Crítica de discos: temporada de altibajos con Lorde, Iron Maiden y Fármacos

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Mientras la estrella neozelandesa pierde intensidad en su tercer disco, Iron Maiden se eterniza y Fármacos se confirma como una de las propuestas más inquietas del pop chileno actual.


Lorde - Solar power

Mientras el fenomenal debut Pure heroine (2013) era una obra de riguroso blanco y negro que redefinió el pop femenino, y luego Melodrama (2017) propuso un giro hacia tonalidades caleidoscópicas sin perder propulsión gótica, este tercer álbum cambia dramáticamente de escenario acercando a la estrella neozelandesa al sol, tal como ella lo ha afirmado. Según cuenta en Apple Music, no fue hasta que tuvo un perro que descubrió “lo maravilloso que es el mundo natural”. Sin embargo, en su aproximación al astro rey, la reacción de la cantante de 24 años evoca a Superman con la kriptonita. En vez de irradiar energía y vitalidad, las canciones mayoritariamente lánguidas de Solar power parecen responder solamente en dirección a la arena, las olas y el mar en estado contemplativo. Agradable, si. Anodino, también.

Nuevamente bajo la guía de Jack Antonoff, el productor favorito de las mayores deidades femeninas del pop como Taylor Swift y Lana Del Rey, Lorde ofrece material con decorados discretos donde se deja llevar por un ritmo de velocidad crucero y un trabajo vocal menos elaborado, en pos de un cariz coqueto y casual. Lo ganado en brillo se perdió en intensidad.

Iron Maiden - Senjutsu

Una de las acusaciones reiteradas sobre Iron Maiden es su ADN reaccionario, resumido en un cliché: siempre el mismo disco. El fan y el auditor atento saben que no es exactamente así. Después de 40 años con todo tipo de oscilaciones épicas, desde alzarse como uno de los máximos exponentes del metal en los 80 con una arquitectura musical que marcó a millones, una fase errática en los 90, y el triunfal regreso de Bruce Dickinson y Adrian Smith en este milenio, la doncella de hierro se ha asentado en el metal progresivo. La majestuosidad del presente toma distancia natural de la furia y energía callejera de sus inicios.

Nuevamente bajo la batuta de Kevin Shirley, un veterano del rock duro más ingeniero que productor, Senjutsu (táctica y estrategia en japonés) es un álbum doble que reincide en las implicancias de la guerra, el leitmotiv de Maiden. Pujan dos frentes, uno dominado por Steve Harris, con largos y enrevesados temas, y el tándem de Dickinson y Smith, más focalizado y permisivo, con otras influencias y usos del tiempo. A pesar de la solidez, tal como ocurrió con The Book of souls (2015), se extraña un productor que edite la autoindulgencia.

Fármacos - Manual de una pérdida

“Mi mayor sueño es ser popular”, declaraba en 2016 Diego Ridolfi, junto con sentenciar que el formato banda estaba “medio muerto”. De edad indeterminada, fan de Soda y Cerati, Ridolfi es sinónimo de Fármacos. Sus anhelos y aseveraciones de hace unos años tienen piso. Las bandas casi no existen, como Manual de una pérdida, el tercer álbum del proyecto donde es el único miembro inamovible, podría ser perfectamente programado en radios románticas y ampliar audiencias.

El estado evolutivo de Fármacos ha variado desde el indie pop con acento guitarrero de Los días más largos (2013), la presencia de sonidos sintetizados sin perder el toque orgánico de Estado de gracia (2016), hasta este modelo 2021 donde la electrónica de instinto sensual domina. Producido por Cristián Heyne, profundiza en el amor de pareja -el eje de Fármacos hasta ahora-, con una trama que va desde la pasión desatada descrita sin ánimo explícito -El calor nos confundió-, hasta la desazón de la pérdida -Te volví a pensar-, en una suave curvatura languideciente que remata en completo fatalismo -La mejoría de la muerte (I)-. Una crónica de amor carnal, trágico y sugerente.

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