En diciembre de 2019, lejos de su Zaragoza natal, Elena Rivera (29) recurría a sus últimas reservas de energía. Vestida de época, con una cabellera pelirroja que decidió teñirse y con cuatro meses de rodaje en el cuerpo, la actriz se había desparramado en la selva valdiviana cuando quedaban unas cuantas escenas por grabar del rodaje de Inés del alma mía.
“El recuerdo que tengo es de todo el mundo cambiando cámaras y luces para los últimos planos. El equipo venía: ‘¿estás bien? ¿Necesitas que te traigamos una silla, algo? Pero les decía, ‘dejadme, necesito estar sola, prefiero estar aquí tirada. Aunque sea en el suelo, descanso’”.
Las filmaciones de la serie –estreno hoy en horario prime por Chilevisión y hasta el viernes 17– arrancaron a fines de agosto en España, pronto saltaron a Perú y la mayor parte se desarrollaron en el norte, centro y sur de Chile. En octubre estuvieron paralizadas un par de semanas a causa del estallido social, generando retrasos en una producción de alto estándar para la industria latina, que une a Televisión Española, la productora Boomerang y CHV, además del respaldo de Corfo y el CNTV.
Eso incrementó el agotamiento, pero en el caso específico de la actriz había algo adicional que disparó el cansancio físico y emocional. “Todo giraba en torno a ella. Me involucré tantísimo en la historia y en este proyecto que me mimeticé con Inés. Había veces en que sentía que no desconectaba. Era 24 horas pensando en los guiones, en cómo podíamos hacer todo mejor, preparando algunas escenas, en el hotel, ensayando con los directores y con los actores. Por una cosa u otra, tenía que estar todo el tiempo con toda la historia en la cabeza”, explica a Culto desde Portugal, donde graba una nueva serie con Televisión Española.
-Quizá sin quererlo practicó una actuación de método, ¿sí?
Totalmente. Es cierto. Casi sin darme cuenta. También ayuda un poco que estás fuera de tu casa. Tuvimos que hacer familia y piña entre todos. Cenábamos y siempre salía algo del rodaje. Es cierto que sin pensarlo mucho, de manera inconsciente, fue un poco un trabajo de método, totalmente.
Conocida en su país sobre todo por la serie Cuéntame cómo pasó, en la que debutó siendo adolescente, Rivera conocía el libro de Isabel Allende, pero ignoraba la existencia de Inés Suárez, la mujer que en el siglo XVI viajó a América del Sur haciéndose un lugar entre hombres, incluyendo Pedro de Valdivia (Eduardo Noriega) y Rodrigo de Quiroga (Benjamín Vicuña).
“Cuando supe de la serie y del proyecto, creía que se basaba en la novela de Isabel Allende, pero que era una novela ficticia. Que era una mujer inventada. Cuando me dijeron que ella era española, extremeña, que era de la historia de Chile y España, me llevé las manos a la cabeza. No sabemos tanto de esta historia y de esta mujer”, expresa.
La razón, dice, es “otro caso más de muchas mujeres que existen en la historia pero que no están escritas como tal, están silenciadas. Siempre el hombre es el protagonista y de la mujer no se sabe mucho, de tantas que ha habido”.
Sin embargo, Rivera evita pasar examen a los hechos que la producción aborda. “Yo como actriz intento no juzgar nada y contar la historia que se me plantea. Hay cosas que te chocan pero es lo que fue y hay que contarlo así. Intentamos ser los más fieles posible. También hay que tener mucho respeto cuando te toca un personaje histórico, como son estos personajes”.
-¿Intentó comunicarse con Isabel Allende en algún momento?
Fue complicado. Sí estaba planteado que ella fuera al rodaje, por lo que me comentaron, cuando íbamos a empezar en Chile. Pero como a los días vino el estallido social, todos nuestros planes rodajes cambiaron. Entonces no hubo esa oportunidad de poderla conocer, pero sí sé, por parte de los productores, que está encantada. Estaba enamorada de la historia que habíamos hecho, de la relación de Inés y Pedro, que superaba sus expectativas. Con eso ya te quedas con mucho orgullo. Yo feliz. No me puedo quejar.