleva el riff con pastoso sonido y en la épica Push cabalga con riendas que disputan la atención de las guitarras. En el siguiente álbum, Kiss me, kiss me, kiss me (1987), cuando The Cure se convierte en una de las bandas más grandes del planeta, nuevamente se desata en líneas memorables como ocurre en Torture, el amenazante arranque de The Kiss, con el bajo convertido en una especie de ronca alarma convocando una alerta, y la frase circular de esa sinfonía in crescendo titulada Like cockatoos.
Junto a Boris Williams convierten en rúbrica arrancar juntos clásicos como Just like heaven, Pictures of you y Fascination street, el bajo y la batería en una columna estelar donde el resto de los instrumentos y la voz de Smtih se cobijan.
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El ex Joy Division y ex New Order, Peter Hook, odia a Simon Gallup. Reclama que le robó su estilo de líneas agudas, punzantes y melódicas. El ex The Cure no acusa recibo. En cambio, ha declarado admiración e influencia del fallecido Pete Way, bajista de los metaleros UFO, de quien tomó el cariño por el modelo Thunderbird de Gibson, y la costumbre de tocar casi a la altura de las rodillas (los mismos detalles que Nikki Sixx de Mötley Crüe copió de Way).
Otro de sus favoritos es Paul Simonon de The Clash y Jean-Jacques Burnel de The Stranglers. “Toda mi línea de bajo en A Forrest”, confesó en 2004 a la revista Bass Player, “pretendía sonar como el bajo de los Stranglers”.
“Nunca seré un gran bajista, pero ahora me siento a gusto tocando”, dijo en esas mismas declaraciones, donde contó de su predilección por modelos Rickenbacker o el mismo Thunderbird, guiado por el dinamismo del diseño antes que el tono. Como compositor, su línea favorita en el repertorio de The Cure es la de The Same deep water as you en Disintegration (1989), la obra maestra de los británicos.
A pesar de su presencia escénica a la par del carisma de Robert Smith, la naturaleza de Gallup es más bien tímida, de pocas entrevistas. Tartamudo, tuvo que enfrentar un periodo de bullying de Lol Tolhurst hacia fines de los 80, cuando el alcoholizado amigo de infancia de Smith no contribuía a la música de The Cure en lo más mínimo y buscaba incesante pelea, aunque el desinterés desaparecía a la hora de cobrar regalías.
“Cuando tienes amigos así, sobre todo durante tanto tiempo”, declaró Smith a NME en referencia a Simon Gallup, “haría falta algo realmente extraordinario para que esa amistad se rompiera”.
Por ahora no hay declaraciones oficiales de The Cure sobre este giro inesperado en la historia de la banda fundada en 1976, donde Simon Gallup militó 40 años en total. “No se llamaría The Cure”, dijo Robert Smith ante su eventual ausencia. Veremos si cumple.