En septiembre de 2018, la periodista Laura Beil estrenó el podcast Dr. Death, una investigación sobre la corta y catastrófica carrera del cirujano Christopher Dunstch. Ahí, una historia que había sido noticia en el estado de Texas pasó a estar en los oídos y bocas de millones de fans del true crime, consiguiendo tanto eco y reproducciones que, tres años después, la historia llegó a la televisión.
Y aunque oficialmente su etiqueta sea la de drama criminal, sin duda es también una historia de terror, de esas que calan profundo. Porque cuando hay una persona inconsciente sobre una mesa de operaciones, rodeada de anestesiólogos y enfermeros que miran con cara de pánico a un médico que está atacando con martillo y cincel una columna abierta, es sin duda material para pesadillas.
Con ocho episodios -que debutan mañana domingo 12 en Starzplay- Dr. Death es un drama que se va moviendo en distintos planos, contando por un lado la vida del doctor, mientras que por otro muestra las operaciones que lo hicieron “famoso” y a los dos doctores que empezaron a investigarlo, cuando parecía que Dunstch estaba pudiendo moverse de hospital en hospital sin mayores consecuencias.
Christian Slater y Alec Baldwin interpretan a los doctores que aquí aparecen como los héroes, quienes al darse cuenta de lo que está sucediendo no claudican en su esfuerzo por detenerlo. Y si bien sus interpretaciones son correctas, la gran estrella es el actor tras el médico.
Aquí Joshua Jackson (Dawson’s Creek, Fringe, The affair) se pone en la piel de un personaje que no se sabe si es un sicópata, un inútil, un narcisista de siquiátrico o todas las anteriores; pero que en lo concreto está dejando un rastro de personas con distintas discapacidades, además de algunas muertes, y no tiene ninguna intención de parar o admitir que ha cometido algún tipo de error.
Junto con una gran actuación protagónica, la serie se anota puntos en su narración, porque si bien este caso puede que sea conocido para varios, aquí se presenta como lo que es: una serie dramática que se va desarrollando sin prisa y que mantiene al espectador al borde de la silla, cerrando los ojos en algunas escenas y enfurecido en otras. Una serie que entra al competitivo mundo del true crime y que no queda sólo en el montón.