1990 es un año agridulce para Billy Idol. Por un lado, editó uno de sus discos más exitosos, Charmed life, donde venían hits como Cradle of love, los que le permitieron mantener su presencia protagónica en las estaciones FM, incluyendo latitudes lejanas como Chile, donde su actitud llena de aplomo y su power pop afilado era ideal para el dial anglo que dominaba por esos días.
Pero antes de publicar el álbum, Idol -quien ya acumulaba una trayectoria exitosa y sucesos como Eyes without a face- pudo haber desaparecido para siempre. En esa temporada tuvo un accidente en moto donde casi pierde una pierna, lo que lo obligó a cancelar numerosos proyectos, entre ellos una aparición mucho más estelar en la cinta The Doors, de Oliver Stone, donde finalmente se debió conformar con un simple cameo. Estaba en sillas de ruedas e incluso su trayectoria como cantante colgaba del suspenso.
Pero el británico torció los pronósticos. Y aunque ya han pasado tres décadas, aún recuerda un instante que estableció un antes y un después en su destino: su último álbum, el EP The roadside, aparecido recién el viernes 17, repasa ese minuto de oscuridad y renacimiento, sobre todo en el single de presentación, Bitter taste, una melodía reverberante, confesional y que lo muestra con esa voz áspera que ha convertido en su huella dactilar a nivel creativo.
El trabajo, por lo demás, fue concebido de manera completa bajo la pandemia del Covid-19, por eso tiene una textura que va de la rabia a la introspección. ¿Los dos polos donde habitualmente se mueve el cancionero de Idol? Puede ser.
Y hay otro elemento llamativo. The roadside -producido por Butch Walker (Green Day, Weezer) y Steve Stevens, guitarrista de Idol- ha sido editado bajo etiqueta Dark Horse Records, el sello creado en 1974 por George Harrison tras la separación de The Beatles, bajo la intención de darle vitrina a nombres incipientes, máas alternativos o fuera del radar más oficial.
Hoy está administrado, como una suerte de nueva vida, por su hijo, Dhani Harrison, quien tiene el mismo propósito, agrupar figuras que escapan a los cálculos de las multinacionales. Por ejemplo, este año presentó un compilado de Joe Strummer, pero que recoge versiones de su era en solitario o tracks recogidos de shows menos conocidos de The Clash.
Con Billy Idol la brújula es similar: invitar a un héroe de los 70, los 80 y los 90 a que presente nuevo material para generaciones más recientes.
“No podría estar más emocionado de dar la bienvenida a Billy Idol a la familia Dark Horse Records. Billy es una leyenda, y su música no podría encajar mejor con la personalidad de Dark Horse. He amado su música durante toda mi vida, así que poder darle un hogar a esta nueva música en nuestro sello histórico es un gran honor”, dijo Dhani Harrison en un comunicado.