Varios Artistas - Cameroon Garage Funk
¿Funk en Camerún? Sí. ¿Con bronces y baterías desenfrenadas? También. Yaundé, la capital de esta nación africana, era una ciudad vibrante en los 70, aunque los músicos no tenían dónde grabar. Como la mayoría de las cosas se hacían de manera clandestina, una iglesia adventista con equipos relativamente decentes funcionó como estudio improvisado para muchas bandas y solistas, cuyas huellas se perdieron en el tiempo. Analog Africa, sello fundado en 2006 y que se dedica a rastrear tesoros olvidados de la música africana, acaba de lanzar Cameroon Garage Funk, que recopila la escena funk de Camerún y sus alrededores en la década del 70. Sin grandes ornamentos ni decorados, la mayoría de las bandas que acá suenan recogen a James Brown como el norte a seguir, con un sonido de garaje, como reza el título del álbum. Destaca el afrobeat de Jean-Pierre Djeukam, la festividad rústica bikutsi (danza tradicional local) de Los Camaroes y la sicodelia de Damas Swing Orchestra. Mención aparte el son de Charles Lembe et Son Orchestra, como si La Habana estuviese en Camerún. (Alejandro Tapia)
Belencha - Belencha
Aunque se presenta como su álbum debut, Belencha ya acumula un incesante trayecto como cultora e investigadora de la amplia geografía artística latinoamericana. Tomó clases hacia los 2010 con la fallecida Margot Loyola mientras integraba el grupo de cuecas El Parcito, para años después forjar un vínculo creativo con Gepe a partir del gusto en común por las raíces chilenas. Todo ello precipitó un disco homónimo que resuena como un glosario de estilos de este lado del planeta, un cancionero en plan cartográfico donde la voz, el ritmo y la instrumentación se van adaptando a sonidos tan cercanos en el tiempo y el espacio, pero tan lejanos en su variedad de timbres y detalles. Belencha los maneja todos con destreza, experiencia y naturalidad, sin nunca parecer forzada. Aquí hay tango (Loca), folclor chileno (Cuando salí de casa), chachachá (Un poquito de amor) y un vals de cuerpo fantasmagórico (Petronila, a dúo con Camila Moreno). Belencha es, en resumen, un nombre para apuntar en la actual escena nacional. (Claudio Vergara)
Metallica - The Metallica Blacklist
Más que una entrega de canciones, los discos tributo son un acertijo. ¿Qué clase de cirugía se va a aplicar sobre canciones que parecen perfectas en sus versiones originales? ¿Se alteran completamente para desfigurarlas en otro tipo de composiciones? ¿O simplemente se replican como en una hoja de calco las formas del tema homenajeado? Metallica ha llevado al extremo la curiosidad y el desafío con un proyecto titánico: The Metallica Blacklist, una reverencia al clásico Black Album de 1991 con 53 artistas remodelando las 12 composiciones del disco. Más cifras: hay doce versiones de Nothing else matters, siete de Sad but true y mismo número para The Unfrorgiven.
Por supuesto la sensación que queda es la de estar en un festín donde no todos los platos son igual de memorables ni tienen la misma calidad. Y donde después de un rato resulta hostigoso intentar comerlos todos. Hay tracks que no pasan de ser covers con algo de gracia (Weezer con Enter sandman, Royal Blood con Sad but true), otros parecen trabajados con una personalidad más propia (St. Vincent con Sad but true), mientras que las transformaciones que más proponen son las de artistas alejados del voltaje de Metallica, como el lenguaje jazz de Kamasi Washington para My friend of misery; el trance urbano hipnótico de J Balvin para Wherever I may roam; la reivindicación latinoamericanista de Instituto Mexicano del Sonido en Sad but true; la sensibilidad celestial de Phoebe Bridges para Nothing else matters; y hasta la versión en español con acentos andinos de Mon Laferte para el mismo tema. Metallica no sólo celebra su historia con un iniciativa kilométrica. También nos exige algo de paciencia para encontrar alguna joya dentro de un bosque tupido y frondoso. (Claudio Vergara)