Primera regla: entrevistar únicamente a quienes hayan sido protagonistas y testigos de la escena musical y artística de la época. Quedan fuera todas las personalidades externas a ese tiempo que le hayan declarado su amor a la agrupación, desde Wayne Coyne de The Flaming Lips hasta Julian Casablancas de The Strokes, pasando por emblemas del shoegaze como Neil Halstead de Slowdive. El relato se sostiene en los testimonios de una generación que hoy se empina sobre los 70.
Segunda regla: emular la visualidad del cine experimental de los años 60 sin hacer un documental experimental. Revivir el archivo capturado por la cámara de Andy Warhol, Jonas Mekas y Jack Smith, artistas de vanguardia que retrataron la explosión del underground en Nueva York, cuyas imágenes a ratos se reproducen en simultáneo en pantalla dividida; en otros momentos, se prioriza un uso algo más convencional de las entrevistas y el archivo, con el foco en sellar una experiencia inmersiva.
Ambas definiciones establecen el eje del nuevo documental sobre The Velvet Underground, obra de Todd Haynes luego de más de tres años de trabajo de investigación, entrevistas y edición. Un largometraje que ha sido aplaudido por sumergir al espectador en los orígenes de la banda detrás de Heroin y dibujar con precisión el momento histórico que motivó su nacimiento y esplendor, el Estados Unidos sacudido por los beatniks y un espíritu vanguardista que permeó en diferentes disciplinas artísticas.
El primer filme de no ficción del director de Carol –hoy programado para el 15 de octubre en la plataforma Apple TV+ y en salas de cine– se hace cargo del contraste entre los cofundadores Lou Reed y John Cale. El primero, un joven de carácter impredecible y un huracán creativo, terminó compartiendo un departamento del Lower East Side con su futuro compañero, un galés erudito y con preferencia por la experimentación. Juntos, en sociedad con Sterling Morrison y Moe Tucker, sortearon las dificultades en un ambiente donde su música nunca la tuvo fácil y más bien el reconocimiento de su enorme influencia fue tardío.
Como sugiere el primer trailer, la cinta escarba en sus vidas personales y el contexto al momento de lanzar el disco debut, The Velvet Underground & Nico (1967), así como el sucesor, White light/White heat (1968), que marcó el quiebre del núcleo del grupo. La contradicción es que Cale, despedido por Reed en 1969 (y sustituido por Doug Yule), es la principal fuente de la película y su desempeño en la banda es cubierto en extenso. Es él quien especifica que Warhol –fuera de su icónica portada de un plátano– tuvo un limitado aporte como productor del primer álbum, al tiempo que repasa lo trascendental que fue The Factory para el despegue del conjunto. También define el compás de la agrupación: “Cómo ser elegante y cómo ser brutal”.
La figura de Reed, a su vez, es reconstruida mediante abundante archivo y el acceso a las palabras de su hermana, Merrill Reed Weiner, y su viuda, la multifacética Laurie Anderson. No es un documental sobre el hombre de Perfect day, pero hay voluntad de explicar sus dolores e impulso creativo antes de volverse una estrella de la música.
Haynes, quien abrió nuevos caminos para los biopics musicales con títulos como Velvet goldmine (1998) y I’m not there (2007), evita ciertos ritos clásicos del cine de no ficción. “No quería una película con muchas generaciones posteriores de artistas o músicos diciéndonos lo grandiosos que fueron The Velvet Underground. Quería volver a ese tiempo y lugar histórico y cultural, que según el estándar actual, se siente incluso más completamente ajeno a las prácticas artísticas de hoy, incluso para películas que se hacen en lugares marginales”, expuso en diálogo con el portal Deadline.
Ante todo, la buena recepción del filme ha estado marcada por ese viaje que otorga por los 60 en Manhattan. “El oficio de Haynes nunca es menos que seductor, y las personas a las que entrevista –Jonas Mekas, Amy Taubin, La Monte Young– son testigos vibrantes de una época singular. La película te hace querer estar en The Factory junto con ellos, boquiabiertos”, celebró Variety en su crítica durante el último Festival de Cannes, donde la cinta se mostró fuera de competencia en julio.
“The Velvet Underground es un filme que se escucha con los ojos. Warhol dijo que le gustaban los Velvet porque sonaban como se veían sus películas, y ahora Haynes ha hecho un documental que luce como sonaban los Velvet”, argumentó IndieWire.
Y no se queda sólo en eso: el mismo cineasta ejerce como curador –junto al supervisor musical Randall Poster– del soundtrack oficial del largometraje, que arribará al mercado el 15 de octubre y estará integrado por composiciones conocidas y otras que califican como rarezas. Como para que la zambullida en Reed, Cale y compañía sea total.