11-S: el musical que retrata el caos (y la luz) del día después

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De izquierda a derecha: Caesar Samayoa, Sharon Wheatley, Q. Smith y Tony LePage, parte del elenco del musical. Fotos: Apple TV+

La extraordinaria historia del pueblo canadiense de Gander, que recibió de golpe siete mil visitantes tras la caída de las Torres Gemelas en 2001, inspiró Come From Away, cuyo registro en vivo llega este viernes a la plataforma Apple TV+. “Queríamos hacer un musical que fuera seguro para nosotros, pero también para cualquier miembro del público que pudiera haber experimentado el trauma”, explican sus creadores a Culto.


Un hombre, autodefinido como alguien que viaja mucho, nota un brusco descenso y luego un repentino cambio de dirección del avión. De pronto, observa a través de su ventanilla. “Todo lo que puedo ver abajo son árboles y rocas. Y nada”, expresa ante la estupefacción del resto de los tripulantes.

La sorpresa se instala en ese y en otros 37 vuelos que de golpe se encuentran frente a un destino diferente al que se dirigían originalmente: ante sus ojos aparece Gander, una modesta ciudad en la isla de Terranova, al noroeste de Canadá, que a partir de ese momento incrementará temporalmente su población en un 70%.

La escena es parte de Come from away, musical canadiense –inspirado por una historia del 11 de septiembre de 2001– que rápidamente se convirtió en un éxito, consolidado por la obtención de un Premio Tony a Mejor dirección de un musical en 2017. Por lejos una de las creaciones más inusuales derivadas del fatídico día del ataque a las Torres Gemelas y al Pentágono, la obra recoge la hospitalidad y empatía que se generó entre los habitantes del pueblo y los cerca de siete mil visitantes que aparecieron de un instante para otro.

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El espectáculo –cuyo registro en vivo llega a la plataforma Apple TV+ este viernes, en la previa a que se conmemoren 20 años desde el atentado– no es definido por sus creadores David Hein y Irene Sankoff como una ficción acerca del 11-S. “Queríamos escribir lo que llamamos un musical del 12 de septiembre”, dice a Culto el libretista canadiense, quien cuenta que ese día tenía a un primo que logró salir con vida del World Trade Center.

“Debido a que estábamos en Nueva York durante el 11 de septiembre, creo que fuimos muy cautelosos al respecto. Queríamos hacer un musical que fuera seguro para nosotros, pero también para cualquier miembro del público que pudiera haber experimentado el trauma”, explica Hein, quien puntualiza: “Es la historia de lo que sucedió en Terranova como respuesta a una tragedia, cómo la gente se unió, cómo reaccionó con amabilidad. No se trata de la tragedia”.

Aunque el show se ha ganado los aplausos de los espectadores y la crítica (“tan honorable en sus intenciones como franca en su sentimentalismo”, planteó The New York Times en su debut en Broadway, en 2017), los realizadores atendieron aquellos comentarios que surgieron en contra de una obra que adopta un tono reconfortante –además de las canciones y coreografías de rigor– para aproximarse lateralmente a una jornada en que murieron casi tres mil personas.

“Hemos escuchado a personas que intentan criticarlo, pero tan pronto como lo ven se dan cuenta de que esa no es la historia que estamos contando”, indica el creador, quien desde 2011 junto a Sankoff comenzó a recoger los testimonios de los habitantes de Gander, hasta iniciar la producción en Canadá y concretar su estreno en San Diego, California, en 2015.

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Christopher Ashley, director del musical desde su arribo al icónico circuito de Nueva York hace cuatro años, inicialmente mostró reticencias frente al material cuando escuchó de su existencia y aún no había leído el guión. “Pero tuve la misma experiencia que creo que tienen los miembros de la audiencia. A los cinco minutos sentí que mis hombros se relajaron y pensé, oh, este musical se va a encargar de mis sentimientos, va a reconocer las dificultades, pero realmente se trata de la forma en que este extraordinario pueblo cuidó de extraños que nunca habían conocido”.

Locales y foráneos

Pese a la narración coral que sugiere la historia en la que se basa, sólo 12 actores interpretan a los personajes de Come from away. El elenco se intercala entre los roles de habitantes de Gander y de los improvisados viajeros que necesitan alimento, medicamentos, abrigo y simple contención en medio de un momento devastador.

“Eso te recuerda que en cualquier instancia, en cualquier tragedia, podríamos ser la persona que puede tener la capacidad de ayudar o la persona que necesita ayuda. Y puede cambiar de un momento a otro”, señala David Hein sobre esa apuesta creativa.

“Sería un fastidio si solo pudieras interpretar a uno o a otro, a un viajero o a alguien que estaba en Gander. Puedo imaginar una especie de sensación de pérdida si fuera solo uno. Quieres sentirte parte de ambas comunidades. Nunca antes había pensado en esto, pero es genial poder contar la historia desde ambos lados”, plantea la actriz Sharon Wheatley.

Parte del elenco incluso ha forjado lazos estrechos con las personas que encarnan sobre el escenario. Q. Smith cuenta que mantiene contacto permanente con Hannah O’Rourke, la mujer a la que interpreta, que tiene un doble vínculo con Come from away: su esposo fue uno de los miles que fue recibido en la isla canadiense, mientras que su hijo bombero falleció en medio de la operación de rescate en las Torres Gemelas.

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“Muchas veces los actores no tenemos la oportunidad de contar historias reales, y si la tenemos, se trata de personas que han muerto siglos antes que nosotros. Por lo que poder contar esta historia sobre alguien que está sentado entre el público mirándome es otra cosa”, apunta Smith.

A 20 años de la gestación de un suceso inspirador en medio de la tormenta, los creadores detallan que viajarán a Gander para volver a compartir con las personas que conocieron hace una década.

“Creo que es importante marcar esto no solo como el día en que pudimos ser amables con los demás, sino también como un recordatorio de que siempre podemos ser amables los unos con los otros, podemos responder a las tragedias uniéndonos, superando nuestras diferencias. Es importante recordar eso en el vigésimo aniversario, y especialmente durante la pandemia, recordar que somos parte de una comunidad global”, cierra Hein.

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